Tan cerca y tan lejos
Hace dos a?os y medio visit¨¦ Albania. En aquel entonces tom¨¦ algunas notas y apuntes sobre las reflexiones que, a lo largo de mi corta estancia, fueron surgiendo a medida que recorr¨ªa ese pa¨ªs europeo y mediterr¨¢neo, tan cercano geogr¨¢ficamente y, sin embargo, tan alejado hist¨®rica y culturalmente de nuestra realidad. Esa sensaci¨®n del diplom¨¢tico del siglo XVII o XIX, del viajero aventurero que descubre a cada movimiento escenas y mundos nuevos se produc¨ªa a cada kil¨®metro recorrido cuando apenas hac¨ªa dos horas hab¨ªa abandonado Titogrado (Yugoslavia).No es mi deseo en estas l¨ªneas detenerme en la descripci¨®n costumbrista y literaria de los usos de la Albania actual; escritores y periodistas de prestigio ya han dedicado amplios ensayos a relatar el car¨¢cter sorprendente y sorpresivo de esta sociedad albanesa que tanta curiosidad at¨¢vica levanta en Europa occidental Mi intenci¨®n es otra, es la de, sucintamente, trasladar al lector unas impresiones sobre la realidad pol¨ªtico-social de este pa¨ªs tal y como lo observ¨¦ durante mi visita, recordar los avatares de nuestras relaciones bilaterales y subrayar la importancia que "el pa¨ªs de las ¨¢guilas" tiene en el marco geoestrat¨¦gico regional.
En todo momento, el inter¨¦s de mis interlocutores estuvo concentrado en demostrar el car¨¢cter independiente de Albania y su deseo de mantener las mejores relaciones con todos aquellos pa¨ªses que respeten este principio. ?ste no es caso, para ellos, de la URSS y de Estados Unidos. Ambas superpotencias, seg¨²n los albaneses, han buscado a lo largo de la historia obtener zonas de influencia en su regi¨®n, sometiendo al pueblo alban¨¦s al dictado de los grandes. Asimismo, las relaciones con China -que tuvieron su punto ¨¢lgido hasta el a?o 1975, cuando se produce la ruptura- s¨®lo se han renovado en el terreno comercial, y aun as¨ª de manera insatisfactoria para Albania, seg¨²n ellos. Todav¨ªa se pueden observar proyectos de cooperaci¨®n comenzados por los chinos y abandonados en 1975. Otro gran problema exterior -que para ellos es interior- es la situaci¨®n de la poblaci¨®n albanesa en Kosovo. No hay duda que para Tirana las ciudades de Priziren, Novi Pazar, etc¨¦tera, de Kosovo, son Albania, y as¨ª lo ponen de manifiesto en museos y explicaciones hist¨®ricas. No creo que abandonen esa postura irredentista que desde la Conferencia de Londres de 1913 no han cesado de reivindicar.
Este deseo de independencia no impide, sino que, al contrario, empuja actualmente a fortalecer las relaciones econ¨®micas y pol¨ªticas con todos los pa¨ªses que no busquen desestabilizar a Albania y que respeten los mencionados principios. Dentro de este planteamiento, los albaneses se muestran orgullosos al decir que mantienen relaciones diplom¨¢ticas con 100 pa¨ªses, que son miembros activos de las organizaciones internacionales y que buscan un acercamiento con los pa¨ªses europeos amigos de tama?o medio, que pueden aportarles su ayuda tecnol¨®gica y econ¨®mica para fortalecer su desarrollo econ¨®mico y pol¨ªtico y, de esta manera, su integridad e independencia nacional.
No se puede pasar por alto el alto valor geoestrat¨¦gico de este pa¨ªs. Cuando se est¨¢ en la bah¨ªa de Butr¨ªn, frente a la isla de Corf¨², inmediatamente se comprende la solicitud de Jruschov, quien pidi¨® la instalaci¨®n de una base de submarinos para sustituir las bellas plantaciones de naranjos que all¨ª crec¨ªan. Los cantos de sirena que puntualmente emite todo los a?os el PCUS con ocasi¨®n de la fiesta nacional albanesa para que Tirana regrese al regazo del Pacto de Varsovia, del que libremente, pero no formalmente, se retir¨® en 1968, es buena prueba del inter¨¦s de la URS S en esa zona. Los norteamericanos, por su parte, no olvidan en ninguna de sus conversaciones con los dirigentes yugoslavos de tratar del tema de Albania y todos los pa¨ªses europeos occidentales est¨¢n d¨ªa a d¨ªa demostrando un mayor inter¨¦s para que su status independiente se mantenga. La propia Yugoslavia, que tantos recelos siente de su vecina del sur, deber¨ªa comprender, y en parte ya lo est¨¢ haciendo -el enlace ferroviario entre Titogrado y Escodra recientemente inaugurado es muy significativo- que una mayor garant¨ªa para su propio no alineamiento se apoya necesariamente en una Albania no integrada en el Pacto de Varsovia.
