Cuatro notas para la opera sat¨ªrica de Tom Johnson
La ?pera de cuatro notas, original de Tom Johnson (Colorado, EE UU, 1939), presentada en la Escuela Superior de Canto por el Centro para la Difusi¨®n de la M¨²sica Contempor¨¢nea, es, por lo pronto, un espect¨¢culo divertido si se hace con la calidad que ahora hemos aplaudido.Bajo la direcci¨®n de Rafael P¨¦rez Sierra (tan empe?ado en el estudio serio de la zarzuela como del montaje de las nuevas formas expresivas de teatro musical), la soprano Adelina ?lvarez, la mezzo Silvia Leivinson, el tenor Alfonso Ferrer y el bajo Fernando Fern¨¢ndez, con el ¨²nico acompa?amiento de Valent¨ªn Elcoro al piano, dieron lecciones de bien hacer y efectivo transmitir.
Johnson, un disc¨ªpulo sin fanatismo de Feldman, buen conocedor de John Cage y campe¨®n de la denominada libre expresi¨®n sonora, que en Espa?a divulga y protagoniza Lloren? Barber, ha creado varias piezas de teatro musical, cada una de las cuales viene a resultar irrepetible, como dice el mismo autor.
Inscrita con amplitud en el ¨¢rea de lo repetivivo, la simplicidad de las soluciones de la ¨®pera de cuatro notas esconde mayor enjundia de lo que parece a primera o¨ªda, porque tras las notas existe una intencionalidad que a lo l¨²dico une lo ir¨®nico y, por supuesto, lo cr¨ªtico. Como cierto humor de Miguel Mihura, la pieza de Johnson combate alegremente contra el t¨®pico y los convencionalismo s que constituyen la causa y el efecto de la ¨®pera tradicional.
Al modo de Lope de Vega en su c¨¦lebre soneto ("un soneto me manda hacer Violante") el texto de la ?pera de cuatro notas consiste fundamentalmente en narrar la factura de la misma ¨®pera, pero para ello Tom Johnson se entretiene en repeticiones cargadas de s¨¢tira frente a la ¨®pera habitual: la referente a la posici¨®n del tenor, moribundo y autoensangrentado con pintura roja, es feliz, as¨ª como el temor de que el cuarteto final pueda no acabarse nunca.
Soluciones arm¨®nicas
Todo ello est¨¢ montado sobre soluciones mel¨®dicas y arm¨®nicas, cuando no sobre notas o acordes insistentes, que producen efecto y en ocasiones, como en la primera romanza de la soprano, Adelina ?lvarez, llegan a alcanzar belleza. Otro fragmento muy ingenioso: el d¨²o de los cuarenta compases, cuya letra se reduce a contarlos.En estos momentos de nueva y subvencionada operoman¨ªa, sostenida por divos enfatuados, duchas como la de Tom Johnson producen efectos benefactores.
Aunque los h¨¢bitos contin¨²en, bueno ser¨¢ que la sociedad sepa burlarse de ellos y compartir el afeitado a los usos l¨ªricos practicado por la espirituosa pieza del compositor norteamericano.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.