El poeta que pintaba el llanto de los payasos
300 dibujos de Garc¨ªa Lorca se exponen a partir de hoy en Granada
Una dedicatoria a Sof¨ªa, una joven chilena, en "1931, abril republicano", deja a quien observa los dibujos de Federico Garc¨ªa Lorca pensativo sobre su supuesta indiferencia pol¨ªtica. Unos 300 dibujos que cre¨® en poco mas de una d¨¦cada forman una exposici¨®n que ser¨¢ inaugurada hoy en la Fundaci¨®n Rodr¨ªguez Acosta, de Granada. All¨ª se exhiben un paquebote con 1.000 ojos de buey, dibujado en un atlas del colegio, y el rostro trazado con dos flechas y muchas l¨¢grimas (?de sangre?), elegido como logotipo de la Fundaci¨®n Garc¨ªa Lorca.
El pulso de Garc¨ªa Lorca es ya m¨¢s o menos conocido -su firma de iniciales alt¨ªsimas, sus flores que se transforman en peces-, aunque ¨¦sta ser¨¢ la primera vez que se pueda ver tal cantidad de obra: adem¨¢s de los 280 dibujos, unas treinta dedicatorias de libros. Como Alberti, amigo y compa?ero de generaci¨®n, Garc¨ªa Lorca ofrec¨ªa o regalaba a menudo sus libros con dibujos, que es una forma de convertir en objeto ¨²nico lo que no lo es al nacer.Los textos de las dedicatorias no destacan por su originalidad -"para Mar¨ªa Cartagena, recuerdo de admiraci¨®n y simpat¨ªa"-; en cambio, es raro que los dibujos aburran: un Arlequ¨ªn ahogado sugiere casi tanto como los versos de Poeta en Nueva York, su poemario, tal vez m¨¢s complejo, y el rostro del logotipo de la Fundaci¨®n Garc¨ªa Lorca -unos labios, una cara de s¨®lo un trazo terminado en flechas, 15 l¨¢grimas oscuras- recuerda en su extremada sencillez la formidable capacidad de s¨ªntesis del Picasso grabador.
Son dibujos de poeta, en su aparente frescura -flores, peces, arlequines-, mas, al igual que en los versos de su autor, la frescura no es s¨ªntoma de sencillez, ni mucho menos. Quien parece un payaso ilustra una dedicatoria, cierto, pero es un payaso que llora y tiene una mano con nueve dedos. Quiz¨¢ sea un soldado. Rayas cabal¨ªsticas dividen rostros serios y numeran los espacios con cifras enigm¨¢ticas. Una mujer desproporcionada carece de ojos, lleva pechos redondos y un sexo que parece una cuchillada, nada que ver con el sexo tambi¨¦n expl¨ªcito, aunque alegre, del ¨²ltimo Picasso.
Garc¨ªa Lorca no estudi¨® nunca dibujo, ni pintura, y sin embargo parece que lleg¨® a tom¨¢rselo m¨¢s en serio que quien garabatea un barco para un ni?o. Por lo visto dibujaba porque s¨ª, en cualquier parte, y as¨ª lo confirman bocetos de soldados, margaritas, lunas, en p¨¢ginas del Romancero. Era en 1924, cuando escrib¨ªa El romancero gitano. Sus dibujos aparecen al lado de El maldiciente, romance an¨®nimo que comienza: "Ese conde Cabreruelo, con el rey come a la mesa...".
No son dibujos improvisados, en cambio, los que regala al cr¨ªtico Sebasti¨¢n Garc, -asegurados hoy por medio mill¨®n de pesetas cada uno-, ni algunos que agradecen en cartas sus amigos, como "una dama espa?ola" de la que Pedro Salinas acusa recibo, en el a?o 1926, y que dice que ya ha colgado en su despacho. Ese dibujo se ha perdido y s¨®lo se sabe de ¨¦l por esa carta.
La m¨²sica
No dibuj¨® mucho. Quiz¨¢ unos 300 dibujos en total, y en poco m¨¢s de una d¨¦cada: sobre todo a partir de 1925. La m¨²sica era sin duda m¨¢s importante en su vida: tocaba guitarra y piano y en Madrid se recordaban sus improvisaciones sobre el piano de Aleixandre. Hab¨ªa conseguido el virtuosismo de improvisar a la manera de...El poeta recitaba tambi¨¦n magn¨ªficamente, y eso enlaz¨® su dibujo con el teatro: realiz¨® las ilustraciones para una edici¨®n min¨²scula de algunas de sus obras, como Mariana Pineda. De las dotes de artista de Federico puede ser una imagen la velada que organiz¨® la noche de Reyes de 1923 en su casa de Granada.
Para su hermana Isabel y sus amigos que entonces tendr¨ªan unos 11 a?os, Federico mont¨® en la Huerta de San Vicente un gui?ol con la historia de un pr¨ªncipe pregunt¨®n.
A¨²n se conservan bocetos y fondos para el escenario. Tambi¨¦n hab¨ªan acudido los amigos del poeta, y entre otros Manuel de Falla, que interpretaba m¨²sica de Stravinsky.
Parte de los dibujos de Garcia Lorca cruzaron la dictadura metidos en ba¨²les en un guardamuebles, custodiados por familiares. La familia m¨¢s directa, que se asil¨® en Estados Unidos, se llev¨® consigo algunos, m¨¢s bien pocos. Otros aguardaron en la casa familiar, en Granada.
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