El goIpe del hacha, la huida del lobo
El grav¨ªsimo atentado cometido por ETA en Barcelona conduce al autor a una serie de reflexiones sobre lo que debe ser la respuesta del Estado y de la sociedad al terrorismo.
El domingo a mediod¨ªa, Santa Coloma de Gramenet, la enorme ciudad obrera del norte de Barcelona, enterr¨¦ a sus ciudadanos muertos en el atentado de ETA en Hipercor. Todos eran trabajadores. Entre ellos hab¨ªa un destacado dirigente local de Comisiones Obreras y mi amigo Xavier Valls, arquitecto de larga trayectoria antifranquista, luchador por la democracia y activista de la solidaridad con Nicaragua, cuya muerte he llorado con rabia contenida. A la misma hora, los habitantes de Sant Andreu, barrio obrero y popular de Barcelona, sal¨ªan masivamente a la calle a expresar su indignaci¨®n contra los asesinos etarras. El s¨¢bado, el Parlament ya hab¨ªa convocado un¨¢nimemente la gran manifestaci¨®n del lunes. La indignaci¨®n era general; la condena, un¨¢nime; el pesar, infinito. Pero detr¨¢s de todo ello hab¨ªa tambi¨¦n una sensaci¨®n general de perplejidad: ?qu¨¦ hab¨ªa movido a los asesinos de ETA a colocar una bomba de tremenda potencia incendiaria en un hipermercado de un barrio popular un viernes a primera hora de la tarde? Lo primero que uno piensa es que ETA intenta potenciar el independentismo y desestabilizar la situaci¨®n en Catalu?a para crear un clima pol¨ªtico como el del Pa¨ªs Vasco. ?sta es, desde luego, una interpretaci¨®n posible, a la vista de c¨®mo han ido las cosas en las recientes elecciones mu nicipales y europeas. ETA inici¨® su actual fase de atentados en Barcelona mucho antes. de las elecciones, caus¨® ya v¨ªctimas civiles y si no provoc¨® ya entonces grandes mortandades entre la poblaci¨®n civil fue por pura casualidad. En plena con moci¨®n por aquellos atentados, el cabeza de lista de Herri Batasuna, Txema Montero, present¨® la candidatura de esta coalici¨®n en Barcelona, y al preguntarle un periodista qu¨¦ pensaba HB de las acciones de ETA en Catalu?a respondi¨® que era un gran ejemplo de la coherencia de ETA como organizaci¨®n militar y una excelente demostraci¨®n de su t¨¢ctica, basada en "la aproximaci¨®n de la serpiente, el golpe seco del hacha y la huida del lobo".Quien m¨¢s, quien menos, tuvo que releer dos y tres Veces el p¨¢rrafo reproducido por la prensa, porque costaba creer que se pudiesen decir tales enormidades. Pero se dijeron. Y Herri Batasuna obtuvo en Catalu?a 39.000 de los votos que convirtieron al propio Txema Montero en diputado al Parlamento Europeo. Es posible, pues, que ETA haya interpretado que si tras los atentados Herri Batasuna obten¨ªa 39.000 votos, la continuaci¨®n de los mismos le iba a beneficiar pol¨ªticamente.
Condena clara
?sta puede ser una explicaci¨®n, pero entiendo que la bomba de Hipercor, como el, atentado contra Empetrol, en Tarragona, se explican por otras razones. Pese a los 39.000 votos, Catalu?a no es el Pa¨ªs Vasco. El independentismo catal¨¢n es d¨¦bil, y con estos atentados ha tenido que situarse a la defensiva, desmarc¨¢ndose ostensiblemente del salvajismo etarra. La reacci¨®n de la poblaci¨®n catalana ha sido, adem¨¢s, clara y contundentemente contraria a ETA, y hoy nadie se atreve a proclamarse abiertamente partidario de ¨¦sta. En consonancia con esto, la pr¨¢ctica terrorista de ETA tambi¨¦n es distinta dentro del Pa¨ªs Vasco y fuera de ¨¦l. Que yo sepa, un atentado tan brutal e indiscriminado como el de Hipercor no se ha cometido nunca dentro del Pa¨ªs Vasco. Estamos ante una nueva fase del terrorismo etarra: la fase del terrorismo de masas, y con este tipo de terrorismo lo que se busca no es m¨¢s apoyo popular, sino otros objetivos.
