La seriedad de la comedia
Rohert Benton, pese a su veteran¨ªa, es un cineasta solvente. Su solvencia procede de su ¨¦poca de escritor de cine, en la que hizo filmes tan bien constru¨ªdos como los de El d¨ªa de los tramposos, que dirigi¨® Joseph L. Mankiewicz; ?Qu¨¦ me pasa, doctor?, aquel enredo de Peter Bogdanovich; y Bonnie y Clyde, el magistral thriller con aires de western, realizado por Arthur Penn.Benton-guionista sabe c¨®mo funcionan en la pantalla las leyes, sutiles y no obstante inflexibles, de la comedia. Pero Benton-realizador se inclina m¨¢s y mejor hacia la intriga psicol¨®gica y al melodrarna con fondo social que hacia la peculiar seriedad de la comedia. En su Nadine, Benton se atiene a esta regla, que hasta ahora domina en su corta -cinco largometrajes en quince a?os- carrera como director.
Nadine
Direcci¨®n y gui¨®n: Robert Benton. Fotograf¨ªa: N¨¦stor Almendros.Estadounidense, 1987. Int¨¦rpretes: Kim Basinger, Jeff Bridges, Rip Tom, Howard Shore. Estreno en Benlliure, Cartago, Duplex (V. O.), Juan de Austria, Novedades, Palacio de la M¨²sica.
Brenton plantea su pel¨ªcula mejor que la resuelve. Lo que ya se vi¨® en Kramer contra Kramer, Bajo sospecha y En un lugar en el coraz¨®n (un desfallecimiento prematuro del inter¨¦s de una historias con las bater¨ªas cargadas de anzuelos para atrapar la atenci¨®n) sigue ocurriendo en Nadine. Da la impresi¨®n de que Benton comienza a construir el filme entusiasmado y de que, poco a poco, pierde inter¨¦s por ¨¦l, lo que debilita la continuidad de lo que ocurre en la pantalla, como si esta perdiera poder de identificaci¨®n a medida que la aventura se desliza sobre ella.
Nadine comienza no ya bien, sino con aut¨¦ntica garra. Engancha, prende, envuelve al espectador, lo zarandea en tres secuencias magistrales, planteadas casi como relatos aut¨®nomos, que arrancan de muy abajo e impeceptiblemente van subiendo el tono, hasta que el espectador se ve cogido por su crescendo.
Escalera rota
Bastar¨ªan estas secuencias para sentenciar que Nadine es obra de autor con estilo y recursos diferenciados para contamos lo que se propone. Toma mucho de prestado del cine cl¨¢sico de su pa¨ªs, pero, al rev¨¦s que otros cineastas nost¨¢lgicos -ah¨ª tenemos el caso espectacular del maravillosos plagiario Brian de Palma en Los intocables- lo hace de tal manera que no se nota, que todo en su filme parece inventado all¨ª, aunque no sea as¨ª.La explosiva mezcla de intriga polic¨ªaca y situaci¨®n de comedia que hay en Nadine, llega a veces lejos. Pero no es una pel¨ªcula redonda, por tres razones b¨¢sicas en este tipo de tramas argumentales h¨ªbridas. La primera radica en que es mayor el cuidado que Benton pone en el acabamiento de cada secuencia que en redondear la aventura como totalidad y esto produce bajones y arritmias en su cadencia.
La segunda es que hay m¨¢s fuerza en la historia que en su visualizaci¨®n y m¨¢s gracia en los personajes sobre el papel que sobre la pantalla, de tal manera que el espectador descubre faltas de coincidencia entre las im¨¢genes y las intenciones que su autor sobrepone a ellas, sin llegar a fundirlas. Por ejemplo, la escena de la escalera rota es sosa, cuando es en el gui¨®n propuesta como punto donde deben converger las gracias de la situaci¨®n y las tensiones de la intriga.
La tercera, y m¨¢s grave, obedece a que en este filme de duo, tal duo desafina. Por una parte, Kim Basinger est¨¢ poco fogueada y que ha de v¨¦rselas aqu¨ª con situaciones que requieren una soltura que esta bell¨ªsima mujer todav¨ªa no tiene en cuanto actriz; y por otra, Jeff Bridges es actor ap¨¢tico, del que es dificil extraer la electricidad que requiere un debate con su explosiva oponente. No hay contrapunto entre ellos. Uno, viendo Nadine, pide un estallido de nervio c¨®mico mutuo c¨®mo el que Cary Grant y Katharine Hepburn derrochan en La fiera de mi ni?a. Pero esto es pedir peras al olmo, porque en un filme para actores desmelenados, estos actuan con comedimiento y casi con desgana, una desgana que, al final, acaban contagi¨¢ndonos.
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