La guerra en los oc¨¦anos
Una tercera guerra mundial, de producirse, no respetar¨¢ el mar, como no respetar¨¢ los continentes. La evoluci¨®n de las armas no s¨®lo ha sofisticado t¨¦cnicamente todas las Armadas del globo sino que ha modificado sustancialmente el papel de las mismas, tanto en guerra como en la paz. Especialmente tras la introducci¨®n del armamento nuclear en submarinos y en otros buques de superficie. Seguramente que el m¨¢s llamativo de estos cambios ha sido el desarrollo de una formidable fuerza nuclear estrat¨¦gica lista para ser lanzada desde el fondo de los mares. Su despliegue por los Estados Unidos y la URSS, pero tambi¨¦n por el Reino Unido, Francia y China, ha a?adido una cara m¨¢s a la disuasi¨®n y a la guerra nuclear.Hasta la II Guerra Mundial, la guerra naval buscaba dos objetivos: atacar el comercio del enemigo y forzar a la flota de ¨¦ste en acciones mayores, a fin de negarle su habilidad de impedir el movimiento de las tropas de uno mismo. Para cumplir estas misiones eran apropiados los buques de superficie. Incluso los submarinos fueron en un principio utilizados como naves de ataque en superficie, contando la inmersi¨®n para la huida.
El matrimonio entre el submarino y la energ¨ªa nuclear primero, y entre el submarino nuclear y los misiles intercontinentales despu¨¦s, llevar¨ªa a la creciente importancia de estas naves.
Autonom¨ªa de las naves
Por un lado, la propulsi¨®n nuclear libraba a los submarinos de su punto m¨¢s flaco: la necesidad de emerger para recargar sus bater¨ªas y tomar aire. As¨ª, el primer submarino at¨®mico norteamericano cubrir¨ªa en su tercer viaje una ruta de m¨¢s de 150.000 millas n¨¢uticas y la nave brit¨¢nica HMS Warspite podr¨ªa patrullar en el Atl¨¢ntico sur durante 16 semanas sin emerger ni cambiar de tripulaci¨®n. Esta creciente autonomm¨ªa significaba una mayor invulnerabilidad para las naves, de ah¨ª que con la posibilidad de lanzar misiles de largo alcance desde el agua, el atractivo para hacer de los submarinos aut¨¦nticas plataformas sumergidas de misiles intercontinentales se hiciera m¨¢s potente que nunca.
La escasa precisi¨®n de un SLBM (misil bal¨ªstico a bordo de un-submarino), lanzado en movimiento, subrayaba su valor como fuerza de segundo golpe, disparadas contra las poblaciones enemigas en represalia ante un ataque. Su aparente indestructibilidad y su pavorosa letalidad hacia de los submarinos nucleares los garantes ¨²ltimos de la disuasi¨®n.
De esa forma, los Estados Unidos botar¨ªan el George Washington en 1959, comenzando las patrullas regulares en el Atl¨¢ntico un a?o despu¨¦s, en 1963 en el Mediterr¨¢neo, y en 1964 por la zona del lejano Oriente. La URSS dio muestra de su inter¨¦s en los misiles lanzados desde el mar desde 1955. Desde entonces, los nuevos tipos muy mejorados, tanto en las capacidades del buque como en el armamento que porta, no han dejado de sucederse. Igual ocurri¨® en el lado norteamericano. Y lo mismo vale para Gran Breta?a y Francia, fuerzas actualmente en plena modernizaci¨®n. Las del Reino Unido desde 1980 con la introducci¨®n de una nueva cabeza, la Chevaline, y las francesas reemplazando su cabeza M-20 por un tipo MIRV de cuatro cabezas m¨²ltiples. La nueva M-4 ser¨¢ colocado en los 80 SLBM instalados en los cinco submarinos nucleares franceses.
En la actualidad, y seg¨²n estimaciones del Instituto de Estudios Estrat¨¦gicos de Londres, s¨®lo los dos grandes suman 114 nav¨ªos (con 37 norteamericanos frente a 77 submarinos sovi¨¦ticos) que albergan m¨¢s de 1.500 misiles (640 de EE UU y 979 para la URSS). Esta disparidad num¨¦rica se invierte si tenemos en cuenta que el n¨²mero de cabezas es casi el doble en beneficio de los EE UU, que disponen de 5.060 en sus lanzadores submarinos. Igualmente, cabr¨ªa a?adir otras relativizap¨ªcines como el n¨²mero de buques patrullando constantemente, muy inferior por parte sovi¨¢ica, el acceso al mar, etc¨¦tera.
En cualquier caso, de lo que no cabe duda, es de que todo un arsenal capaz de matarnos varias veces si ello fuera pensable, yace o navega calladamente en la oscuridad de los oc¨¦anos. Para ello la t¨¦cnica ha provisto de mayores y m¨¢s resistentes cascos, de motores silenciosos y de mayores rendimientos, entre otras, mejoras. Aunque tambi¨¦n empieza a otorgar la posibilidad de localizar y seguir la inmersi¨®n de los buques enemigos. Tal vez sea la ASW, la guerra antisubmarina, la parcela que m¨¢s sorpresa nos depare en los pr¨®ximos a?os.
El reciente desastre del submarino sovi¨¦tico en, aguas internacionales no puede sino intranquilizarnos. En primer lugar, porque la tecnolog¨ªa no encuentra un buen a?o en 1986, sat¨¦lites que no se lanzan, centrales nucleares que producen m¨¢s muerte que energ¨ªa el¨¦ctrica, y ahora un nav¨ªo cargado de misiles nucleareas. En segundo lugar, ya que salta siempre la interrogante ?qu¨¦ hacen los submarinos patrullando cerca de su potencial enem¨ªgo?, porque se encontraba en una excelente posici¨®n de tiro, tan buena que en escasos minutos cualquier parte de los Estados Unidos hubiese quedado vitrificada, y de una forma tan r¨¢pida y tan baja que ning¨²n escudo espacial podr¨ªa parar el golpe. Y porque, en tercer lugar, no olvidemos que esta presente amenaza se realiza en plena impunidad legal. Ni la Convenci¨®n del Mar ni los acuerdos bilaterales fimitan los usos y abusos de las aguas internacionales.
Quiz¨¢ este suceso nos haga formularnos algunas preguntas, particularmente a los espa?oles, quienes por nuestra particular situaci¨®n geogr¨¢fica, con ese estrecho de Gibraltar aut¨¦ntica llave para el Mediterr¨¢neo, debemos ser conscientes de los potenciales riesgos que el tr¨¢fico mar¨ªtimo militar. conlleva, m¨¢s si no se trata de un aliado.
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