Excluido de las decisiones
El secretario de Estado, George Shultz, que se opuso al intercambio de armas por rehenes pero fue deso¨ªdo por el presidente, ha contado que present¨® su dimisi¨®n tres veces a Reagan y que algunos extremos de la operaci¨®n secreta iran¨ª le "revolvieron las tripas".Ha explicado durante dos d¨ªas al Congreso, sin la ayuda de abogados, con precisi¨®n y sin las lagunas de memoria del ex consejero de Seguridad Nacional, John Poindexter, c¨®mo fue dejado al margen de la pol¨ªtica exterior. Se le ocult¨® que Reagan hab¨ªa firmado tres ¨®rdenes para vender armas a Ir¨¢n y se enter¨® por los peri¨®dicos que se estaba enviando material militar a Jomeini.
Shultz ha sido despiadado con el desaparecido director de la Agencia de Central de Inteligencia (CIA), William Casey, el confidente del presidente, a quien ha culpado de ser el padrino, el ejecutor yel encubridor final del mayor desastre de pol¨ªtica exterior de la presidencia de Ronald Reagan. Pero el arranque de sinceridad de Shultz, que no ha dudado en expresar su "frustraci¨®n" y ha hablado de las "humillaciones" sufridas, ha dejado desnudo al titular dela Casa Blanca.
Aunque ha defendido que actu¨® como lo hizo porque recibi¨® mala informaci¨®n de sus subordinados, el secretario de Estado ha desmentido la imagen, ofrecida por el informe de la comisi¨®n Tower, de un presidente distante, descuidado y que no participa en el proceso de toma de decisiones.
"En contra de lo que se cree", ha explicado Shultz, "Reagan es un presidente de fuertes convicciones que decide, que participa. En la venta de armas a Ir¨¢n se bas¨® en su propia capacidad de juicio. Fue ¨¦l qui¨¦n tom¨® la decisi¨®n".
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