Bogart por todo lo alto
Si es dif¨ªcil encontrar una pel¨ªcula absolutamente mala firmada por el ilustre William Wyler, m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa es encontrar otra absolutamente buena. Lo propio de este brillante director -salvo las excepciones de algunos memorables aciertos en melodramas como Los mejores a?os de nuestra vida y en un western como El forastero- es un dorado y lujoso t¨¦rmino medio, un tono donde reina una innegable calidad, pero en la que la brillantez y el refinamiento envuelven caren cias de fondo, apariencias de una hondura que se queda casi siem pre en el borde de s¨ª misma.Entre las muchas virtudes de este buen cineasta sin genio que es William Wyler hay una muy seria, de verdadero fuste: su habilidad para que los actores se vaciaran e impregnaran la pantalla con lo mejor de s¨ª mismos. De ah¨ª que con frecuencia, en filmes medianos, por no decir malos, el Wyler sea posible encontrar interpretaciones literalmente deslumbrantes que encubren as¨ª la mediocridad del filme. ?ste es el caso de Horas desesperadas, obra rutinaria, convencional, t¨®pica y artificiosa que hay que poner en la mism¨ªsima cola de la filmograf¨ªa de su director. Impecablemente realizada, como todas las de Wyler, Horas desesperadas es, como Brigada 21 y otras de los a?os cincuenta, una indagaci¨®n conservadora y hueca en una situaci¨®n convencional que, no obstante, se prestaba a mejor destino. Pero dentro de ella est¨¢ Humphrey Bogart en vena, y un filme que iba para bodrio se ennoblece inesperadamente con una aut¨¦ntica joya.
Horas desesperadas
Direcci¨®n: William Wyler. Gui¨®n: Joseph Hayes. Fotografia: Lee Garmes. M¨²sica: Gail Kubik. Producci¨®n: William Wyler, para la Paramount. Norteamericana, 1955. Int¨¦rpretes: Humphrey Bogart, Fredric March, Martha Scott, Mary Murphy, Richard Eyer, Gig Young, Dewey Martin, Robert Middleton, Arthur Kennedy, Whith Bissel. Estreno en Madrid: cines Renoir.
Es Horas desesperadas la pen¨²ltima pel¨ªcula de un Bogart que ya parece aqu¨ª fisicamente tocado por el c¨¢ncer de garganta que acab¨® dos a?os despu¨¦s con su vida. Su rostro alcanza, sin salirse de los estudiados ties que lee hicieron famoso, una intensidad y una amargura que sit¨²an a este su casi ¨²ltimo trabajo como uno de los primeros en enjundia.
S¨®lo esto y algunos destellos del lujoso reparto -no est¨¢n all¨ª sin dejar su huella actores de la estatura profesional de Fredric March o Arthur Kennedy- salvan un filme sin el menor inter¨¦s, blando en sus contenidos y archisabido en la manera de exponer estos contenidos. Pero all¨ª est¨¢ Bogart en uno de sus mejores instantes, haciendo al final de su carrera una r¨¦plica adrr¨²rable a aquel otro personaje con el que la comenz¨® en El bosque petrificado, pel¨ªcula con la que Horas desesperadas tiene evidente parentesco, s¨®lo que en peor.
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