Rafael Tr¨¦nor
Un escultor que toma por modelo el sistema solar
Una de esas obras se llama Autopista del sistema solar, y es una de las piezas que m¨¢s le gustan. Tr¨¦nor ha hecho nueve esculturas, los nueve planetas, que estar¨ªan situados a lo largo de la carretera Madrid-Barcelona. "Est¨¢ pensado a escala 1: 100.000.000", explica Tr¨¦nor. "Los planetas, as¨ª como las distancia que les separan, est¨¢n tambi¨¦n a escala. Seg¨²n mis c¨¢lculos, un coche a 108 kil¨®metros por hora llevar¨ªa, tambi¨¦n a escala, la velocidad de la luz. Eso me pareci¨® muy po¨¦tico, porque la luz es lo que el arte ha intentado representar siempre. Ser¨ªa convertir a la gente en luz. Ver¨ªan J¨²piter y se olvidar¨ªan, hasta que 100 kil¨®metros m¨¢s all¨¢ se volver¨ªan a encontrar con Saturno y volver¨ªan a recordar que est¨¢n en el sistema solar".En realidad, todas las esculturas de Rafael Tr¨¦nor son maquetas de monumentos -Venus en un parque, Plut¨®n en la cuneta-. "La pir¨¢mide de Plut¨®n la so?¨¦", dice, "as¨ª que es en la que m¨¢s confianza tengo, siguiendo las teor¨ªas de Borges, que sue?a los argumentos". Rafael Tr¨¦nor parece portar ese cadencioso ritmo c¨®smico cuando habla e incluso cuando cruza una gran avenida con esa delgadez suya de gur¨² indio, esa corbata de corte europeo y su pelo cano recogido en una coleta que es ilusi¨®n suya desde que era peque?ito y que ahora luce m¨¢s satisfecho porque no la lleva nadie. Naci¨® en Valencia hace 40 a?os, y Menorca cambi¨® su vida. Hab¨ªa estudiado -que no terminado- tres carreras y hab¨ªa huido al Reino Unido de los a?os sesenta cuando una primavera alguien le llev¨® a la isla. De eso hace 14 a?os. Ahora vive tranquilo, con su esposa y un perro, en la isla de Menorca. "Tal vez el arte me parece una forma de expresi¨®n m¨¢s certera que la ciencia sola", dice ante una taza de caf¨¦. "La ciencia puede describirte lo racional, aquello que tu raz¨®n puede entender, pero el arte puede ir m¨¢s all¨¢, usando la raz¨®n. En este momento creo mucho m¨¢s, por ejemplo, en la poes¨ªa que en la filosof¨ªa".
"Sin duda hemos progresado", dice Rafael Tr¨¦nor, "pero nuestras perplejidades son las mismas que las del hombre del Renacimiento o que las del hombre pitag¨®rico". Su afici¨®n a la astronom¨ªa es la afici¨®n a asomarse a lo que la raz¨®n s¨®lo vislumbra. "La aventura humana era, en tiempos de Col¨®n, cruzar el oc¨¦ano. Ahora tienes en la mesilla del dormitorio un libro chino y llevas una corbata de Cambridge y un pantal¨®n oriental. Ya somos habitantes de la Tierra. El oc¨¦ano infinito es el universo, al que mandamos nuestras naves. Creo que cada vez vamos a sentir m¨¢s inter¨¦s por estos temas".
Rafael Tr¨¦nor no ha conseguido que ninguna de sus esculturas se haga monumento. "No me desespera porque, como dice Machado, el arte es largo. Conf¨ªo en que se har¨¢ alguno. Creo en el destino, creo en las musas, creo en todas esas cosas en las que no cree la gente de hoy d¨ªa".
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