Videla: de los derechos humanos al homicidio
El teniente general Jorge Rafael Videla, de 59 a?os, designado presidente de Argentina por la junta militar que derroc¨® al Gobierno de Mar¨ªa Estela Mart¨ªnez de Per¨®n, declar¨® en octubre de 1976, al medio a?o de hacerse con el poder: "Somos, como no pod¨ªa ser de otro modo, celosos cultores de los derechos humanos". Hoy, nueve a?os despu¨¦s de realizar estas manifestaciones y seg¨²n el tribunal de Buenos Aires que acaba de juzgarle, es un homicida que ha intervenido en 66 asesinatos y en 93 casos de tortura.Este militar de cuerpo magro, pelo engominado y cara de palo declar¨® entonces que el objetivo final del golpe era "la instauraci¨®n de una aut¨¦ntica democracia representativa". En las primeras etapas del largo y violento proceso de reorganizaci¨®n nacional abierto en 1976 fue cuando m¨¢s sangre se verti¨®, cuando m¨¢s psiques quedaron destrozadas, cuando m¨¢s formas tom¨® el culto a la aberraci¨®n. Presidiendo esa ceremonia de horror se encontraba el general Videla, adusto, enfermizamente religioso, imbuido del papel de salvador de una cultura.
"Los militares que participaron en ella [la guerra sucia contra la subversi¨®n] lo hicieron con la convicci¨®n de haber prestado un inestimable servicio a la naci¨®n, facilitando con su acci¨®n el restablecimiento del sistema republicano representativo y federal", escribi¨® en abril de 1984, cuando ya se encontraba procesado por los delitos por los que acaba de ser condenado.
Videla se neg¨® a declarar ante la C¨¢mara Federal de Apelaciones y reclam¨® que su caso lo viera la justicia castrense. Finalmente, hubo de aceptar un abogado designado por la justicia civil que defendi¨® la conducta de su cliente porque "la guerra es cruel e inhumana".
El general Videla asisti¨® al juicio en estado de aparente ausencia y en ocasiones le¨ªa libros piadosos mientras fiscales y testigos desgranaban una detallada serie de horrores. Cuando el juicio qued¨® visto para sentencia y el p¨²blico le increpaba, sol¨ªa encararse con quienes le tachaban de asesino.
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