Sobar y pegar
Las grandes expectativas no suelen ayudar a asimilar bien los espect¨¢culos que llegan precedidos de fama y esc¨¢ndalo. Human sex es un caso t¨ªpico donde el rumor, las descripciones previas -y para una minor¨ªa el avance de un v¨ªdeo- han contribuido a una parcial decepci¨®n, aunque siempre ha sido interesante poderlo ver en directo.Al espect¨¢culo de Edouard Lock, como a casi toda obra dejo ven novel -¨¦sta es su tercera producci¨®n con el grupo-le sobra tiempo esc¨¦nico e ideas sueltas sin desarrollar que se quedan en el boceto prometedor. Con los 20 primeros minutos y algunos bailes de resto se hubiera conseguido un acto recdondo de gran impacto. Esto llega hasta la lectura coreogr¨¢fica, donde hay mucha danza, desde rolling hasta gestualidad calcada del break dance, pero no siempre bien ordenada. El baile personal de Lock es un acto tangente de g¨¦nero conceptual que recuerda la ¨²ltima y casi pat¨¦tica presencia de Merce Cunningham entre sus bailarines.
Human Sex
Grupo La La La Human Steps (Canad¨¢). Coreograf¨ªa: Edouard Lock; m¨²sica: Randall Kay, Konrad Kinard, Louis Seize. III Festival de Oto?o. Teatro Espa?ol. Madrid, 3 de octubre.
Human sex abusa de una compulsi¨®n religiosa donde el peligro, mezclado a una malvada inocencia, se erige en reto entre los bailarines. Se trata de una sucesi¨®n de duelos (o juegos) alimentados por el terror del accidente posible. El riesgo de una fractura, contusi¨®n o magulladura son el leitmotiv oculto que Lock reconvierte hasta un humor perverso y fr¨ªo donde no faltan las citas culturales que recuerdan el pasado cl¨¢sico del core¨®grafo (la segunda posici¨®n de las manos, cierta attitude fugaz).
Pero perro ladrador, poco mordedor, y esta performance tiene mucho de antisexy. El metalenguaje del sexo est¨¢ sublimado hasta perderse en una reacci¨®n donde no s¨®lo no hay lugar para la ternura sino tampoco para el amor
?sta es una de las claves intencionales de Edouard Lock: la ausencia de amor entre y a sus bailarines.. La calistenia amatoria es representada por un movimiento sin espiritualidad alguna.
Son escenas sueltas sin cl¨ªmax ni unidad que justifiquen los aislados aciertos de la obra (d¨²o a lo Klaus Nomi, pas de deux de los dos chicos).
Hay un paso b¨¢sico, una especie de fisch en tierra, alrededor del cual se codifica gran parte de la coreograf¨ªa. Es una acci¨®n-repulsi¨®n donde casi siempre participar¨¢n tres integrantes y donde se demostr¨® la eficacia de Louise Lecavalier, una chica esculpida en el body building con un resultado fascinante y atrayente.
Toda la seducci¨®n de la obra se apoya en ella y su piel de cera; unos b¨ªceps muy marcados, el fino bigote casta?o (postizo, naturalmente) y esa cara de ¨¢ngel terrible hacen el resto. M¨¢s de un espectador sali¨® con una idea fija: "Este, es lo que yo quiero en la vida: que me sobe y me pegue, pero que me mire as¨ª".
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