El porvenir de la derecha
Muchos se cuestionan sobre el futuro de la derecha espa?ola. Al cabo de 10 a?os de rodaje democr¨¢tico hay quienes suponen que la mayor¨ªa parlamentaria socialista puede llegar a obtener de nuevo una tercera legislatura favorable al t¨¦rmino de la presente. En realidad, es una pregunta de orden estad¨ªstico o matem¨¢tico la que se formulan estos preocupados conservadores. ?Se pueden obtener en unas elecciones generales pr¨®ximas los ocho, o nueve, o 10 millones de votos capaces de superar el sufragio socialista? ?Qu¨¦ sistema, doctrina o programa puede motivar a los votantes de la derecha y del centro en n¨²mero suficiente para lograr el acceso al poder ejecutivo?Hay quienes se entregan al ilusorio juego de suponer que yuxtaponiendo sumandos -homog¨¦neos en cuanto al llamado modelo de sociedad, pero heterog¨¦neos en cuanto al predominio de sus ideales nacionalistas- se pueden lograr esca?os en n¨²mero necesario para llegar a la cifra m¨¢gica de 176, especie de clave esot¨¦rica de nuestra democracia electoral. Otros definen bisagras, charnelas y dem¨¢s instrumentos de la carpinter¨ªa minoritaria para ensamblar con ¨¦xito un hipot¨¦tico Gabinete de coalici¨®n. Se aducen brillantes ejemplos germ¨¢nicos, italianos y beneluxistas en favor de esa tesis. Pero todo ello no pasa de ser una especulaci¨®n gratuita y poco efectiva. El verdadero problema es c¨®mo interesar y movilizar a la gente. Diez millones son una masa considerable de ciudadanos, y no se ponen en marcha as¨ª como as¨ª.
?Qu¨¦ pueden ofrecer la derecha y el centro a sus electores potenciales? ?Cu¨¢les deben ser los elementos decisivos de cap taci¨®n de esos tan solicitados votos? ?La demagogia? ?La des calificaci¨®n hiriente? ?La denuncia constante? ?El catastrofismo como reiterada m¨²sica del vals de Ravel? Pienso que una dial¨¦ctica de las libertades es el cimiento de un empe?o de largo alcance para servir de alternativa veros¨ªmil al socialismo. El Estado -y, lo que es peor, el estatismo- invade sin cesar los terrenos de juego de las libertades c¨ªvicas. La maquinaria del poder se halla omnipresente en la vida cotidiana. Es una frontera que se extiende cada d¨ªa m¨¢s, cercando los espacios libres de la sociedad.
Si algo importante han demostrado los ¨²ltimos 38 a?os de la pol¨ªtica occidental es que la fuerza de la libertad funciona como esp¨ªritu creador del progreso econ¨®mico y social. Los modelos del socialismo real en el mundo totalitario no han sabido organizar la convivencia c¨ªvica ni el desarrollo econ¨®mico sin establecer ¨¢mbitos de implacable coerci¨®n y sin apenas lograr una m¨ªnima mejora del nivel colectivo. Bien sabemos que los socialismos del Occidente europeo aceptan y defienden con fervor las libertades c¨ªvicas y los derechos del hombre. Pero su dogmatismo, a¨²n diluido, se halla proclive a una constante apelaci¨®n al ingrediente estatal como instrumento y remedio de situaciones injustas o l¨ªmites. Hace poco, un destacado pensador franc¨¦s se?alaba que tambi¨¦n el socialismo propugnaba y defend¨ªa las libertades, pero que no habr¨ªa realmente libertad para todos mientras la igualdad no fuera rigurosarnente establecida. Apelaci¨®n ut¨®pica para cuantos conocen, desde la simple observaci¨®n, la tendencia de todo lo que es vivo a la diferenciaci¨®n de los desiguales.
Retirar las fronteras del Estado hacia l¨ªmites m¨¢s lejanos. Dejar m¨¢s sitio a la actividad individual del hombre y de la mujer. Estimular la creatividad del ser. Hacer de la cultura un ejercicio de sabidur¨ªa, de novedad y de sabor est¨¦tico que enriquezca el esp¨ªritu humano. Afrontar los grandes problemas sociales, empezando por el paro laboral y sus visibles y dram¨¢ticas secuelas. Y siguiendo adelante por la reforma y mutaci¨®n de las estructuras econ¨®micas del pa¨ªs, en trance de incorporarse a la necesaria solidaridad del colectivo europeo comunitario. Mirar de frente a la educaci¨®n de los j¨®venes y a lo que comporta como pieza decisiva del porvenir. Y tantos y tantos contenidos precisos que se pueden recoger con salir a la calle con ¨¢nimo de conocer los problemas pendientes.
?Qu¨¦ novedades esenciales ofrece la Espa?a de hoy en cotejo con la de anta?o? A mi juicio, estas dos: es una sociedad de clases medias preponderantes. Y no hay en ella, precisamente, analfabetos, adultos. O, si se quiere, la culturizaci¨®n es general y extendida. A ello a?adir¨ªa que la gran mayor¨ªa del pa¨ªs no quiere ni la guerra civil ni la revoluci¨®n. Con esos mimbres hay que hacer la pol¨ªtica. Olvidarlos o desde?ar su existencia conducir¨ªa al reino de lo imaginario.
A ese clima o talante de nuestro tiempo deben responder condignamente el lenguaje, el pensamiento y la invitaci¨®n a los votantes que se lleven ¨¦sta por las fuerzas de la derecha y del centro. Sin olvidar la afirmaci¨®n de aquello que constituya la m¨¦dula de sus convicciones, pero con la mente puesta en el ¨¢nimo de los que esperan y escuchan, que son nutridos estamentos, hoy acaso inclinados a la abstenci¨®n o al pasotismo, o a la indiferencia. La vigencia del sistema democr¨¢tico y constitucional es un hecho del que hay que partir. Y la necesidad de la participaci¨®n activa ciudadana es otra idea que es preciso inculcar con reiterada insistencia. Si hoy d¨ªa la limpieza de los comicios ha sido ejemplar en todas las elecciones realizadas hasta este d¨ªa -lo cual, mirando atr¨¢s, no deja tambi¨¦n de ser otro signo novedoso sorprendente-, la abstenci¨®n muy alta es preciso combatirla con firmeza como h¨¢bito pernicioso de nuestras costumbres pol¨ªticas.
"La libertad se ha hecho conservadora", afirm¨® don Antonio Maura, l¨²cido anticipador de la derecha civilizada, hace muchas d¨¦cadas. Hoy, la libertad no se ha vuelto conservadora ni socialista, sino que, despu¨¦s de la II Guerra Mundial, se ha convertido en el eje doctrinal de la vida p¨²blica del Occidente europeo. Los que la defiendan y utilicen mejor saldr¨¢n bien retribuidos por la opini¨®n p¨²blica. Una Espa?a con libertades efectivas puede despegar certeramente hacia la prosperidad. Tampoco es mala locuci¨®n para el centro-derecha trabajar por el logro de una naci¨®n pr¨®spera.
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