30 meses de divorcio pol¨ªtico
La querella y la reacci¨®n de Pujol provocaron la incomunicaci¨®n personal con Felipe Gonz¨¢lez
Jordi Pujol se ha negado a aceptar, en los dos a?os y medio que median desde que la fiscal¨ªa acord¨® presentar la querella por el caso Banca Catalana hasta ahora, que el presidente del Gobierno, Felipe Gonz¨¢lez, no tuviera conocimiento previo de esa decisi¨®n y no la autorizara. El presidente de la Generalitat ha tenido desde entonces un profundo convencimiento de que Felipe Gonz¨¢lez estuvo detr¨¢s de lo qu¨¦ ¨¦l califica de "jugada indigna" contra su persona y contra Catalu?a. Esta convicci¨®n cre¨® unas profundas diferencias personales que a los ojos de todos los observadores pol¨ªticos resultan inseparables de la tensi¨®n que desde entonces ha condicionado profundamente la vida pol¨ªtica catalana y en particular las relaciones de la Generalitat con la Administraci¨®n socialista.
Dirigentes de Convergencia Democr¨¢tica (CDC), sin disculpar lo que llaman responsabilidades pol¨ªticas del Gobierno -por omisi¨®n o porque no desautoriz¨® a la fiscal¨ªa-, han llegado a aceptar como posible que el Gobierno no estuviera detr¨¢s de la acci¨®n de los fiscales y la desconociera hasta el momento en que se divulg¨®. Pero admiten que ¨¦ste es un enfoque del que el presidente catal¨¢n "no quiere ni o¨ªr hablar".De forma rec¨ªproca, el presidente Gonz¨¢lez se sinti¨® "profundamente herido", seg¨²n fuentes cercanas a la Moncloa, por las palabras pronunciadas por Pujol desde el balc¨®n del Palau de la Generalitat, el d¨ªa en que se le invisti¨® para un segundo mandato. Ante miles de personas que se manifestaban para desagraviarle, Pujol dijo: "El Gobierno central ha hecho una jugada indigna" y, "en adelante, de ¨¦tica y moral hablaremos nosotros y no ellos".
La tensi¨®n personal que se abri¨® entre ambos ha provocado que en los 30 largos meses siguientes la comunicaci¨®n entre Madrid y Barcelona haya estado pr¨¢cticamente rota. Pujol, que en el per¨ªodo previo a la presentaci¨®n de la querella no mostr¨® ascos a un entendimiento con los socialistas, les convirti¨®, a partir de mayo de 1984, en poco menos que sus enemigos personales. Las relaciones personales entre Gonz¨¢lez y Pujol, que nunca hab¨ªan sido especialmente fluidas, se agriaron a partir de aquel momento.
El propio presidente del Gobierno, seg¨²n fuentes socialistas, ha intentado en varias ocasiones explicarle a Pujol que desconoc¨ªa el rumbo que iba a tomar el trabajo de los fiscales. En todas esas ocasiones, seg¨²n medios de CDC, Pujol no ha querido tratar el tema, alegando que, por estar en manos de la justicia, era ¨¦sta la que deb¨ªa hablar. Al t¨¦rmino de la primera reuni¨®n que ambos mantuvieron en la Moncloa, dos meses despu¨¦s de que estallara el conflicto, Pujol afirm¨® categ¨®rico ante los periodistas que el tema Catalana "no ocup¨® ni un segundo de la entrevista". D¨ªas despu¨¦s, en TV-3, Pujol reiter¨® que no se habl¨® del asunto porque "la versi¨®n que ¨¦l me dar¨ªa del porqu¨¦ se present¨® la querella, qui¨¦n la hizo presentar y los m¨®viles, diferir¨ªan mucho de lo que es mi ¨ªntima y muy razonada convicci¨®n sobre este terreno".