Acercamiento
Durante el tiempo que dur¨® mi visita, los albaneses, que la interpretaron como un signo de acercamiento, me reiteraron sin cesar sus deseos de formalizar nuestras relaciones lo m¨¢s r¨¢pidamente posible, lo que finalmente se hizo realidad con la presentaci¨®n la semana pasada de cartas credenciales por parte del embajador espa?ol en Tirana. La historia de estas relaciones es en cierto sentido similar a la de los restantes pa¨ªses de Europa oriental. Salvo unos lazos comunes hilados a lo largo del siglo XV y XVI, gracias a la vocaci¨®n mediterr¨¢nea de la Corona de Arag¨®n y que quedaron plasmados en un tratado de ayuda militiar entre el m¨ªtico creador de la patria albanesa, Skanderberg, y Alfonso V de Arag¨®n en 1444, y los diversos contactos marinos y comerciales que tan detalladamente describe el historiador franc¨¦s Braudel en La M¨¦diterran¨¦e et le monde mediterran¨¦en au temps de Philippe II un largo par¨¦ntesis hist¨®rico se abri¨® en nuestras relaciones. Al igual que sucedi¨® con los pa¨ªses eslavos, el nuevo despertar de Espa?a en esta zona vino de la mano de nuestra guerra civil y del env¨ªo de las Brigadas Internacionales. Todav¨ªa, en mi opini¨®n, nuestro pa¨ªs no ha sabido saldar satisfactoriamente esta deuda de reconocimiento hacia estos brigadistas que supieron y lograron mantener la imagen est¨¦tica y ¨¦pica de Espa?a en sus respectivos pa¨ªses durante nuestro ¨²ltimo per¨ªodo pol¨ªtico. En Albania tambi¨¦n fue as¨ª, y aunque algunos participantes en nuestra contienda hayan desaparecido y otros hayan sido alejados del poder, los restantes siguen desempe?ando cargos importantes en la estructura del poder alban¨¦s y ser¨¢n elementos fundamentales para ayudar y fortalecer este proceso de normalizaci¨®n que se inicia con el establecimiento de relaciones diplom¨¢ticas.
No hay duda que existen y existir¨¢n muchos campos en los que la cooperaci¨®n bilateral pueda desarrollarse. Por ejemplo, existen grandes posibilidades en el comercio, en donde la industria espa?ola puede ofrecer un gran abanico de posibilidades, desde camiones, siderometalurgia, m¨¢quina herramienta, petroqu¨ªmica, hasta alg¨²n proyecto de cooperaci¨®n industrial, para compensar el cromo y derivados del petr¨®leo que Albania vende a nuestro pa¨ªs.
Relaciones culturales
Las relaciones culturales, una vez que Radio Tirana adoptase una terminolog¨ªa y actitud menos agresivas hacia Espa?a, son todo un sector a desarrollar. Invitaciones de grupos de los dos pa¨ªses a participar en cert¨¢menes de m¨²sica y folclor ser¨ªa algo f¨¢cil de poner en pr¨¢ctica. En este cap¨ªtulo, un buen estudio de los Archivos de Simancas y de la Bibtioteca Nacional de Tirana podr¨ªa revelar aspectos de nuestra historia com¨²n.
Con esta normalizaci¨®n de relaciones se concretiza a¨²n m¨¢s el principio de la universalidad de nuestra pol¨ªtica exterior. El s¨ªndrome de Israel fue un fantasma et¨¦reo que siempre se esgrimi¨®, no s¨¦ hasta qu¨¦ punto justificado, para retrasar el establecimiento. ?stas han llegado con el paso del tiempo y abren, sin duda, un importante cap¨ªtulo en el devenir de nuestros dos Estados. No hay que caer en la red de utop¨ªas y falsas esperanzas como se cay¨® en el a?o 1977 con otros pa¨ªses del ¨¢rea.
Las relaciones abrir¨¢n nuevos y amplios cauces, pero corresponde a ambos Gobiernos dotarlas del dinamismo propio y adecuado a las posibilidades y posici¨®n individual y regional de nuestros dos pa¨ªses. Hagamos de este establecimiento de relaciones un buen puerto de partida para que se hable de Saranda, Durres y Valona (Viore) de igual manera que se habla de cualquier otro puerto mediterr¨¢neo y que el pa¨ªs de las ¨¢guilas" no sea ya la ¨²nica referencia geogr¨¢fica que el pueblo espa?ol tenga de la tan cercana Albania.
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