V¨ªctimas
A partir del 27, y durante tres d¨ªas, se van a celebrar en Madrid distintos actos recordatorios de las v¨ªctimas del franquismo. Luego, en Barcelona, el sentido de la conmemoraci¨®n se centrar¨¢ en torno de la figura de Puig Antich, y si bien los organizadores de la conmemoraci¨®n estatal han obtenido el respaldo de buena parte de las formaciones pol¨ªticas y sociales que componen la izquierda, en Barcelona, hasta ahora, ha habido una cierta usura o abstinencia, como si la mala conciencia por todo lo que no se hizo en 1974 tuviera una alargad¨ªsima mala sombra.No se trata ya de contar con unos dedos gigantescos los muertos de una guerra civil in¨²til, provocada por una megaloman¨ªa integrista azuzada desde las capitales del fascismo internacional. Se trata de conservar en la memoria colectiva un b¨¢rbaro y cruel desprop¨®sito aniquilador de la mitad al menos de las conciencias de Espa?a, que dej¨® un rastro incalculable de muertos totales y de muertos en vida, de cad¨¢veres materiales y de cad¨¢veres morales.
Un desprop¨®sito que perdur¨® a lo largo de 36 a?os de victoria permanente y que a¨²n hoy conserva en la morgue del pragmatismo v¨ªctimas por deshibernar, como los militares de la UMD o los militares republicanos, que siguen siendo tratados como culpables hist¨®ricos, culpables de su fidelidad a una Constituci¨®n soberana porque era el resultado de un consenso popular.
Y tampoco hay que darle a estos acontecimientos un color amarillento de batallita del abuelo, sino el exacto tono de una irracionalidad ejemplar que no fue vencida, sino simplemente disuadida, desaconsejada por la historia y que a¨²n permanece agazapada a la espera de tiempos mejores o peores, seg¨²n se mire. La ola de ahistoricismo que nos invade es la conjura ideol¨®gica reaccionaria mejor urdida desde la Contrarreforma. Los marcianos est¨¢n entre nosotros. Les llaman yuppies' y no creen en la divisi¨®n que se establece ante todo pelot¨®n de fusilamiento entre v¨ªctimas y verdugos. Cada cual da o le dan seg¨²n sus m¨¦ritos.
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