Una 'walkiria' de lujo en la Zarzuela
Quiz¨¢ pueda medirse la juventud de un artista en su capacidad para sorprender. Entonces, Montserrat Caball¨¦ es, m¨¢s que joven, jovencis¨ªma. Nos ha sorprendido en su calidad de cantante wagneriana no porque no esper¨¢semos de ella mucho y hasta todo, sino porque su versi¨®n de Sieglinde tuvo matices de absoluta genialidad. Fue m¨¢s all¨¢ de lo que las palabras pueden explicar, pues sobre el c¨²mulo de datos descriptivos -tan in¨²tiles de rese?ar cuando estamos ante una diva de la categor¨ªa de Caball¨¦- a?adi¨® ese "algo m¨¢s", ese "certo non so che" capaz de convertir el ¨¦xito en aclamaci¨®n, el aplauso en apoteosis, la admiraci¨®n en emoci¨®n profunda.Vaya, pues, el primero y grande aplauso de La walkiria para nuestra Montserrat, sus dones, su talento, su voluntad emprendedora y la belleza -esta vez, s¨ª, verdaderamente ins¨®lita- de su arte. Dif¨ªcil resulta encarnar los personajes wagnerianos, pues si el autor del Anillo hizo milagros como m¨²sico, anduvo a ras de tierra como dramaturgo. El ¨²nico camino, incluido el dram¨¢tico, es encarnar la m¨²sica.
La walkiria
De Ricardo Wagner.Int¨¦rpretes: Siegfried Jerusalem, Hans Tschammer, Hans Sotin, Montsenrat Caball¨¦, Johanna Meier, Helga Dernesch, Elena Dimitrescu Rebecca Blankenship, Bianca Zambelly, Gabriele Lechner, Uta Palzar, Heide Rabal, Erika Detmer Brigitta Wutscher. Figurines, escenarios, luces y direcci¨®n esc¨¦nica: Hugo de Ana. Direcci¨®n musical: Gustav Kuhn. Orquesta Sinf¨®nica de Madrid, Orquesta Arb¨®s. Teatro L¨ªrico Nacional Ministerio de Cultura (INAEM). Teatro de la Zarzuela, 12 de mayo.
Montserrat Caball¨¦ asumi¨® los extraordinarios pentagramas wagnerianos como si les hubiera insuflado el calor teatral de sus hero¨ªnas de Verdi. Dio a Wagner esa latinidad que le fascinaba y que le llev¨® no s¨®lo a sus cap¨ªtulos biogr¨¢ficos italianos, sino tambi¨¦n a tratar de desentra?ar el Di¨¢logo de la lengua, de Juan de Vald¨¦s, por no hablar de su conocida devoci¨®n por Calder¨®n, tan generalizada entre los rom¨¢nticos alemanes.
Con Montserrat Caball¨¦, la direcci¨®n del teatro de la Zarzuela dispuso un reparto formado por aut¨¦nticas figuras, todas ellas prestigiadas, con experiencias y grandes bazas en el santuario de Bayreuth.
Expresi¨®n natural
Wagner como expresi¨®n natural, podr¨ªa titularse el comentario a cuanto hicieron Siegfried Jerusalem,(Siegmund), Hans Sotin (Wotan), Helga Dernesch (Fricka), Hans Tschammer (Hunding) y la americana Johanna Meier (Br¨¹nnhilde). Naturalidad en el concepto y en el comportamiento, propios de quienes tienen el h¨¢bito de Wagner. No basta este dato, sin embargo, cuando se hace obligado ensalzar la belleza vocal y la noble intensidad expresiva del tenor Jerusalem o cuando el p¨²blico se dej¨® fascinar por el arte de una Br¨¹nnhilde como la de la Meier, digna de sumarse a la gran antolog¨ªa de int¨¦rpretes de ese personaje.
El bajo Sotin encontr¨® el repertorio m¨¢s amplio de matices para su Wotan, admirable en el celeb¨¦rrimo mon¨®logo o en su escena con Fricka, en la que la Dernesch erigi¨® su alto, definitivo magisterio. Tschammer estableci¨®, desde el primer momento el gran tono musical de la representaci¨®n.
Lo l¨ªrico y lo heroico, lo violento, lo est¨¢tico y 10 din¨¢mico, los extremos de ensimismamiento y generosa extraversi¨®n, todo el cuadro de la ¨¦pica wagneriania qued¨® evidenciado en su m¨¢s hermosa condici¨®n: la de su simplicidad radical. Lo que no es simple es el argumento -dioses, hombres s¨ªmbolos-, pero s¨ª el modo con que Wagner los trasla d¨® al pentagrama, tratando sus propios libretos con fidelidad ex traordinaria a la palabra.
Hoy, cuando la mitificaci¨®n wagneriana carece de raz¨®n de ser, el asombro ante un hecho ar t¨ªstico como La walkiria procede del inter¨¦s, no de la filiaci¨®n.
Curioso y peregrino
"Vaya usted a Bayreuth como curioso, no como peregrino", re comendaba Ortega Munilla a Rodrigo Soriano. He aqu¨ª la actitud para entenderlo todo m¨¢s claro, incluidos los alt¨ªsimos valores de una obra que constituye una de las m¨¢s altas aportaciones a la historia de la cultura, antes a¨²n por sus valores de belleza y perfecci¨®n que por su pretendida condici¨®n prof¨¦tica.
Maestro oper¨ªstico
Con ese magn¨ªfico reparto todo deb¨ªa marchar como sobre irutedas. Pero eran necesarios, todav¨ªa, dos elementos, un piquete de walkirias cohesionado y valioso, individual y colectivamente, y el trabajo de un director. Conociamos a Gustav Kuhn por su actuaci¨®n en Barcelona, no en Wagner, sino en Mozart. Ahora ha confirmado la excelente la impresi¨®n primera: se trata de un gran maestro oper¨ªstico y de un excelente trabajador de la orquesta.
La Sinf¨®nica de Madrid, titular del Teatro de la Zarzuela, ha alcanzado en La walkiria su cota m¨¢xima: la de actuar con dignidad y eficacia, a veces con inusitada brillantez, al lado de un plantel de primeras figuras. La dial¨¦ctica expresiva de Kuhn iresponde al gusto de nuestro tiempo: incisiva, emocional, bien articulada, pero renuente a cualquier exceso. Para ¨¦l fue buena parte de las largas ovaciones escuchadas en el Teatro de la Zarzuela de Madrid.
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