Aproximaci¨®n a un an¨¢lisis
El mapa pol¨ªtico tras el 28 de octubre de 1982 era el que denominamos bipartidismo imperfecto. Entre sus imperfecciones estaba que la hegemon¨ªa pol¨ªtico-electoral del PSOE sobre los trabajadores no ten¨ªa correspondencia en lo sindical.Resultaba l¨®gico que esta imperfecci¨®n en lo sindical tratara de superarla el PSOE. Tambi¨¦n era l¨®gico que UGT quisiera ampliar su influencia bajo el paraguas del partido de gobierno y del propio Gobierno. Dicho de forma simple, trataban a plazo medio de conseguir la mayor coincidencia posible entre el voto pol¨ªtico y el voto sindical de los trabajadores.
Lleg¨® la experiencia del cambio. Su saldo a estas alturas es de sobra conocido. En medio de todo, la gran justificaci¨®n, el paro, ha seguido creciendo, alcanzando en estos momentos las cotas m¨¢s altas de la historia de Espa?a.
Frente a todas las agresiones sufridas por los trabajadores en estos a?os, en CC OO hemos intentado frenarlas y luchado por conseguirlo. Con mejor o peor fortuna, con aciertos y con errores, e incluso con algunas contradicciones.
Pero, en todo caso, resultaba evidente para los trabajadores que CC OO se opon¨ªa y combat¨ªa las medidas emanadas del Gobierno y las pretensiones de la CEOE, en tanto que UGT en pocas ocasiones ha ido m¨¢s all¨¢ de las cr¨ªticas verbales, a veces severas; pero cuando as¨ª lo eran o bien se personalizaban en figuras aisladas del Gobierno o resultaban demasiado perif¨¦ricas.
El grueso de la acci¨®n sindical de UGT ha aparecido ante los trabajadores como prolongaci¨®n de la pol¨ªtica gubernamental, pese a que un sector del sindicato pretendiera desmarcarse. No es ninguna casualidad que los mayores retrocesos de UGT en las elecciones de 1986 se hayan dado en la empresa p¨²blica, lo cual es comprensible si se tiene en cuenta que la dirigen personas puestas por el Gobierno y que incluso en algunas de ellas han contado con la colaboraci¨®n de cuadros del sindicato.
UGT no ha acertado, no ha podido y, quiz¨¢ en ciertos casos concretos, no se ha planteado siquiera una diferenciaci¨®n seria con esas direcciones de la empresa p¨²blica, cuya gesti¨®n respecto de los asuntos relativos a los trabajadores ha sido a veces m¨¢s dura que en el sector privado. La idea inicial de capitalizar por asociaci¨®n de im¨¢genes Gobierno-PSOE-UGT le ha hecho en bastantes casos un mal favor a UGT. Y no s¨®lo en la empresa p¨²blica.
Digo todo esto sabiendo que cuando se hagan p¨²blicos los resultados globales de estas elecciones UGT aparecer¨¢ con mayor n¨²mero de delegados que CC OO. Pero lo que sindicalmente resulta incuestionable es que en las grandes y medianas empresas, en conjunto, CC OO se ha fortalecido, mejorando la ventaja que ya pose¨ªa respecto de UGT.
Donde de nuevo UGT va a compensar con creces su desventaja al igual que sucedi¨® en las elecciones de 1982 es en las peque?as empresas, que en su inmensa mayor¨ªa carecen de presencia organizada de los sindicatos. Sacar en ellas delegados de personal ha sido hasta el presente una cuesti¨®n organizativa de las centrales y una disp¨®nibilidad mayor o menor de recursos materiales y humanos. Influye tambi¨¦n bastante la predisposici¨®n del empresario y hasta la disponibilidad de datos sobre la ubicaci¨®n, el censo de trabajadores y otros elementos sobre los que UGT ten¨ªa ventajas.
