Discreci¨®n, si; silencio, no

"Cuanto menos se hable de los rehenes, mejor para ellos". El primer ministro, Jacques Chirac, ha insistido de nuevo en que la discreci¨®n es un elemento esencial en las negociaciones. "Una cosa es mantener un mutismo sobre los contactos pol¨ªticos y diplom¨¢ticos, y otra muy distinta exigir que la opini¨®n p¨²blica permanezca paralizada", replica Joelle Kauffman, esposa de uno de los secuestrados.

Los familiares y amigos de los rehenes y los medios de comunieaci¨®n se preguntan angustiados cu¨¢l debe ser su actitud. Si mantienen viva la campa?a que reclama su libertad, los poderes p¨²blicos le reprochan su inconsciencia. Si guardan silencio, los propios secuestrados les acusan de haberlos olvidado y de mantener una c¨®moda inactividad. "No he o¨ªdo hablar de ning¨²n prisionero en el mundo que haya sido asesinado por culpa de la opini¨®n p¨²blica; es muy f¨¢cil no hacer nada por miedo a hacer algo mal". La opini¨®n de Joelle Kauffman, protagonista desde hace un a?o de una agotadora campa?a para avivar el recuerdo del secuestro de su marido, no es compartida por todo el mundo.

Mary Seurat, esposa del soci¨®logo asesinado, estima, por el contrario, que la Prensa ha hecho el juego a los secuestradores y que es parcialmente responsable de su muerte.