De nuevo, el agua
Se produce en estos d¨ªas una estrepitosa subida del agua de Madrid, de modo que ya no cabe hablar del agua mitol¨®gica y latiniparla de las fuentes, sino del agua/agua de las fuentecillas, esas fuentecillas de forjado isabelino y grifo casero que canto en mi primer libro y que siguen ah¨ª, manando, mientras que mi primer libro ya no mana, o los editores no me dan noticia. El agua ha subido en m¨¢s de un 13 por 100 para los madrile?os. Se contienen los precios del petr¨®leo, pero sube una cosa tan inocente como el agua. Claro que ha habido obras de abastecimiento y depuraci¨®n, pero uno piensa que el Ayuntamiento es ya suficientemente impositivo como para pagarse esas obras, y que no tengamos que pagarlas nosotros, encima, yes. Esta subida violenta del agua parece que se deriva, para la derecha -hasta el agua la politizan-, de la torpe gesti¨®n del Canal de Isabel II (que era mujer abierta de aguas), y, para la izquierda, de la pululaci¨®n pululante de nuevos psoes/s¨ª en las oficinas del agua. Pero la subida del agua le permite al se?or Leguina (o al Ayuntamiento, o a quien sea) subvencionar reformas caras y poco urgentes. Nuestro Nilo es el Manzanares, que no nos inunda y fecunda peri¨®dicamente, como el r¨ªo de los faraones, de modo y manera que ser¨ªa la ocasi¨®n de ponerse a pensar m¨¢s despacio en los tantos por ciento. Uno, por su parte, el margen del agua, de la pol¨ªtica y de las pol¨ªticas del agua, uno, que es ag¨¹ista de natural, como Azor¨ªn, vuelve a las viejas, eternas fuentes callejeras del roneo juven¨ªl, que no s¨®lo nos quitan a?os, sino que nos dan a beber "el acero de Madrid", cantado por Lope, mientras vemos, con la cabeza del rev¨¦s, un cielo invertido, todo de serenos, arc¨¢ngeles, estrellas, t¨ªas en bolas. YEl viaje de las fuentes es el m¨¢s barato y puro.
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