Art Nouveau
Respaldos entramados como una dulce tortura de sogas decorativas, butacas como damas delgadas de sexualidad manierista, forradas de selva p¨¢lida y con patas de leve/aleve curvatura femenina. Art Nouveau, de nuevo, entre nosotros. El Modernismo como eterno retorno de los versos de Rub¨¦n dichos por Berta Singermann, el Art Dec¨® como para¨ªso artificial y poltrona donde un siglo, el nuestro, quiere morir, descansar, en brazos (brazos alabeados y decorativos) del anterior. Pol¨ªtica Art Nouveau mientras a las "pinturas negras" de Goya, en el Prado, se las come la oscuridad. Supresi¨®n del griego y el lat¨ªn en la ense?anza (me escribe la Universidad de Salamanca). No vayamos m¨¢s all¨¢ del Art Nouveau, que es una metaf¨ªsica de empresarios, eso que todav¨ªa Fern¨¢n-G¨®mez llama "patronos". Tiempo de silencio en cassette, como si fuese Mogambo. La denuncia y la vanguardia como piezas curiosas del bar¨®n Von Thyssen. La vuelta del art nouveau no sabe uno si es buena o es mala. Los peri¨®dicos, un suponer, son art nouveau, y la cabecera de este mismo es retrospectiviamante. Pero los peri¨®dicos "seguir¨¢n siendo el eje de los multimedia", seg¨²n los expertos. Y es que hay m¨¢s prosa y m¨¢s ideas, aunque sean art nouveau, en el ¨²ltimo peri¨®dico de provincias que en el laconismo radiotelevisivo.Anto?ete, un torero art nouveau, de mi generaci¨®n, vuelve al ruedo, en vista de que "guardar a una mujer no puede ser" (Charo L¨®pez), seg¨²n nos ense?an estos d¨ªas Moreto/ Marsillach. Anto?ete sabe darle a la lidia (quiz¨¢ no a la femenina) esa filigrana sobrante que es la voluta relajante de la vida. Entre la Bauhaus y Antonioni, somos una generaci¨®n castigada por la l¨ªnea recta, como distancia m¨¢s larga entre dos puntos (aqu¨ª de M¨¢ximo y su continua utilizaci¨®n ir¨®nica de la recta). Ya que hemos hablado de Von Thyssen, en su colecci¨®n hay un Juan Gris, Botella y frutero, que es ya la incardinaci¨®n suasoria del plano asc¨¦tico en el mundo rizado e improbable de Gauguin y Degas. Claro que en seguida llegar¨ªa Dal¨ª, con sus sue?os causados por el vuelo de abejas alrededor de granadas, para hacer el nuevo art nouveau, el de nuestro siglo, el surrealismo. Lo del socialismo reconvertido, lo de la socialdemocracia extravertida, lo del liberalismo reverdecido, no son sino las actuales invitaciones/incitaciones/ tentaciones de la pol¨ªtica para que nos tendamos en la poltrona art nouveau, a la puerta de nuestra casa, hasta que veamos pasar el cad¨¢ver de nuestro enemigo est¨¦tico, que secularmente es el pueblo. Pero la pol¨ªtica misma es art nouveau en cuanto parlamentarismo florilegiado de n¨²meros, como antes de sinestesias, razones de la sinraz¨®n que la raz¨®n no comprende y otros emparrados de alicate con que el Gobierno y la Oposici¨®n se dan sombra mientras el sol de las huelgas deslumbra la calle.
Antonio Stradivari muri¨® hace dos siglos y medio, tras haber creado el m¨¢s prestigioso luthier: el stradivarius. El art nouveau es una nostalgia de las l¨ªneas m¨¢gicas del viol¨ªn, y nosotros somos una nostalgia (deliberada, malcriada) de las l¨ªneas opulentas del art nouveau. Esto explica la ansiedad y el respiro con que muchos intelectuales y pol¨ªticos se despatarran en la chaise / longe art nouveau, llenos de un bostezo hist¨®rico. Se piensan de vuelta de todo, pero s¨®lo est¨¢n de vuelta al sof¨¢ del abuelo.
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