Un pintor en la 'Corte de los milagros'
Las ¨²ltimas noticias aparecidas sobre la exposici¨®n de Picasso en el Museo Espa?ol de Arte Contempor¨¢neo (MEAC) han logrado aumentar mi estado de perplejidad, que ya era de por s¨ª bastante grande. Me refiero a las que nos indican que no s¨®lo no existe ni la m¨¢s remota posibilidad que las obras de dicha exposici¨®n permanezcan en nuestro pa¨ªs, lo que fue aireado con precipitaci¨®n irresponsable en un momento en que las circunstancias exig¨ªan tacto y discreci¨®n, sino que, adem¨¢s, hay en curso un requerimiento notarial por parte de Spadem, sociedad gestora de los derechos de imagen de las obras picassianas, para reclamar el tanto por ciento correspondiente por la comercializaci¨®n de las que ahora se exhiben en la muestra madrile?a. De manera que, de repente, de imaginarios propietarios de un fabuloso legado pasamos a ser inquilinos morosos a los que hay que apremiar jur¨ªdicamente para que cumplan con su obligaci¨®n.Sin poner en duda la buena fe de quienes se lanzaron a tan inveros¨ªmil campa?a de reivindicaci¨®n de, vamos a llamarla, propiedad por transmisi¨®n oral de estas obras, cuya fundamentaci¨®n jur¨ªdica era cuanto menos pintoresca, hay que reconocer y denunciar el grave da?o infligido con ella a nuestra credibilidad internacional. En fechas recientes, Hubert Landais, director de los museos de Francia, declaraba en Le Figaro estar "desconcertado" por las noticias que aparecieron con profusi¨®n en los medios espa?oles m¨¢s diversos; desconcierto que, seg¨²n ¨¦l, estaba basado en la ausencia de una fundamentaci¨®n legal m¨ªnima, ya que, al parecer, el ¨²nico papel oficialmente registrado en la Administraci¨®n francesa es el de un permiso de exportaci¨®n temporal, y desconcierto, asimismo, por no haberse iniciado por parte espa?ola una gesti¨®n alternativa cerca de la heredera de Jacqueline Picasso, Catherine Hutin, que en los seis pr¨®ximos meses tiene que hacer frente a los elevad¨ªsimos costes fiscales del fabuloso patrimonio que leg¨ªtimamente le ha correspondido.
No creo que se pueda calcular a priori qu¨¦ resultados positivos se hubieran logrado de haberse iniciado negociaciones sensatas con esta heredera universal ni si tal posibilidad se ha cerrado por completo, pero de lo que ya no hay duda es del p¨¦simo efecto que se ha creado por la alocada senda de sensacionalismo irreflexivo en la que se ha transitado. Por otra parte, si en medio de este clima alarmante son sustra¨ªdos unos grabados de Picasso de la propia colecci¨®n del MEAC, ?qu¨¦ credibilidad vamos a mantener en los medios internacionales relacionados de alguna manera con Picasso?
Todo esto demuestra, una vez m¨¢s, los peligros de emprender al albur iniciativas aisladas que no est¨¦n enmarcadas en una estrategia bien planificada, aunque algunas de ellas, como es el caso de la exposici¨®n que nos ocupa, posean inicialmente inter¨¦s y m¨¦rito indudables. Precisamente esto es lo irritante: comprobar c¨®mo se degrada lo que debi¨® ser s¨®lo un motivo de satisfacci¨®n y orgullo. Nfientras contin¨²e sin haber una pol¨ªtica oficial seria respecto a Picasso, seguiremos siendo circunstanciales pacientes de un destino azaroso y dando una penosa imagen de corte de los milagros, objeto del recelo y la irrisi¨®n internacionales.
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