El scalextric
El scalextric de Atocha estaba entre juguete de Reyes y formidable cruz gamada de hormig¨®n con que los alcaldes tardo franquistas -mayormente Arias Navarro- obsequiaron a los madrile?os en aquellas navidades interminables y tristes que fueron el R¨¦gimen. Ahora lo han desmontado o est¨¢n a ello. El scalextric tachaba con una equis inmensa (una equis que tiraba a sv¨¢stica, ya digo) la gloriosa glorieta de Atocha o de Carlos V, la estaci¨®n de un ferrocarril modernista, por donde parece que acababa de llegar Rub¨¦n Dar¨ªo, directamente de Am¨¦rica, en tren, y los caballos simbolistas del Ministerio de Agricultura, que galopan alados el techo de la f¨¢brica. O sea, todo un redondel de Historia madrile?a de Espa?a, de Historia espa?ola de Madrid, con la prosa en reventa de la Cuesta de Moyano como nota de pie de p¨¢gina. Aquellos alcaldes tan conservadores es que no conservaban nada. Para uno, el desmontaje del scalextric hace de esta semana fecha se?alada y casi feriada, como cuando Su¨¢rez quit¨® las flechas de Alcal¨¢ 44, mand¨® descolgar el yugo, pues que el scalextric hab¨ªa llegado en pocos a?os a ser casi tan metaf¨®rico del Imperio como la bordadura falangista. A lo mejor, visto desde el aire, en avi¨®n, representaba tambi¨¦n el yugo y las flechas. El scalextric era algo m¨¢s que un paso elevado, mucho m¨¢s que un puente de Brookling hortera: el scalextric era el anagrama industrial del tardofranquismo evolucionado, la versi¨®n /70 de la insignia falangista, cuando ya casi no hab¨ªa Falange.Una insignia de hormig¨®n gigante, de cemento ideol¨®gico, un formidable y espantoso borr¨®n en un R¨¦gimen sin cuenta nueva, que estuvimos cuarenta a?os a la cuenta de la vieja, aunque la vieja (como casi todas) usase bigotito. Con la desaparici¨®n del scalextric se dir¨ªa que nos hemos afeitado el bigote. Aquel bigote.
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