El N¨¢poles y el Madrid viven su encrucijada del a?o
ENVIADO ESPECIAL La v¨ªspera del N¨¢poles-Madrid no fue mejor que la antev¨ªspera. Cerca de 500 aficionados apedrearon el autocar de la expedici¨®n madridista a su salida del estadio San Paolo, rompiendo un cristal y obligando a las fuerzas policiales a cargar con dureza. La delegaci¨®n madridista protest¨® ante el delegado de la UEFA por lo que consideraba un atropello porque a los cerca de 350 seguidores madridistas se les hab¨ªa facilitado una serie de Iocalidades tal que les colocaban en situaci¨®n de desamparo, dispersos, algunos de pie, y entremezclados entre la afici¨®n rival.
Las horas previas al choque se solventaron sin tranquilidad para la expedici¨®n madridista. Maradona hab¨ªa intentado, p¨²blicamente, restar hierro a sus declaraciones de hace unos d¨ªas, pero otra cosa era lo que hac¨ªan algunos aficionados. En n¨²mero de 500 lanzaron piedras, objetos y huevos al autocar del Real Madrid, a su salida del estadio San Paolo tras el protocolario entrenamiento. La polic¨ªa carg¨® para impedir males mayores y protegi¨®, tambi¨¦n, las inmediaciones del hotel, aunque no pudo impedir que muchos seguidores, en sus autom¨®viles, insistieran en hacer sonar el claxon para aumentar el clima de tensi¨®n.Antes, en el mismo estadio, se hab¨ªan producido momentos de gran tensi¨®n ante la protesta madridista por las irregularidades que se hab¨ªan producido al momento de conceder las entradas para los cerca de 350 seguidores que acompa?aban al Madrid desde la capital. Contraviniendo normas de la UEFA, el N¨¢poles reserv¨® localidades muy dispersas, que obligaban a gran parte de estos aficionados a colocarse entre hinchas del N¨¢poles y en zonas poco recomendables, como uno de los fondos y sin posibilidad de estar aislados, como fija el organismo europeo. La protesta del Madrid no surti¨® ning¨²n efecto.
Por tanto, la primera preocupaci¨®n para el Madrid es saber responder adecuadamente a este clima. Porque el Madrid de las ¨²ltimas temporadas ha dado muestras de poseer varios jugadores capaces de perder los nervios. S¨ª el rival les maltrata y el ¨¢rbitro no les protege puede responder con la agresi¨®n. M¨¢s de una vez el Madrid ha terminado con menos de los que empez¨® y eso le ha costado estrepitosas goleadas. La segunda es, por supuesto, Maradona. Maradona jugar¨¢ muy posiblemente m¨¢s adelantado de lo que suele hacerlo. Como se da por descontado que le marcar¨¢ Chendo -espl¨¦ndido en el Bernab¨¦u ante el genio-, es muy f¨¢cil que quiera arrastrar a ¨¦ste hasta el centro del ¨¢rea, donde el defensa madridista se mueve algo peor.
Para complicar m¨¢s las cosas, hay dudas sobre qui¨¦nes acompa?ar¨¢n a Maradona en la vanguardia. Posiblemente, Careca y Giordano. Los dos tienen el alta m¨¦dica, pero ambos salen de lesiones y est¨¢n mal preparados. La otra posibilidad es que Giordano deje la plaza a Carnevale, jugador decisivo el a?o pasado. Fue el segundo goleador del equipo. Cuando vino Careca perdi¨® el puesto, hizo declaraciones contra Bianchi y ¨¦ste le apart¨®.
Por detr¨¢s de esa delantera el N¨¢poles tiene una media con el dur¨ªsimo Bagni a un lado y De Napol¨ª al otro, y Romano, jugador de criterio y t¨¦cnica, en el centro. M¨¢s atr¨¢s est¨¢n los defensas Ferrara, Ferrario y Francini. Este ¨²ltimo se adelantar¨¢ posiblemente para frenar a Michel. Ferrara y Ferrario son los marcadores puros destinados a Butrague?o y Hugo.
El Madrid jugar¨¢ con: Buyo; Chendo, Tindillo, Solana; Michel, Gallego, Sanchis, Mart¨ªn V¨¢zquez, Gordillo; Butrague?o y Hugo S¨¢nchez. Es un gran equipo, capaz de coger la pelota e intercambiarla entre sus miembros hasta sacar al otro equipo del partido.
Por su parte, Maradona se apresur¨® ayer a aclarar sus declaraciones de los ¨²ltimos d¨ªas, molesto porque, seg¨²n sus palabras, se hubieran malinterpretado. Maradona sostiene que cuando habl¨® de que hab¨ªa que emplear la agresividad frente al Madrid, no se refer¨ªa al uso de m¨¦todos violentos si no a presionar al rival en medio campo para. impedirle un buen control del bal¨®n. Maradona lleg¨® a decir que no le preocupaba el list¨®n de los tres goles, pero dudaba de si su equipo ser¨ªa capaz de evitar que el Madrid marcara.
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