Frialdad y desconfianza
La entrevista estuvo presidida por la frialdad y la desconfianza mutua. Pujol explic¨® m¨¢s tarde, seg¨²n fuentes de su partido, que, en contra del trato de cortes¨ªa mutua que es habitual, los interocutores ni siquiera preguntaron por sus respectivas esposas. No volvieron a reunirse hasta octubre de 1985, mes en que lo hicieron en dos ocasiones. Y luego, tras otro par¨¦ntesis, hasta septiembre de 1986, cuando se celebr¨® la ¨²ltima entrevista, que se sepa.Pujol no ha ocultado que se considera enga?ado. En enero de 1984, meses antes de anunciarse la querella, en una entrevista celebrada en Presidencia del Gobierno, Felipe Gonz¨¢lez le confi¨® que sab¨ªa que no hab¨ªa ningunaacusaci¨®n penal contra ¨¦l. El presidente del Gobierno se apoyaba
-en un informe del Banco de Espa?a que ciertamente no involucraba a Pujol en las irregularidades administrativas que, en todo caso, hab¨ªan prescrito para ¨¦l. Y 24 horas antes de la reuni¨®n en que los fiscales acordaron presentar la querella, el mismo Felipe Gonz¨¢lez inform¨® a Miquel Roca, segundo de Pujol y portavoz de Minor¨ªa Catalana, de que probablemente el expediente por el caso Catalana ser¨ªa archivado, a la luz de la documentaci¨®nexistente, y le transmiti¨® que su Gobierno nunca hab¨ªa cre¨ªdo que el presidente catal¨¢n pudiera estar implicado. Los fiscales, sin embargo, hab¨ªan encontrado m¨¢s documentaci¨®n sobre el banco y pidieron el procesamiento.
Subir el list¨®n
Lo que para algunos ser¨ªa una prueba de que Gonz¨¢lez no estaba al tanto de lo que iba a ocurrir, para Pujol se convirti¨® en una muestra de doblez.Fuentes de la Administraci¨®n central est¨¢n convencidas de que el largo pugilato mantenido entre Madrid y Barcelona -en torno a la financiaci¨®n auton¨®mica, traspasos pendientes o leyes de bases- ha estado viciado desde el principio por el caso Catalana, aunque se partiera de contenciosos objetivos. "La pr¨¢ctica de Pujol ha sido siempre la misma: subir progresivamente el list¨®n de sus reivindicaciones, como si tratara de impedir el acuerdo y mantener permanentemente abierta la confrontaci¨®n, al menos mientras estuviera pendiente el asunto del procesamiento", seg¨²n estas fuentes. El s¨ªndrome Catalana ha afectado tambi¨¦n, pero de forma inversa, a la Administraci¨®n central, "cediendo m¨¢s de lo que era previsible, para evitar mantener flancos abiertos", seg¨²n los mismos medios, para los que el acuerdo sobre la financiaci¨®n auton¨®mica es todo un paradigma: "En realidad, el ministro de Hacienda, Carlos Solchaga, ha cedido m¨¢s de lo que hab¨ªa previsto Pujol, y el conseller Josep Marla Cullell no ha podido decir que no".
Es una inc¨®gnita si el asunto Catalana ha afectado a otras posturas del Gobierno catal¨¢n o de la direcci¨®n del partido de Pujol, como la decisi¨®n de imponer una ley que va frontalmente en contra del poder municipal que ostentan los socialistas catalanes, mayoritarios en este ¨¢mbito, o la de modificar unilateralmente las leyes auton¨®micas para que sea posible la disoluci¨®n anticipada del Parlamento el apoyo oficial y abierto a la operaci¨®n reformista con el objetivo de impedir que el PSOE ganara las elecciones de 1986 con mayor¨ªa absoluta, o la campa?a a favor de un soterrado no en el refer¨¦ndum sobre la OTAN.
Fuentes de CDC admiten que fue Pujol, y no Roca, como se dijo, quien con mayor decisi¨®n dise?¨® la posici¨®n de CDC en el refer¨¦ndum, pese a su condici¨®n de antiguo y no ambiguo proatlantista.
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