Pina Nicolini
Una estudiante de derecho, vicealcaldesa de Lampedusa
Pina Nicolini, militante comunista, estudiaba el segundo a?o de derecho en la ciudad italiana de Palermo cuando, hace unos tres a?os, su partido decidi¨® incluirla en la lista de candidatos a las elecciones para el Ayuntamiento de Lampedusa, su pueblo natal. Para Pina fue una sorpresa lograr el cargo de vicealcaldesa por su juventud y porque en Lampedusa -la isla a menos de 100 kil¨®metros de las costas africanas que ser¨¢ recordada por los misiles libios- todav¨ªa se considera que la mujer est¨¢ hecha para quedarse en casa.
"?Pero qu¨¦ guapa!!", afirma Pina mientras aprieta con familiar alegr¨ªa el moflete de la periodista que acaba de aterrizar en la isla tras el rastro de los misiles libios. Son las doce de la ma?ana, hora de llegada del ¨²nico avi¨®n de pasajeros que diariamente une esta peque?a isla de 5.000 habitantes con Sicilia. El peque?o aeropuerto es el ¨²nico lugar de la isla donde se producen novedades, y muchos lampedusanos se re¨²nen all¨ª para observar la posible llegada de alg¨²n forastero."Aqu¨ª no hay mucho que hacer", afirma Pina. "?sta es una peque?a isla donde todos nos conocemos y vivimos en paz y tranquilidad; pero a veces tambi¨¦n puede convertirse en una c¨¢rcel", a?ade. Pina, sin embargo, como muchos otros j¨®venes de Lampedusa, no ha deseado nunca establecer ra¨ªces en otro lugar. "Aunque no somos ricos, vivimos dignamente y, por ejemplo, no sabemos qu¨¦ es la criminalidad", afirma.
Pina, grandes ojos, delgada, viste con vaqueros y zapatillas de tenis. Alrededor del cuello lleva un pa?uelo de colores. Un largo pendiente da el toque coqueto a su atuendo aparentemente descuidado. Durante la crisis del Mediterr¨¢neo, Lampedusa ha tenido que hacer frente a un fen¨®meno desconocido por estas tierras, el batall¨®n de periodistas que han invadido la isla. Pina se somete con desenvoltura a sus interrogatorios en el sal¨®n de su casa, donde el sol entra a raudales, mientras su madre sirve el caf¨¦ a los forasteros. A menudo se la ve circular a toda velocidad con su Vespa azul. "Tengo que escapar al Ayuntamiento, pero te llevo hasta el pueblo", afirma mientras arranca el veh¨ªculo.
"Lampedusa suena s¨®lo por el autor del escritor de Gattopardo -que ten¨ªa el t¨ªtulo de pr¨ªncipe de la isla, pero al que nunca vieron por aqu¨ª-; ahora se ha hecho famosa por los misiles libios, y las secuelas, por si nos faltara algo, ya las estamos sintiendo en nuestros bolsillos en las p¨¦rdidas sufridas en nuestras dos ¨²nicas actividades: el turismo y la pesca", afirma Pina.
Pina gesticula con sentimiento mientras explica la mentalidad cerrada, propia de territorio siciliano, que a¨²n existe en el pueblo. "La gente se casa muy joven. Todo se hace con unas normas muy estrictas: el joven tiene que pedir la mano a los padres de la chica. Si ¨¦stos consideran que no es un buen partido, entonces los novios o se resignan o recurren a la fuitina, es decir, se escapan a las afueras del pueblo y as¨ª tienen que casarse forzosamente porque si no el honor de la chica queda comprometido".
Pina admite que por el hecho de ser mujer tiene que esforzarse mucho m¨¢s que sus colegas varones en el Ayuntamiento, y sonr¨ªe al afirmar que seguramente los mismos que la han elegido no escatiman cotilleos malignos a sus espaldas.
En su tiempo libre Pina da clases particulares a los ni?os y estudia, por libre, para la Universidad. "Mi vida sigue siendo la misma", afirma y a?ade con una ancha sonrisa: "Adem¨¢s tengo suerte porque mi novio tambi¨¦n es militante comunista y comparte mis opiniones y mis actividades".
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