El objetivo principal de ETA es destruir el siste ma democr¨¢ctico y crear las condiciones para una nueva dictadura militar, porque el interlocutor que busca es un Ej¨¦rcito pol¨ªticamente beligerante que asuma el poder y justifique el papel de la propia ETA como ej¨¦rcito de liberaci¨®n vasco. Por¨¦llo, el objetivo inmediato de ETA es demostrar que las instituciones democr¨¢ticas son ineficaces ante la violencia, generar inseguridad y desconfianza de la gente hacia ellas y desestabilizar el sistema constitucional en su conjunto.
Por ello ha empezado a seguir la v¨ªa de otros, terrorismos, como el italiano, que tambi¨¦n pretend¨ªan destruir el sistema democr¨¢tico como tal sistema. Es la v¨ªa del terrorismo de masas, de los atentados cada vez m¨¢s mort¨ªferos y m¨¢s espectaculares, de las acciones pensadas, para tener la mayor resonancia dentro y fuera del propio pa¨ªs, de las explosiones que siembran inseguridad y aumentan la exasperaci¨®n de la gente, de los actos que ponen a las autoridades democr¨¢ticas a la defensiva y reducen sus posibilidades de reforma democr¨¢tica y que, en definitiva, desprestigian el sistema en su conjunto.
Para este tipo de actos se necesitan grandes cajas de resonancia. Madrid lo es como capital. Y Barcelona lo es ahora porque un atentado tan brutal como el del viernes en una ciudad como Barcelona, destinada a ser sede ol¨ªmpica, es un heco que repercute en todo el mundo. Esto es lo que ETA quiere. Por eso creo que hemos entrado en una fase nueva y muy peligrosa. En este sentido hay que prestar una especial atenci¨®n a lo que ha ocurrido en Barcelona tras el atentado. El rechazo de la gente ha sido total, sin paliativos. Pero tambi¨¦n se ha comprobado que muchos ciudadanos que rechazan a ETA tienden a pensar que la lucha contra ETA es cosa del Gobierno, y que si ETA contin¨²a con sus atentados es porque el Gobiemo es ineficaz.
?ste puede ser el principiode una espiral de desconfianzas y de desapegos que se sabe d¨®nde empieza peto no d¨®nde puede terminar, porque de aqu¨ª a creer que las actuales instituciones democr¨¢ticas no sirven s¨®lo hay unos pasos, que a veces se dan casi sin saberlo, como cuando se pide, por ejemplo, el restablecimiento de la pena de muerte. En este sentido es preocupante la aparici¨®n de otra forma m¨¢s sutil de desconfianza hacia el sistema, como la de los que se indignan contra los representantes de las instituciones democr¨¢ticas por no haber ordenado la evacuaci¨®n del hipermercado.
?ste es, desde luego, un tema delicado, que exige mucha serenidad por parte de todos. Es posible que haya habido errores o que las cosas no se hayan sabido explicar. Pero el problema no se puede despachar en ning¨²n caso sin tener en cuenta todas sus impl¨ªcaciones, y entre ellas, dos: la posibilidad de que una orden de evacuaci¨®n precipitada pudiese haber provocado una cat¨¢strofe infinitamente mayor, y la posibilidad de que toda la vida del pa¨ªs pueda quedar paralizada ante una campa?a sistem¨¢tica de avisos de bombas.
Hay que decir que tambi¨¦n contribuyen a generar desconfianzas las trabas burocr¨¢ticas o las ineficacias administrativas, que provocan en las v¨ªctimas y sus familiares una insoportable sensaci¨®n de indefensi¨®n absoluta, de falta de solidaridad y de aislamiento ante la cat¨¢strofe y sus consecuencias de futuro. Si como consecuencia de todo ello un sector de la poblaci¨®n no consigue diferenciar las responsabilidades de los asesinos de ETA de los actos, err¨®neos o no, de las auto!ridades democr¨¢ticas, hay que reconocer que algo falla, que el problema es serio y que en este sentido uno de los objetivos de la acci¨®n terrorista -perfectamente explicado en el comunicado de HB sobre el atentado- se ha cumplido, al menos en parte. Y esto es lo peligroso.
Estamos, pues, ante una nueva fase del terrorismo de ETA, y se requerir¨¢n nuevos medios de lucha y nuevas formas de acci¨®n pol¨ªtica que fortalezcan la adhesi¨®n de los ciudadanos al sistema democr¨¢tico. La acci¨®n policial es, desde luego, fundamental, pero mantener la conflanza.de los ciudadanos y resta?ar las fisuras aparecidas, m¨¢s todav¨ªa, porque eso es lo que est¨¢ en juego.
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