Las sociedades se van convirtiendo en laberintos, dice Abraham Moles
ENVIADO ESPECIAL, Abraham Moles, cient¨ªfico de la comunicaci¨®n y uno de los te¨®ricos de mayor renombre entre los asistentes al Congreso de Intelectuales, dio la vuelta ayer tarde a una sesi¨®n que hasta el momento hab¨ªa sido estrictamente cient¨ªfica para proponer, en un lenguaje claro y no por ello simple, el debate sobre el papel del intelectual en una sociedad tan compleja que va camino del laberinto. Hasta ese momento, los biof¨ªsicos Henri Atlan (Jerusal¨¦n), Jorge Wagerman y David Jou (Barcelona) se hab¨ªan esforzado por mantener la atenci¨®n de una audiencia vespertina en un debate cient¨ªfico sobre Ciencia y complejidad, aunque hubieran optado por divulgar algunos conceptos elementales en biof¨ªsica.
Una advertencia de Allan defini¨® una caracter¨ªstica del encuentro: El desarrollo de la sesi¨®n de la ma?ana (a ratos muy emocional), vino a decir, le hac¨ªa dudar de la posibilidad de llevar a cabo en el congreso un debate cient¨ªfico. En broma y sin especificar a qu¨¦ se refer¨ªa, Atlan difundi¨® la ley seg¨²n la cual lo ¨²nico que no cambia en un grupo de gente dado, ya se trate de carniceros o de intelectuales, es la proporci¨®n de imbecilidad existente. La diferencia entre las sesiones de la ma?ana y las de la tarde reflej¨® las dos grandes tendencias del congreso, entre intelectuales con preocupaciones mediatas e inmediatas, seg¨²n lenguaje de Octavio Paz."Si el hombre es la suma de sus actos (Sartre), entonces el intelectual es la suma de sus palabras y de sus escritos", dijo Moles. Ayud¨¢ndose de los retorcimientos de vocales y los gorgoritos que permite el franc¨¦s, y extremando sus recursos de orador a pu?etazos sobre la mesa o saltitos sobre el asiento, Moles logr¨® capturar a la audiencia hasta el punto de que, como ocurre en las Cortes con los debates de inter¨¦s, algunos congresistas que en ese momento hac¨ªan novillos acudieron desde hotel cercano, atra¨ªdos por los rumores sobre la arenga del cient¨ªfico.
"El contrato social del intelectual no es ni el del trabajador ni el del pol¨ªtico", dijo Moles. El intelectual tiene como misi¨®n proporcionar mensajes que la sociedad consume mientras los banaliza. Y no es posible crear esos mensajes sin libertad, pues la creatividad aumenta en la misma medida que las condiciones de la libertad.
No existe una relaci¨®n directa entre el intelectual y el hombre de acci¨®n, pues mientras ¨¦ste trabaja en el presente, el otro piensa la imagen del futuro, dijo.
Tres 'ciudades'
Con el lenguaje de met¨¢foras de algunos te¨®ricos de la informaci¨®n, Abraham Moles propuso una estratificaci¨®n de la sociedad en tres ciudades: La de los administrados, que son mayor¨ªa y buscan la felicidad; la de los administradores, cuyo supremo valor es la eficacia; y la de los intelectuales, al margen de las otras dos, formada por aquellos cuya misi¨®n es la b¨²squeda de originalidad y novedad; tienen la responsabilidad de cuestionar el presente en raz¨®n del futuro.La ciudad de los intelectuales es, en efecto, un gueto en el con junto social, explic¨® Moles. Y tiene as¨ª los inconvenientes de esta condici¨®n -una suerte de c¨¢rcel-, pero tambi¨¦n sus ventajas: el aislamiento que permiten sus muros puede ser la garant¨ªa para desarrollar en paz lo que busca. Sin embargo, para encontrar lo que busca el intelectual no deja de pagar un tributo al poder.
El debate propuesto era sobre Ciencia y complejidad. Henri Atlan explic¨® que en la biolog¨ªa moderna triunfan las tesis mecanicistas seg¨²n las cuales todo lo que ocurre tiene una explicaci¨®n cient¨ªfica. Explic¨® tambi¨¦n que la complejidad, que hasta hace poco fue simplemente uno de los elementos a vencer por el investigador, es vista ahora como un objeto de estudio en s¨ª mismo.
Atlan hizo un considerable esfuerzo de simplificaci¨®n para hacer comprensibles las dos grandes corrientes existentes en la investigaci¨®n de la complejidad. En un lenguaje simplista, ser¨ªan los que estudian la complejidad de la naturaleza -en la que cabe el azar- frente a la complejidad de los ordenadores. Se tiende a creer ahora, explic¨®, que las perturbaciones introducidas por el azar pueden no tener un rol perturbador, y s¨ª pueden ayudar a organizar. En la trastienda de este debate, y de ah¨ª su inter¨¦s en el congreso, se encuentran conceptos como responsabilidad y libre albedr¨ªo, hasta el momento patrimonio de la ¨¦tica.
Jorge Wagermen, moderador, expuso los tres principios elementales del debate cient¨ªfico -la objetividad, la inteligibilidad, y la dial¨¦ctica o confrontaci¨®n de lo observado con cierta idea de la realidad-, y David Jou explic¨® que en la comunidad cient¨ªfica comienza a existir cierto optimismo ante el descubrimiento de mejores m¨¦todos para descifrar la complejidad.
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