Representaci¨®n falsa
Much¨ªsimos de esos delegados de personal han aceptado presentarse en nombre de una central sin siquiera estar afiliados. Hay en ellos muchos aspectos positivos, pero, sindicalmente, no pueden equipararse los resultados en las peque?as y en las grandes empresas.Para el objeto de esta reflexi¨®n, me parece innecesario alimentar la pol¨¦mica sobre la influencia del fraude en los resultados. Pues aunque lo ha habido, cada sindicato sabe su realdimensi¨®n. Dimensi¨®n apreciable, pero proporcionalmente peque?a respecto de esos m¨¢sde 150.000 delegados elegidos. En cualquier caso, el fraude no puede minimizar la importancia del esfuerzo hecho en estos tres meses por los sindicatos, ni oscurecer que la representatividad de CC OO y UGT, conjunta y separadamente, crece.
De lo dicho hasta aqu¨ª se deduce que CC OO part¨ªa, en t¨¦rminos relativos, de mejores condiciones que en 1982. Lo cual no minimiza sus mayores dificultades respecto de su principal competidor.
Para gran n¨²mero de trabajadores, las dos opciones posibles eran, o bien apoyar con su voto a un sindicato poco diferenciado de la pol¨ªtica gubernamental, o votar a quien se opon¨ªa a los efectos concretos de esa pol¨ªtica.
Probablemente habr¨ªa quien pensara que la repetici¨®n del triunfo del PSOE el pasado 22 de junio demostraba la aceptaci¨®n por los trabajadores de la pol¨ªtica gubernamental y que tal aceptaci¨®n repercutir¨ªa en favor de UGT. El error de tal idea es que en las elecciones pol¨ªticas la disyuntiva real estaba entre el PSOE y la derecha. Y ante ese dilema, lo l¨®gico era que los trabajadores votaran mayoritariamente al PSOE. Porque a la izquierda del PSOE, la ¨²nica referencia que hubiera podido atraer a amplios sectores de los trabajadores es la comunista. Pero ¨¦sta, por razones de sobra conocidas, ha seguido y sigue dividida, lo que repercute en su falta de atractivo.
Pero en las elecciones sindicales la derecha tiene limitado su margen de maniobra, salvo promover alguna que otra candidatura amarilla o corporativa, o dificultar las cosas a uno u otro sindicato. La realidad final es que los trabajadores no han dudado en votar masivamente a sindicatos de clase. De ¨¦stos, el m¨¢s n¨ªtido es CC OO.
Incluso no es descabellado decir que CC OO podr¨ªa haber ganado las elecciones, tambi¨¦n en n¨²mero absoluto de delegados. Era dificil, pero no imposible. Hemos de reconocer, autocr¨ªticamente, que la extensi¨®n masiva de las elecciones a las peque?as empresas la hicimos con retraso. Cuando reaccionamos, UGT nos llevaba una considerable ventaja, que, pese a todo, hemos acortado d¨ªa a d¨ªa.
Y la hemos acortado porque, entre otras cosas,. cara a estas elecciones, en el sindicato se ha producido la m¨¢xima coincidencia en varios a?os. La uni¨®n interna en el objetivo de las elecciones ha sido absoluta. Se ha demostrado que cuando los objetivos son claros, el pluralismo no es un obst¨¢culo, ni mucho menos.
Crece la representatividad
Los resultados sindicales, a expensas de las que se pueden hacer en el per¨ªodo navide?o, demuestran un crecimiento de la representatividad de CC OO y UGT. Para los agoreros de la crisis de los sindicatos debe resultar motivo de reflexi¨®n que entre las primeras elecciones -1978-, donde conjuntamente sacamos el 55% de los delegados, y ¨¦stas de 1986, donde superamos el 75%, la representatividad ha ido ininterrumpidamente a m¨¢s.Tras estas elecciones habr¨¢ representantes en m¨¢s de 70.000 empresas. Unas 20.000 m¨¢s que en 1982. Con un buen trabajo organizativo y una correcta acci¨®n sindical, es poco menos que imposible dejar de crecer tambi¨¦n organizativamente. Pero, a mi entender, entre lo m¨¢s relevante de estas elecciones est¨¢ que pueden abrir v¨ªas a la unidad de acci¨®n de los sindicatos.
