Sevilla, tirones y hero¨ªna
Los robos a los transe¨²ntes y en autom¨®viles son la plaga del turismo en la capital de Andaluc¨ªa
Llegando a Sevilla por la carretera de M¨¢laga y Granada, la autov¨ªa atraviesa el cruce, regula o por sem¨¢foro, de un barrio llamado Torreblanca. Los automovilistas que conocen la zona suelen reducir la velocidad, cuando a lo lejos ven el sem¨¢foro en rojo, para dar tiempo a que se ponga verde y no tener que detenerse. As¨ª se evita que los ladrones te rompan un cristal para sacarte de dentro lo que encuentren, sobre la marcha, m¨¢s a¨²n si la matr¨ªcula es forastera. El semaforazo -nombre que recibe este arte delictivo aut¨®ctono- se da por todas las carreteras de acceso y traves¨ªa de Sevilla.Seguramente el autor del semaforazo ser¨¢ un chico de entre 16 y 18 a?os, normalmente en paro -casi ning¨²n joven de los barrios marginales de Sevilla sabe qu¨¦ es un empleo-, y muy posiblemente drogadicto: el 90% de la poblaci¨®n juvenil delincuente consume drogas, y de ese porcentaje el 31,11 % es adicto a la hero¨ªna, seg¨²n estudios de la polic¨ªa obtenidos por este peri¨®dico. C¨¢lculos no oficiales consideran que son unos 8.000 los yonkis sevillanos, y cifran el volumen de dinero que mueven en unos 35.000 millones de pesetas anuales, tanto como el presupuesto del municipio.
En Sevilla hay pocos delitos graves, serios, tales como atracos a entidades bancarias. En 1986 s¨®lo se contabilizaron 14 hechos dignos de tal nombre. Pero el paro, la marginaci¨®n y sobre todo esos 10.000 yonkis son el origen de una plaga que ha elevado a las primeras cotas de Espa?a el ¨ªndice de peque?os delitos. Entre ellos se destinguen los dos productos aut¨®ctonos: el tir¨®n, m¨¢s cl¨¢sico, y el semaforazo, producto de los ¨²ltimos a?os. El tir¨®n consiste simplemente en agarrar el bolso del turista que mira extasiado, un suponer, la inesperada altura de la Giralda, dar un tir¨®n brusco y correr todo lo que se pueda con lo que se ha enganchado. Los ladrones se han perfeccionado y ahora suelen usar motocicletas -normalmente de peque?a cilindrada y por tanto sin matr¨ªcula- para tirar sobre la marcha de un bolso, o huir con ayuda del compa?ero que aguarda, tras una corta carrera a pi¨¦. El campo de operaciones de los tironeros suele ser el centro de la ciudad, por donde los turistas pasean mirando, descuidados.
El 'semaforazo'
Pero el tir¨®n es peligroso. Hay que enfrentarse a la v¨ªctima, que puede oponer resistencia; siempre cabe la posiblidad de que los dem¨¢s ciudadanos hagan algo m¨¢s que gritar y maldecir a las autoridades, adem¨¢s de que el turista ya suele estar prevenido. Y hay que ir al centro a darlo. As¨ª, hace a?os naci¨® la nueva modalidad del semaforazo. En las barriadas perif¨¦ricas de Sevilla hay puntos negros a este respecto, especialmente en la larga entrada de la carretera de M¨¢laga y Granada, as¨ª como en la llamada carretera de Su Eminencia, que se usa como circunvalaci¨®n por el este y est¨¢ tambi¨¦n atravesada de barrios marginales.
El semaforazo es sencillo: cuando un autom¨®vil con paquetes o maletas a la vista se para en un sem¨¢foro, se rompe con algo contundente el cristal de atr¨¢s o el del pasajero que va junto al conductor -por ejemplo, una mujer con su bolso-, y con un gancho se tira de lo que sea. Despu¨¦s, se corre aprovechando el estupor de los ocupantes del autom¨®vil, que de ninguna manera se esperaban lo ocurrido, o si se tiene motocicleta enseguida se pierde el tironero entre las calles del barrio que flanquea la carretera.
Para el delincuente profesional ya no es rentable el robo de radiocasetes, por los bajos precios: un ladr¨®n puede vender un aparato por 2.000 pesetas si es bueno, y por 500 si es malo. El drogadicto necesitar¨ªa robar cinco aparatos al d¨ªa. No merece la pena el riesgo. Lo que ahora mola es reventar tiendas, sobre todo de alimentaci¨®n, cuyos productos se venden f¨¢cilmente a trav¨¦s de una red cada vez m¨¢s organizada. En barrios marginales de Sevilla, por ejemplo La Bachillera, hay casas que todo el mundo conoce donde se pueden adquirir productos procedentes del robo por la mitad o la tercera parte de su precio en el mercado.
El gran problema para la represi¨®n de estos delitos es, entonces, la minor¨ªa de edad de sus autores. Los chicos menores de 16 a?os no van a prisi¨®n, sino a un centro del Tribunal Tutelar de Menores. "A m¨ª no hay quien me meta mano", dice uno de ellos mientras cuenta c¨®mo llega. al correccional de Alcal¨¢ de Guadaira y en.seguida se escapa "y al cuarto de hora estoy otra vez en Sevilla", en un coche robado.
Muchos de esos j¨®venes son v¨ªctimas del pandilleo, que incluso les ha conducido a la adicci¨®n a las drogas. Seg¨²n los estudios policiales antes citados, realizados entre j¨®venes de Sevilla detenidos y adictos a los estapefacientes, la motivaci¨®n m¨¢s importante para la drogadicci¨®n es la presi¨®n del grupo: un 66% de los casos. La mayor¨ªa, el 55 %, ha probado la droga antes de los 16 a?os, y en un 13% lo han hecho antes de los 10 a?os. En el 62% de los casos fue la droga la que condujo al delito. Aunque el ¨ªndice m¨¢s alto de consumo de hero¨ªna aparece en los sujetos mayores de 18 a?os, "est¨¢ bajando alarmantemente la edad de iniciaci¨®n en el consumo".
Las medidas policiales son del todo insuficientes. La Jefatura Superior de Polic¨ªa de Sevilla fue pionera, en 1980, distribuyendo por los hoteles folletos con consejos pr¨¢cticos, algo que hasta hace no mucho se consideraba un exotismo propio de Nueva York. Esos folletos conten¨ªan consejos que de simples pueden parecer innecesarios, pero que s¨®lo con seguirlos ahorrar¨ªan mucho: por ejemplo, cuando se camina por la acera no llevar el bolso por el lado de la calzada. Ahora se espera que la situaci¨®n mejore gracias a cosas de lo m¨¢s variado, por ejemplo la construcci¨®n de una v¨ªa de circunvalaci¨®n digna de tal nombre, para 1992, como no, o la represi¨®n del tr¨¢fico de drogas, intensificada con el Plan Sur, que comenz¨® en junio de 1986.
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