Fue un festival

GONZALO ARGOTE, Cuando dos figuras y una que lo fue aceptan la impresentable corrida de ayer hay que poner en entredicho su profesionalidad. Cinco varas y un picotazo tomaron entre los seis. En tres de ellos, los espadas pidieron el cambio del segundo tercio con uno o dos pares de banderillas. Aunque alguno, como el sexto, era descarado de pitones, todos ten¨ªan s¨ªntomas de manipulaci¨®n, resultando ya escandaloso el trabajo del primero.

Algunos, pocos, aficionados se desga?itaban denunciando la burla, pero nada pod¨ªan hacer frente al entusiasmo de la masa, que s¨®lo protest¨®, y fuerte, cuando el quinto torete se derrumbaba, antes incluso de que tuviera su feble y ¨²nica entrada con el caballo. En los dem¨¢s, aplaud¨ªan tan contentos y estoy seguro lo hubieran hecho igual si en lugar de ser de carne y hueso, hubiesen sido de cart¨®n piedra.

Con este material creo que el mayor honor que se le puede hacer a los toreros es no enjuiciar su labor, pues de lo contrario, de matadores de toros que se dice, quedar¨ªan consagrados como becerristas. Y nuestra indignaci¨®n hasta esos extremos no llega. Les remito a la ficha y que cada uno ponga la sordina que crea conveniente.

La plaza, con un cartel de lujo, s¨®lo se ha cubierto en sus dos tercios. En la feria de M¨¢laga, en carteles tambi¨¦n de tron¨ªo, s¨®lo se llen¨® una tarde. Nos preguntamos ahora como entonces: ?qui¨¦n llena hoy las plazas de toros?, creemos que nadie, y si la cosa sigue por estos derroteros, acabar¨¢n echando a todos los aficionados de las plazas.