Un vampiro bastante oscuro

El punto de partida no era del todo malo: la maldici¨®n que sobre un pr¨ªncipe africano impuso Dr¨¢cula a principios del siglo pasado cosquillea de nuevo en nuestros d¨ªas cuando un par de dicharacheros decorosos, ilusionados con las antig¨¹edades que recuperan del castillo transilv¨¢nico, devuelven a la vida el negro de sangre azul, ya vampiro de las tinieblas.Pero Bl¨¢cula, m¨¢s all¨¢ del acierto de su t¨ªtulo, poca satisfacci¨®n procura en sus limitad¨ªsimos resultados. Pod¨ªa, de tema tan descacharrante, haberse realizado una obra de sutiles perfiles, como en parte era Dr¨¢cula al primer mordisco, donde el vampiro era caldo de cultivo id¨®neo para chispeantes cofias sobre el psicoan¨¢lisis, la neurosis urbana y la tan woodialleniana membrana jud¨ªa.

Los chistes de Bl¨¢cula se resuelven con brocha gorda, y ni sus fidelidades narrativas con el g¨¦nero de terror tradicional ni sus subversiones raciales atienden a ninguna l¨®gica recreaci¨®n o puesta al d¨ªa de los cl¨¢sicos draculianos. Los actores, por descontado, con William Marshall en cabeza, navegan sin rumbo fijo, y s¨®lo en ese apartado nuestros ojos grandes pueden fijarse en los peque?os de Elisha Cook jr., un notable veterano del cine americano.