SAN SEBASTI?N DE LOS REYES A Andres¨ªn le sobra motor
Nuncio / Morenito de Maracay, Soro, CaballeroJOAQU?N VIDAL Andr¨¦s Caballero, el antiguo Andresin de la escuela taurina y de la noviller¨ªa, hoy todo un se?or matador de toros, va de un lado a otro por el ruedo, a toda prisa, carreras de velocista en las que no se le ven los pies; con toro o sin toro corre. Andres¨ªn es que no para. Si sosegara, lidia y toreo le saldr¨ªan mejor, porque tiene condiciones para ello, y entre esas condiciones, entusiasmo. Es cuesti¨®n de temperamento, no cabe duda, y a Andres¨ªn lo que le pasa es que le sobra motor.
Le sobra motor y adem¨¢s lo lleva acelerado. Re¨²ne el par de banderillas y escapa a tres veces m¨¢s kil¨®metros / hora de lo que podr¨ªan exigir el peligro y la codicia del toro. Igualmente los derechazos los liga a tres veces m¨¢s kil¨®metros / hora de lo que requiere el ritmo de una suerte bien hecha. Ahora que hay v¨ªdeo, si Andres¨ªn pasara por el artilugio su vertiginosa actuaci¨®n proyect¨¢ndola a movimiento retardado, ver¨ªa c¨®mo, con menos motor, le aparece por la pantalla un toreo que se aproxima al bueno.
Toros de Branco Nuncio, con trap¨ªo, encastados
Morenito de Maracay: oreja; oreja. El Soro: oreja; dos orejas. Andr¨¦s Caballero: oreja; oreja.Plaza de San Sebasti¨¢n de los Reyes, 29 de agosto. Quinta corrida de feria.
El sexto, el de mayor cuajo y m¨¢s agresiva cornamenta de la corrida, tuvo de lidiador al acelerado Andres¨ªn de siempre y, asimismo, al Andres¨ªn que conoce el oficio, alerta en la brega, ¨¢gil, r¨¢pido de reflejos para ligar los pases a pesar de que el toro embest¨ªa con genio en su medio recorrido.
Ni siquiera en las vueltas al ruedo conten¨ªa la fogosidad de sus ¨ªmpetus Andres¨ªn, y a la se?ora que gentilmente le hab¨ªa tirado el abanico, se lo devolv¨ªa peg¨¢ndola un abanicazo; la bota que le obsequiaron de un tendido, la retornaba lanz¨¢ndola violentamente a lo alto del adyacente, y de poco descalabra a los de all¨ª. Y as¨ª todo.
Tambi¨¦n a muchas revoluciones por minuto -no tantas- tore¨® El Soro, y ya puesto a sacudir por ah¨ª el terno, exageraba la nota del tremendismo: fren¨¦ticos derechazos, s¨²bitos giros, fragorosas revueltas, ca¨®ticos rodillazos.
En cambio Morenito de Maracay puso el motor al ralenti, quiz¨¢ demasiado, y le sali¨® un toreo premioso, aquejado de afectaci¨®n. M¨¢s pendiente de la postura que del fundamento de las suertes, se produc¨ªan en su toreo acusadas desigualdades. Manej¨® bien el capote, a veces corri¨® la mano con temple en los redondos, rectific¨® terrenos, lig¨® poco.
Los tres espadas estuvieron por debajo de la boyant¨ªa de los cinco primeros toros. Banderillearon, solitos en sus primeros turnos, alternando en los otros, y salvo un quiebro de Morenito y par de cuarteos de cada cual, lo hicieron con bastante mediocridad.
El indicador de trofeos, sin embargo, ofrece un resultado apote¨®sico: siete orejas. Cualquiera dir¨ªa que ayer la terna reinvent¨® el toreo en San Sebasti¨¢n de los Reyes. Los sacaron a hombros y el gent¨ªo que aguardaba fuera crey¨® que los de dentro hab¨ªan visto la corrida del siglo. Bueno, algunos de los de dentro se lo creyeron tambi¨¦n.
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