El encuentro de las 'vanguardias' de Madrid y Vigo se dispers¨® en la algarab¨ªa de la fiesta
Gastronom¨ªa y vida nocturna convivieron con exposiciones y espect¨¢culos callejeros
Un tren cargado de modernos y algunos infiltrados lleg¨® el s¨¢bado por la ma?ana a Vigo. Era la expedici¨®n Madrid-Vigo, encuentros en la vanguardia, organizada por el Ayuntamiento vigu¨¦s y la Comunidad de Madrid. En dos d¨ªas, encuentros, pocos; vanguardia, incierta. Eso s¨ª, muchas copas y mucha algarab¨ªa. En la fiesta de despedida, anoche, Teresa Lozano D¨ªez, de Madrid, result¨® herida por una botella que lanz¨® Fabio Macnamara, y en el hospital General de Vigo le dieron tres puntos de sutura.
Dicen que la movida se pari¨® en las tabernas, en los tugurios promiscuos y sensuales del Madrid de hace una d¨¦cada. Algunos ciudadanos esc¨¦pticos est¨¢n convencidos de que la movida fue una ocurrencia de los taberneros para alegrar la rentabilidad de sus locales. De hecho, el hermanamiento de Vigo y Madrid propiciado en la operaci¨®n tiene todos los aromas del entorno burs¨¢til.El tren de los modernos estaba saturado de tipos de inter¨¦s: Joaqu¨ªn Leguina, Manuel Soto, Alaska, El Hortelano, Lolo Rico, Alberto Garc¨ªa Alix, Carlos Berlanga, Ana Curra... Dos instituciones han tenido la habilidad de convertir a los tipos marginales en tipos medios moderados. Al contrario que la vida, la movida no es un frenes¨ª, sino un paquete de acciones con pocas obligaciones.
Lo de que la movida se haya aposentado en Vigo es un gui?o de la historia: un gallego hizo la coreograf¨ªa del Movimiento Nacional, y como la movida es una forma de movimiento, los gallegos se apresuraron a apuntare en la lista los primeros. Y en esta ocasi¨®n han demostrado ostentosamente, ante la caprichosa zarabanda del arcangelado madrile?o, que en Vigo se mueven todos sin respiro, y que el que no corre, vuela.
Moda para pol¨ªticos
Mientras que su alcalde, Manuel Soto, iba vestido de Adolfo Dom¨ªnguez, el presidente madrile?o, Joaqu¨ªn Leguina, estaba disfrazado simplemente de Leguina. Y eso no es una casualidad. Incluso la cantante Alaska, aunque luci¨® copiosos modelos a cual m¨¢s incisivo, se mantuvo en todo momento interpret¨¢ndose a s¨ª misma.El programa de actos no era apto para esp¨ªritus sosegados: en dos d¨ªas no se puede digerir exposiciones de pintura, fotograf¨ªa y dise?o, espect¨¢culos callejeros de mu?ecos ahorcados, el estreno de la opereta de Ant¨®n Reixa After shave, un concierto de Siniestro Total, Los Nikis y Gabinete Caligari, un recorrido m¨¢gico-et¨ªlico por los locales m¨¢s representativos de la movida nocturna viguesa y un intercambio gastron¨®mico contundente. Hasta la bola. (El cocido fue ejecutado por los cocineros del restaurante La Bola, de Madrid, que se trasladaron a Vigo con todos los ingredientes, incluidos pucheros y parrillas.)
Si alg¨²n observador quiso saber en qu¨¦ consiste la movida aprovechando el tinglado del hermanamiento Vigo-Madrid, seguramente no se habr¨¢ enterado de casi nada. Curiosamente, los protagonistas oficiales se han desmarcado. Muy poca gente se considera en n¨®mina: sencillamente se deja querer. Pero hasta tal punto el t¨¦rmino movida crispa a algunos de los que fueron sus santones, que ya ni la mencionan.
Es un juego, un divertimento que ha influido de alg¨²n modo en la est¨¦tica superficial de algunas personas y de algunas ciudades. Lo m¨¢s notable que ha producido pertenece al mundo del dise?o y al de la transformaci¨®n de espacios urbanos. Y la noche, la vida de rosa y de risa, el despendole, los modistos, los peluqueros, las chaquetas desmesuradas, el sincretismo, las tabernas y los cantores sarc¨¢sticos.
El director de La luna de Madrid, Jos¨¦ Tono, dec¨ªa: "Nosotros somos comparsas".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.