Estados Unidos y Europa, rivales en el negocio del cosmos
La competencia por el mercado de sat¨¦lites de comunicaciones, mercado que ya es importante, pero que se espera alcance un alto volumen econ¨®mico en los pr¨®ximos 10 a?os, ha ido subiendo de temperatura en los ¨²ltimos a?os entre la agencia espacial norteamericana (NASA) y su hom¨®loga europea (ESA), que desarrolla el programa Ariane, financiado en su mayor parte por Francia. El accidente del Challenger ocurrido ayer vuelve a situar en desventaja al programa del transbordador norteamericano frente al cohete europeo Ariane, que tambi¨¦n sufri¨® el pasado a?o la explosi¨®n en vuelo del ¨²ltimo de sus cohetes.
Entre acusaciones mutuas de mantener precios pol¨ªticos y comparaciones entre la utilidad de cohetes de un solo uso, como es el Ariane, y naves mucho m¨¢s vers¨¢tiles, como el transbordador, la lucha comercial ha llegado a ser feroz. La decisi¨®n de privatizar parcialmente el programa del transbordador norteamericano, tomada recientemente por el presidente Ronald Reagan, pretend¨ªa avanzar un paso m¨¢s hacia una situaci¨®n de libre mercado en la puesta en ¨®rbita de sat¨¦lites de comunicaciones. ESA ha logrado en los ¨²ltimos dos a?os contratos para situar en ¨®rbita sat¨¦lites de comunicaciones de empresas norteamericanas, mientras la NASA ha visto c¨®mo se le escapaban tambi¨¦n contratos de clientes que antes monopolizaba como, por ejemplo, la organizaci¨®n Intelsat de sat¨¦lites de comunicaciones.En esta situaci¨®n, la buena racha de los cohetes Ariane se quebr¨® en 1985 con la explosi¨®n de uno de ellos y la p¨¦rdida de los dos sat¨¦lites que llevaba a bordo. Ahora, a los retrasos acumulados en el programa del transbordador se suma esta tragedia que har¨¢ con seguridad a la NASA replantearse totalmente el programa del transbordador.
Sin embargo, el transbordador fue concebido para abarcar varios campos, dado lo versatil del veh¨ªculo. El alto precio del programa hizo necesario el establecimiento de precios pol¨ªticos para la vertiente comercial, la utilizaci¨®n del veh¨ªculo para la puesta en ¨®rbita de sat¨¦lites. En la vertiente militar, la utilizaci¨®n del transbordador apenas ha comenzado, y los retrasos ya han provocado cr¨ªticas de altos responsables militares que han llegado a solicitar la vuelta a los cohetes de un solo uso para la puesta en ¨®rbita de sat¨¦lites.
El transbordador es tambi¨¦n claramente un instrumento para la investigaci¨®n cient¨ªfica, y las sucesivas misiones han sido sabiamente dosificadas para que comprendan experimentos cient¨ªficos, puesta en ¨®rbita de sat¨¦lites, pruebas experimentales de desarrollo de sistemas espaciales y, siempre, alg¨²n detalle propagand¨ªstico o destinado a mantener la atenci¨®n del p¨²blico. As¨ª, en la tripulaci¨®n se suced¨ªan continuas primicias, la primera mujer astronauta, el primer astronauta extranjero en una misi¨®n norteamericana, el primer astronauta negro, el primer astronauta mexicano, el primer senador... En este caso se trataba del primer civil, una maestra.
Sin embargo, el aspecto m¨¢s importante de la misi¨®n era la puesta en ¨®rbita de un gigantesco sat¨¦lite de comunicaciones, destinado precisamente a la comunicaci¨®n con los transbordadores espaciales. Este sat¨¦lite, del tipo Track and Data Relay Satellite (TDRS), ten¨ªa un valor de 100 millones de d¨®lares (15.000 millones de pesetas) y era el segundo de los tres que se iban a poner en ¨®rbita para establecer una red mundial de comunicaciones. Tal red sustituir¨ªa a la docena de estaciones terrenas utilizadas hasta el momento para el seguimiento de vuelos tripulados, entre las que se encuentra la cercana a Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.