Los 40
Cuando Einstein habl¨® de la relatividad del tiempo y del espacio deb¨ªa de estar pensando en otra cosa. Porque lo que hoy me ocupa y me preocupa es una relatividad muy com¨²n en nuestros d¨ªas y cuyo factor de variaci¨®n es el g¨¦nero sexual. Vamos, que las mujeres seguimos siendo pasto de putrefacci¨®n con el paso de los a?os, mientras que los hombres se convierten en se?ores interesantes y maduros. 0 eso es lo que la sociedad sostiene.Relatividad de espacio, pues, porque en la misma porci¨®n de territorio facial -el entrecejo y los ojos, por ejemplo-, un var¨®n se puede permitir m¨¢s arrugas que un gal¨¢pago, las cuales ser¨¢n interpretadas o bien como un signo de sus m¨²ltiples cavilaciones, o bien como prueba, de su sonriente, soleada y deportiva catadura, cual es el caso de Julio Iglesias, cuyo cutis est¨¢ hecho un trapillo plisado y, sin embargo, ah¨ª anda el hombre tan campante. Mientras que en las mujeres las arrugas son algo as¨ª como los pliegues de nuestro sudario.
Y relatividad sobre todo de tiempo, porque a los 40 el var¨®n es considerado un ser en el comienzo de la plenitud y capaz de conquistar de ah¨ª en adelante el mundo entero, mientras que las chicas nos autodestruimos como aquel que dice en tres segundos a partir de la se?al. O sea, que a los 40 nos condenan al tel¨®n final y al acab¨®se.
El mes pasado apareci¨® en la ¨²ltima p¨¢gina de EL PA?S la foto de una pareja sonriente: era una mujer de 40 a?os, dec¨ªa el pie, que se hab¨ªa atrevido a enamorarse de un chico de 18; y el texto enfatizaba que los transgresores a la norma no se sent¨ªan avergonzados por su situaci¨®n, sino verdaderamente muy contentos. Pues bien, en ese mismo n¨²mero de EL PA?S, y en la secci¨®n de Vida Social, ven¨ªa la boda de mi admirado Peridis, de 45 a?os, con su novia, de 25. O sea, que ellos ocupan la normalidad mientras ellas ocupan la ¨²ltima p¨¢gina de los peri¨®dicos. Y que quede claro que me parece de perlas que los hombres se enamoren de quien quieran: lo ¨²nico que reclamo es el derecho a agrandar nuestra vida hasta su mismo techo.
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