Ecos de la tortura
Claudia fue torturada en su pa¨ªs se trasluce que es Argentina-; lleg¨® a denunciar a sus camaradas; tuvo una morbosa relaci¨®n sexual con el torturador -como en Portero de noche-, el cual huy¨® con la hija que Claudia hab¨ªa tenido con uno de los jefes de la resistencia.Vive ahora la mujer de esta historia en Madrid, con otro nombre, casada con un espa?ol; y atormentada por su pasado, traumatizada: masoquista, descentrada, aterrorizada, decidida al suicidio...
Pero entre su paciente esposo, su amiga pintora y sus viejos compa?eros, recupera el equilibrio y parte a su pa¨ªs, ya liberado, con su verdadero nombre, dispuesta a recuperar a su hija.
Jorge D¨ªaz, el autor de El cepillo de dientes, no cuenta esta historia en su obra Dicen que la distancia es el olvido... por el orden cronol¨®gico en que aqu¨ª aparece, sino con teatralidad, graduando las revelaciones y preparando las sorpresas, buscando efectos, mezclando las escenas sexuales fuertes con las alusiones al exilio espa?ol de los sadacas.
Dicen que la distancia es el olvido
..De Jorge D¨ªaz. Int¨¦rpretes: Nacho Novo, Gabriela Hern¨¢ndez, Liz Ureta, Francisco Olmo, Aquiles Munizaga, Carmen Mar¨ªa Swinburn. Escenograf¨ªa y direcci¨®n: Roberto Villanueva. Estreno: Sala Cadarso, 21 de febrero de 1986.
Real y veros¨ªmil
La narraci¨®n en s¨ª es folletinesca, lo cual no quiere decir que no sea real y veros¨ªmil; la teatralizaci¨®n le da el mayor tono de melodrama. Dentro de la calidad literaria de su autor -se nota la escritura bajo el di¨¢logo- y de la entereza de sus ideas.Claudia es un papel dif¨ªcil, por la extremosidad de sus situaciones y por el texto literario, y Gabriela Hern¨¢ndez lo deja vivir y vibrar, conteni¨¦ndolo en lo posible, dentro de una actuaci¨®n loable, secundada por Liz Ureta. Nacho Novo hace un papel de chulillo tambi¨¦n muy dif¨ªcil. Y Roberto Villanueva lo dirige todo dentro de la posibilidad de los medios.
En la representaci¨®n del jueves 27 de Dicen que la distancia es el olvido..., de Jorge D¨ªaz hab¨ªa en la Sala Cadarso ocho espectadores. Es poco justo.
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