?ngela

A. F.-S. Se dice por aqu¨ª que Camorra, la pel¨ªcula de Lina Wertm¨¹ller, aspira al m¨¢ximo galard¨®n, al Oso de Oro berlin¨¦s. Si lo obtiene, que es perfectamente posible, ¨¦ste ser¨ªa el fin de la credibilidad de un festival cinematogr¨¢fico que naci¨® hace 36 a?os sobre lo que hoy es su panorama, una muestra de lo que el nuevo cine de todo el mundo busca, experimenta y encuentra mediante el riesgo.

La pel¨ªcula Camorra es la antib¨²squeda, el antiexperimento, el antiencuentro, el antirriesgo. Es la pura resultoner¨ªa hecha plano a plano con los materiales de derribo del cine del falso compromiso, el del fingimiento como muerte de la ficci¨®n. Camorra quiere seguir la l¨ªnea del thriller italiano, que tiene ejemplos eminentes de pel¨ªculqs mitol¨®gicas como Tradimento, de Luigi Zampa, hasta documentos como Salvatore Giuliano, de Rosi, pasando por otros de tipo realista como Un maledetto imbroglio, de Germi.

S¨®lo hay una gota de autenticidad en este hist¨¦rico ba?o de simulaci¨®n. Esta autenticidad la otorga una simple presencia, la de una mujer, una actriz que galvaniza los fotogram¨¢s que la secuestran y los convierte en im¨¢genes, es decir, en signos visuales de una traslaci¨®n humana sobre el tiempo.

Hay incluso un instante fugaz, aquel en que esa actriz llora echada sobre el cuerpo de un actor que finge estar muerto, en que dentro de estas dos horas de aparatoso celuloide mediocre se cuela el cine de verdad, el cine como verdad. Su autora se llama ?ngela Molina.