Luis Bard¨®n
El dif¨ªcil equilibrio entre un comerciante de libros y un bibli¨®filo
Desde peque?o no hizo otra cosa que leer. Eran los tiempos en que los hijos eran obedientes y segu¨ªan los pasos trazados por los padres, sobre todo cuando ten¨ªan, como ¨¦l, la responsabilidad de ser el ¨²nico hijo var¨®n. As¨ª pues, Luis Bard¨®n creci¨® sabiendo que ¨¦l ser¨ªa, como su padre, un librero de antiguo. Su fidelidad al negocio familiar le ha tra¨ªdo muchas horas de trabajo y una recompensa: la amistad de hombres de cultura que se han acercado a curiosear y charlar a su prestigiosa Librer¨ªa para Bibli¨®filos.
Desde sus 53 a?os y sus 50.000 vol¨²menes impresos -"contando los folletos de menos de 50 p¨¢ginas"-, este madrile?o canoso, delgado y austero, se obstina en mirar el mundo del libro antiguo con ut¨®pico romanticismo. Para ¨¦l un libro viejo no es simplemente una encuadernaci¨®n, la huella de un impresor famoso, un grabado o una fecha remota, sino, sobre todo, una fuente de conocimiento. Rechaza a los inversionistas y a los que consideran al libro como objeto de decoraci¨®n, y, para no dejar dudas sobre la sinceridad de sus palabras, aclara: "Mis libros est¨¢n clasificados por temas".La librer¨ªa de los Bard¨®n, situada en la madrile?a plaza de las Descalzas, naci¨® en 1943 cuando el padre de Luis se emancipa de la casa Molina, donde trabajaba, para establecerse por su cuenta. A su muerte, en 1964, las riendas del comercio quedan en manos del hijo. Para entonces los secretos del negocio son ya viejos conocidos de un joven Bard¨®n dedicado plenamente a la librer¨ªa desde que finalizara sus estudios de bachillerato en el instituto San Isidro.
El negocio del libro antiguo, reconoce Bard¨®n, "es un pez que se muerde la cola". Los libreros compran las bibliotecas que, por placer, los coleccionistas tardaron a?os en acurnular. Luego est¨¢n las otras compras, las de libros individuales, elegidos con mucho m¨¢s cari?o de acuerdo a los gustos personales. De todo este material se venden al a?o no m¨¢s de 1.000 o 1.500 vol¨²menes. La movilidad, b¨¢sica en cualquier otro negocio, aqu¨ª no existe. "?ste es un negocio de afici¨®n, familiar y artesanal, no una forma de hacerse rico", declara. "Funciona porque somos pocas personas. Pero el dinero que hay invertido en estos libros producir¨ªa m¨¢s s¨®lo con el inter¨¦s que te dan en un banco".
Pero si sus libros son un orgullo para ¨¦l, todav¨ªa m¨¢s lo son sus clientes. Con Enrique Tierno Galv¨¢n mantuvo durante a?os una tertulia a dos. "Ven¨ªa todos los s¨¢bados una hora por la ma?ana y habl¨¢bamos siempre de temas literarios y eruditos. Era una clase particular, para m¨ª s¨®lo". Enrique Tierno no era un gran comprador porque "mucho dinero no ten¨ªa, pero s¨ª un gran gusto por las cosas. Le interesaba el didactismo del XVII, la pol¨ªtica de los siglos XVI y XVII, la poes¨ªa... Siempre los libros de pensamiento". El poeta D¨¢maso Alonso y el acad¨¦mico Eugenio Asensio han sido tambi¨¦n visitantes asiduos de su librer¨ªa. Cuando el rey don Juan Carlos visit¨® al entonces presidente franc¨¦s Giscard d'Estaing en Par¨ªs llevaba de regalo un conocido libro impreso en Espa?a: La conjuraci¨®n de Catilina y la guerra de Jugurta, de Cayo Crispo Salustio, en la edici¨®n de Joaqu¨ªn Ibarra de 1772. El libro proced¨ªa de los fondos de Bard¨®n.
A caballo entre dos personalidades aparentemente contradictorias, la de un comerciante serio avalado por su fama y la de un amante de los libros, Bard¨®n asegura que "desgraciadamente" es capaz de sintetizar sus dos perfiles y sonr¨ªe al contemplar su vida desde tan incomprensible equilibrio.
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