Galicia o la supervivencia del feudalismo rural
La Audiencia coru?esa condena a una mujer que se resisti¨® a abandonar las tierras que trabajaba
C¨¢ndida Ulfe, de 57 a?os, labradora, vecina de As Enchousas (La Coru?a), ha sido condenada por la Audiencia de La Coru?a a un mes de arresto y una multa por un delito de desobediencia y resistencia a la autoridad junto con un hijo y una vecina. En noviembre de 1984 se encerr¨® en su casa, con su hija de tres a?os y su t¨ªa de 77, para tratar de impedir que la echaran de las tierras que trabajaba. El relato del asedio de la Guardia Civil, que desgrana con su voz ani?ada, se interrumpe siempre en un punto: "Me dieron con un bote de humo en el cuello y despert¨¦ en el hospital".
La pasada semana, la audiencia coru?esa conden¨® a C¨¢ndida Ulfe a un mes de arresto y multa por desobediencia, y a su vecina Mar¨ªa Pena Vilaboy, acusada de atentado, a seis meses y a indemnizar a un guardia civil al que agredi¨® con una hoz. Los Ulfe trabajaron durante m¨¢s de cinco generaciones cerca de 200 ferrados (unas 10 hect¨¢reas) en As Enchousas (una zona deprimida de monta?a al noroeste de Ferrol) con un r¨¦gimen de arrendamiento semi feudal que no vari¨® mucho desde la primera generaci¨®n: en lugar de pagar en trigo, lo hac¨ªan con su equivalente en met¨¢lico.Esta versi¨®n entre contempor¨¢nea y medieval de Ra¨ªces profundas se inici¨® cuando Armando Romero Castrill¨®n, cabeza visible de una sociedad de explotaci¨®n agraria, compr¨® a los herederos de la condesa de Pardo Baz¨¢n unos 3.000 ferrados que explotaban 17 familias en condiciones parecidas a los Ulfe. Algunos afirman que se enteraron del cambio de due?o cuando les dijeron que ten¨ªan que dejar las tierras; otros, confiando en los eternos "intermediarios y consejeros legales" del campo gallego, presentaron recurso fuera de plazo.
Para Emilio L¨®pez, Milucho secretario general de Comisions Labregas, un sindicato ligado tradicionalmente a este tipo de conflictos, el caso de As Enchousas no es ni mucho menos el ¨²nico. Seg¨²n sus estimaciones, el 10% de los labradores gallegos explota las tierras en diversos reg¨ªmenes de arrendamiento bajo la denominaci¨®n com¨²n de caseiros. Para el dirigente sindical, la mayor¨ªa de estas situaciones constituye "claros vestigios de un sistema econ¨®mico feudal", y la actuaci¨®n concreta en As Enchousas, "una pr¨¢ctica que no desdice de las utilizadas en los reg¨ªmenes surafricano o chileno".
Pr¨®rroga
De 5.000 a 6.000 explotaciones en r¨¦gimen de arriendo incumplen la regla general del campesino gallego como peque?o propietario, seg¨²n la documentaci¨®n que acompa?aba a una propuesta del economista Xos¨¦ Manuel Beiras, ¨²nico diputado del Bloque Nacionalista en el Parlamento gallego, y que logr¨® en la C¨¢mara el m¨ªnimo consenso para que se prorrogase en dos a?os el plazo que la ley de Arrendamientos R¨²sticos concede para la extinci¨®n de los mismos, y que finalizaba este a?o.Beiras present¨® hace poco una interpelaci¨®n sobre otro caso en Berdoias (La Coru?a), en que los propietarios obstaculizan desde hace a?os el acceso legal a la tierra de los campesinos que pagan por trabajarla.
En As Enchousas quedan en la actualidad siete u ocho familias en esta situaci¨®n. El resto se fue o se las arregl¨® para recuperar las tierras, pagando por lo general el doble de lo cobrado por los antiguos propietarios.
C¨¢ndida estaba precisamente en tratos con un socio de Armando Romero para comprar parte de las tierras. "Cuando le ped¨ª que esperase, que iba a adquirir parte de los terrenos, me amenaz¨® y dijo que o desalojaba o mandaba una excavadora". Al regresar del hospital, C¨¢ndida comprob¨® que lo de la excavadora iba en serio: la casa estaba reducida a escombros. Los vecinos le dieron ropa y obreros de Astano y sindicalistas agrarios le construyeron d¨ªas despu¨¦s un refugio con los restos de su vivienda.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.