Los precios y el dinero
EL INDICE de precios al consumo (IPC) correspondiente al mes de marzo no ha sido ni todo lo malo que hab¨ªan hecho creer algunas filtraciones, sin duda interesadas, ni lo suficientemente bueno como para conceder un respiro a los responsables econ¨®micos del Gobierno. El 0,6% registrado corresponde, en tase anual, a algo m¨¢s del 7% y se sit¨²a, por consiguiente, m¨¢s all¨¢ de los objetivos oficiales del 5%.El resultado no es demasiado favorable, pero tampoco indica que los objetivos del Gobierno no le puedan alcanzar. Para ello, ser¨¢ preciso un esfuerzo considerable, que haga caer la tasa de inflaci¨®n en ese. punto suplementario que nos acercar¨ªa a Europa y que proporcionar¨ªa un cierto alivio a las clases pasivas, a los funcionarios y a todos aquellos colectivos que han visto aumentar sus remuneraciones en solo un 5%.
Desde el punto de vista econ¨®mico, el empe?o en reducir la inflaci¨®n hasta ese l¨ªmite est¨¢ justificado por una serie de razones, que van desde la homologaci¨®n de nuestra econom¨ªa con las de los otros pa¨ªses de la Comunidad Europea (que se encuentran en el entorno del 3%) hasta la necesidad de reforzar la competitividad de los productos espa?oles en una fase de desarme arancelario. Pero los argumentos sobre la tasa de inflaci¨®n hace tiempo que abandonaron la l¨®gica econ¨®mica para entrar eq el ¨¢mbito de la discusi¨®n pol¨ªtica. El Gobierno ha insistido excesivamente en una cifra, en vez de proponer un abanico de medidas que habr¨ªa permitido negociar mejor. Y, por su parte, los sindicatos, cansados del largo per¨ªodo de austeridad, se han lanzado a la conquista de un poder adquisitivo nominal incompatible con las recomendaciones, m¨¢s o menos imperiosas, del Ejecutivo. El resultado ha sido la oleada de huelgas.
En cualquier caso, la lucha contra la inflaci¨®n contin¨²a gozando de la m¨¢xima prioridad. El aumento en medio punto del coeficiente de caja de las instituciones financieras responde al deseo de reducir por todos los medios la cantidad de dinero en circulaci¨®n. El coeficiente de caja de los bancos se encuentra ya en el 19,5% de sus recursos y, legalmente, s¨®lo queda medio punto m¨¢s de aumento sometido a la discrecionalidad del Gobierno, que en este campo parece presa del s¨ªndrome de Pen¨¦lope, ya que hace apenas unas semanas anunci¨® la reducci¨®n de otro de los coeficientes de las instituciones financieras. La argumentaci¨®n para justificar el aumento se basa en la existencia de una relaci¨®n estable entr¨® el crecimiento de la cantidad de dinero en circulaci¨®n y el aumento de los precios, algo indudable en el largo plazo, pero discutible en el corto. El gran protagonismo concedido a la pol¨ªtica monetaria por el equipo de Felipe Gonz¨¢lez es el reflejo de una incapacidad para poner a punto otros instrumentos de acci¨®n, como el presupuestario o el fiscal, que act¨²en de correctores de la inflaci¨®n de manera menos indiscriminada. El aumento, de los tipos de inter¨¦s amenaza con frenar el fuerte crecimiento de la inversi¨®n productiva en bienes de equipo. Este es un riesgo sobre el que merece la pena discutir. Lo mismo que sobre la afluencia de capital extranjero especulativo a nuestro pa¨ªs al olor de la alta remuneraci¨®n de los actuales tipos de inter¨¦s. Porque si la pol¨ªtica monetaria es un elemento imprescindible en la lucha antiinflacionista, no es el ¨²nico. Y un exceso del protagonismo que aqu¨ª se?alamos puede acabar produciendo mayores males que los bienes que depare.
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