Es claro como la luz del d¨ªa que a partir de enero se abre la batalla por evitar que la famosa flexibilizaci¨®n del mercado de trabajo se plasme en nuevas agresiones contra los trabajadores. Porque, m¨¢s all¨¢ de la literatura sobre las bondades para la econom¨ªa de tal flexibilizaci¨®n, lo cierto es que con ella se pretende, pura y simplemente, continuar cambiando las relaciones de poder entre empresarios y trabajadores para hacerlas todav¨ªa m¨¢s favorables a los empresarios.
Un mayor cambio en las relaciones de poder, cuyo estado actual lo reflejan desde el Estatuto de los Trabajadores hasta las formas de financiaci¨®n a la
Seguridad Social o la fijaci¨®n del salario m¨ªnimo interprofesiorial. Eso y mucho m¨¢s es lo que se trata de modificar para que las empresas dispongan discrecionalmente de la ftierza de trabajo y abaraten el precio de esa fuerza de trabajo.
Pero con menos salarios y mayor dosis de explotaci¨®n del trabajo humano se podr¨¢, s¨ª, incrementar a¨²n m¨¢s el beneficio del capital. Pero dado que el crecimiento econ¨®mico tiene techos muy bajos, dificiles de superar con la actual pol¨ªtica, esa mal llamada flexibilidad lo ¨²nico que puede provocar es m¨¢s paro y, en cualquier supuesto, peores condiciones de vida para los trabajadores.
Unidad de acci¨®n
De ah¨ª que las experiencias de UGT en estas elecciones unidas a la experiencia de todos de que pretenderr la hegemon¨ªa sindical de una sola central es imposible en Espa?a -salvo alg¨²n d¨ªa en que lleguemos de acuerdo todos a la unidad sindical- pueden, junto a la gravedad del ataque que se prepara contra los trabajadores, favorecer la unidad de acci¨®n. Desde Comisiones Obreras tambi¨¦n hay que favorecerla.Va a ser m¨¢s diricil conseguirla si el Gobierno cede una vez m¨¢s a las presiones de la derecha econ¨®mica, de la patronal. Porque si cede, CC OO acentuaremos, nuestra oposici¨®n, lo que podr¨ªa a?adir mayores obst¨¢culos a la unidad de acci¨®n con UGT, salvo que tambi¨¦n decida oponerse resueltamente.
Pero si el Gobierno mantiene que los cambios normativos inherentes a esa antiobrera y antisocial flexibilidad de la que hablan CEOE y Solchaga tiene, que ser negociada (?!) entre los interlocutores sociales, entonces la unidad de acci¨®n no s¨®lo ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil, sino imprescindible. No precisamente para negociar, la flexibilidad. Las bases de la unidad de acci¨®n deben partir precisamente del rechazo a las famosas 27 medidas flexibiizadoras, y de aumentos salariales por encima del 5%.
Las elecciones sindicales abren nuevas perspectivas al sindicalismo de clase en Espa?a. Demuestran que, en t¨¦rminos generales, la acci¨®n sindical de CC OO aceptada por buen n¨²mero de trabajadores, incluso con tendencia al aumento de esa aceptaci¨®n. Repito aqu¨ª algo que dije hace meses en estas mismas p¨¢ginas: nunca valoraremos lo suficiente el acierto de no firmar el AES.
Mejorar ese sindicalismo, avanzar en la unidad de los trabajadores, empezando por avanzar en la unidad de acci¨®n, y aprovechar las nuevas perspectivas es nuestro reto.
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