Rafael Alberti: "El mar es toda mi vida"
El C¨ªrculo de Lectores rinde homenaje al poeta editando una recopilaci¨®n de sus versos
Rafael Alberti sali¨® de la bah¨ªa de C¨¢diz "tan temprano" y tard¨® tanto en volver que desde su primera juventud -ahora est¨¢ en la antepen¨²ltima, peinando las canas largas que le convierten desde lejos en una figura familiar y tranquila- ha hecho del mar un s¨ªmbolo por el que ha sentido "una fascinaci¨®n er¨®tica muy grande", cuya consecuencia est¨¢ en toda su poes¨ªa. Ayer, mientras desayunaba en un bar cercano a su casa del centro de Madrid, hojeaba como un ni?o reci¨¦n sacado del mar el libro con el que el C¨ªrculo de Lectores le ha obsequiado con motivo de los 83 a?os que cumpli¨® el ¨²ltimo 16 de diciembre. El volumen se titula, justamente, Todo el mar; sus versos fueron recopilados por el acad¨¦mico Pere Gimferrer, e incluye dibujos del propio autor de Marinero en tierra.
Todo el mar ya fue presentado en Barcelona y hoy recibe su bautismo en Madrid en un acto que ha organizado el C¨ªrculo con la participaci¨®n del pintor Antonio Saura y la intervenci¨®n de un d¨²o de rapsodas que es muy famoso: Rafael Alberti y N¨²ria Espert, que han paseado juntos la poes¨ªa espa?ola por todo el mundo."Todo lo que pueda decir sobre el mar est¨¢ en ese texto", dice Alberti se?alando unas letras casi japonesas que acompa?an al pr¨®logo de Gimferrer y a las fotograf¨ªas marineras de Beatriz Amposta en el p¨®rtico de este libro del C¨ªrculo de Lectores. "Todo el mar. S¨ª, todo el mar" escribe el poeta. "Pero el mar cabe en una sola ola, y no hace falta pensar en el oc¨¦ano sin l¨ªmites para sentirlo recogido, ¨ªntimo y completo, en una sola de los millones de olas que se expanden por las arenas de las playas. Cuando yo digo 'Todo el mar', puedo verme, sentirme, encerrado, pero con toda suinfinitud, en mi bah¨ªa de C¨¢diz, que dentro de los ojos de mi memoria puede ser reducida a un solo espacio azul y redondo en movimiento, punteado de espumas".
El poeta se llev¨® todo el mar de C¨¢diz el 7 de mayo de 1917, con su familia, a Madrid. En su casa a un kil¨®metro de la playa se quedaron sus dibujos infantiles en los que se marcaron los anuncios de las compa?¨ªas mar¨ªtimas, los carteles de la bah¨ªa, el mar en color. "Cuando me arrancaron de all¨ª me entr¨® una tristeza inmensa; ven¨ªa a vivir a Madrid para siempre, abandonaba aquella orilla tan fascinante". Alberti quer¨ªa ser pintor; y en Madrid, dice, "se me fue retirando la pintura, por lo que me dediqu¨¦ a pintar las palabras" y a escribir poes¨ªa. La fuerza de la memoria del mar le condujo a su libro de poemas m¨¢s conocido, Marinero en tierra, que escribi¨® entre 1922 y 1923 y que fue quiz¨¢ el premio nacional de Poes¨ªa m¨¢s famoso que haya dado la l¨ªrica espa?ola de este siglo.
Entonces y ahora, "el mar era un invasor. Cuando hablo del mar hablo de toda mi vida, porque el mar notiene una fisonom¨ªa determinada para m¨ª, ni tiene tampoco un s¨ªmbolo concreto; puede simbolizar todas las cosas, la alegr¨ªa y la tristeza, el desastre y el amor. Lo manejo sin querer, siempre act¨²a sin querer, y en este libro est¨¢ todo el mar, bueno, la mitad del mar, porque esta antolog¨ªa que ha hecho muy bien Gimferrer se podr¨ªa completar con otra y con otra; yo he escrito tanto del mar".
