Esposas
Aquel estudiante iran¨ª no sab¨ªa geograf¨ªa. Tal vez ten¨ªa una vaga idea de la existencia de Espa?a, pero realmente ignoraba si en esta tierra crec¨ªan abetos o cocoteros, si por aqu¨ª se criaban focas o chimpanc¨¦s. Tampoco estaba definido en pol¨ªtica. Se trataba de un alumno amorfo de la universidad de Teher¨¢n que cierto d¨ªa, en el remolino de una manifestaci¨®n de protesta contra algo, fue cazado en una redada y conducido a los s¨®tanos de la c¨¢rcel en un furg¨®n gen¨¦rico. All¨ª, la polic¨ªa le puso unas magn¨ªficas esposas y a continuaci¨®n le colg¨® de una viga durante ocho horas para que cantara. L¨®gicamente, el muchacho no pudo decir nada que calmara la sed de los esbirros. La tortura obedec¨ªa a una f¨®rmula, y, mientras dur¨® el tormento aquel infeliz colgado del techo no hac¨ªa sino mirar las esposas que le atenazaban las mu?ecas. El acero parec¨ªa de buena calidad. De pronto, en ¨¦l descubri¨® la marca grabada de Made in Spain. Desde el primer momento el nombre de ese extra?o pa¨ªs comenz¨® a taladrar su mente. ?D¨®nde estar¨ªa situado? ?Qu¨¦ clase de gente maldita y feroz lo poblar¨ªa? La sangre de los pulsos ara?ados discurr¨ªa por las grecas labradas de aquel instrumento, resbalaba por el sello de origen y en el fondo de la hemorragia resplandec¨ªa la firma de Espa?a. El chico pensaba que esa regi¨®n del planeta dedicada a fabricar aparatos de martirio no pod¨ªa ser un lugar feliz. Sin duda, sus pobladores tendr¨ªan un rostro torvo y poco honorable.
Pasado el tiempo, este estudiante vino de vacaciones a Espa?a y se sorprendi¨® al ver que aqu¨ª tambi¨¦n hab¨ªa mares azules, ni?os sonrientes, j¨®venes inteligentes, caballeros amables y mujeres dulces, no s¨®lo fabricantes de esas armas que se venden a los tiranos de fuera con el ¨²nico fin de ganar dinero. Para extirparle la pesadilla le dije que ese trabajo sucio lo realizan s¨®lo algunos tipos de baja cala?a con el visto bueno del Gobierno. Le jur¨¦ que aqu¨ª, adem¨¢s de exportar pistolas, esposas y metralletas a pa¨ªses que no respetan los derechos humanos, tambi¨¦n hacemos tractores y medicinas. Pero el estudiante iran¨ª me contest¨® que ¨¦l, la palabra Spain la llevar¨ªa siempre asociada a un signo de tortura.
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