Juan Manteca
Indigna a los que creemos en el derecho a la libre expresi¨®n de las ideas por procedimientos democr¨¢ticos el espect¨¢culo que es una calle sembrada de cascotes, pelotas de goma, casquillos de bala, botes de humo y amasijos de hierro esparcidos por los defensores de la ley y los que reniegan de ella porque nada, o muy poco, les ha dado. Indigna ver blandir una muleta como piqueta que asesina carteles, cabinas y sem¨¢foros. Indigna leer en la p¨¢gina 13 de EL PA?S del 4 de febrero: Ingresa en prisi¨®n el inv¨¢lido... Maravilloso. Yo padezco (padec¨ª, m¨¢s bien) la poliomielitis a los 11 meses de edad, enfermedad que dej¨® en m¨ª secuelas que la fuerza de voluntad de mis padres, los m¨¦dicos y fisioterapeutas redujo a una diferencia de longitud de tres cent¨ªmetros entre mis piernas izquierda y derecha. Ello no me ha impedido aprender, mal que bien, a montar en bicicleta, hacer el amor, acabar la carrera de periodismo o aprender a superar el rechazo que inspira a muchos mi defecto a costa de luchas e incomprensiones.El acento paternalista del titular de la informaci¨®n referida a la detenci¨®n de Juan Manteca contin¨²a con una l¨ªnea de pensamiento que fue muy bien esbozada por Hitler y puesta en pr¨¢ctica por sus esbirros en campos de exterminio y laboratorios de investigaci¨®n. Ya hemos comprobado que Juan no es un inv¨¢lido -que lo diga la Telef¨®nica o el consorcio de transportes-.Ahora que est¨¢ preso pod¨ªan cambiarle las muletas por un pico y encauzar esa fuerza destructiva hacia fines m¨¢s positivos. Los disminuidos f¨ªsicos no somos minusv¨¢lidos, inv¨¢lidos o in¨²tiles, como nos calific¨® a muchos el capit¨¢n m¨¦dico; somos simplemente diferentes, y luchamos por integrarnos, pese a opiniones y actitudes protectoras.- Javier Encinas.
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