Exactamente 67 a?os despu¨¦s de su despedida triste de la bah¨ªa de C¨¢diz, Alberti retorn¨® a ella para ser investido -"como un marinero de lujo"- doctor honoris causa de la universidad gaditana. Antes hab¨ªa regresado el 27 de abril de 1977, en tiempo de la democracia, a ver el mar de sus primeras aventuras juveniles.
"Ven¨ªa de Jerez, por la carretera, a dar un mitin contra la base norteamericana, y cuando apareci¨® el mar de C¨¢diz el resplandor que daba ese mar sobre el cielo y el cielo sobre ese mar era algo tan hermoso que parec¨ªa un fen¨®meno nuevo e irrepetible. All¨ª recit¨¦ mis poemas sobre la base de Rota, esos versos que dicen 'C¨¢diz, espero de t¨ª lo que t¨² esperas de m¨ª / muy cerca est¨¢s de Gibraltar y hoy mucho m¨¢s de Nueva York / d¨ªme en qu¨¦ lengua vas a hablar y con qu¨¦ tac¨®n taconear..."
Impresi¨®n del regreso
Aqu¨¦lla fue la primera impresi¨®n del regreso. El domingo pasado, en su habitual cap¨ªtulo de la nueva arboleda perdida que publica en EL PA?S, el poeta de Sobre los ¨¢ngeles regresaba a lo m¨¢s rec¨®ndito de la pubertad de su memoria, y como es tradicional en su pulso de escritor regresaba al mar, a la playa, a su recuerdo. "Ah, s¨ª, esa escena en la que yo cuento c¨®mo nos masturb¨¢bamos en la playa y nos ech¨¢bamos arena sobre el glande. El dolor que deb¨ªa dar aquello, pero claro, quiz¨¢ para nosotros aquello era tambi¨¦n el placer. Hac¨ªamos unas burradas...".Alberti es un marinero de orilla cuando no un marinero en tierra 'Yo he viajado poco por el mar Nunca le he temido, no, aunque una vez en el Mar del Norte nos diera bastante respeto aquel mar embravecido. Cuando tuve m¨¢s miedo fue cuando dejamos el exilio de Francia, despu¨¦s de la guerra civil espa?ola, y viajamos al exilio definitivo en Am¨¦rica. Viaj¨¢bamos de noche, a oscuras, en un mar lleno de submarinos alemanes, y a esos submarinos es a los que ten¨ªa miedo en el mar. Esa traves¨ªa me dio la oportunidad de presenciar, al final del trayecto cerca del R¨ªo de la Plata, en Argentina, una batalla memorable Un barco pirata que se dedicaba a hundir todos los barcos de la bah¨ªa fue descubierto por patrulleros ingleses que quer¨ªan atrapar intacto al barco infractor, un invento alem¨¢n que entonces era muy codiciado por cuestiones de estrategia militar. El barco se resisti¨® y finalmente, cuando recibi¨® los impactos que le llevaron a pique, se alz¨® de tal manera que yo pude ver el horizonte entre su casco y el mar. Luego, como una bola de fuego, se perdi¨® en el mar".
Siempre estuvo cerca del mar. "He pasado del ilustre mar de C¨¢diz, ahora perturbado por la presenc¨ªa de la asquerosa base norteamericana de Rota, al mar de Argentina, al Pac¨ªfico del Chile de Neruda. El mar no es igual en ninguna parte, ni puede decirse que sea m¨¢s dulce en unos sitios que en otros, porque ese mar de C¨¢diz tambi¨¦n tiene sus tempestades y con ellas se ha tragado la ciudad dos veces. Ese mar es delicioso cuando est¨¢ con sol, pero cuando se le hinchan las narices acaba con los templos de H¨¦rcules. El Cant¨¢brico es tremendo. El oc¨¦ano libre es imponente; yo he visto las olas m¨¢s altas desde la casa de Neruda".
Babelia
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