Inicio de temporada y presentaci¨®n pian¨ªstica

Obras, solista y director en la inauguraci¨®n de la temporada de abono de los conciertos de RTVE proven¨ªan de las islas Brit¨¢nicas, un pa¨ªs cuya m¨²sica no acaba de ser entendida del todo por el resto del continente y muy especialmente por las naciones mediterr¨¢neas. Muestra de ello fueron los bastantes asientos vac¨ªos al inicio y los muchos m¨¢s que hab¨ªa al final, tras una continua y poco respetuosa fuga de p¨²blico durante la interpretaci¨®n de la sinfon¨ªa de Walton.Es l¨¢stima que sea as¨ª, pero tambi¨¦n comprensible, dado que tras la muerte de Purcell, en 1965, se produjo un aut¨¦ntico vac¨ªo art¨ªstico en las islas que s¨®lo emprz¨® a cubrirse en el presente siglo. Un bache as¨ª es dif¨ªcil de superar y a¨²n hoy las figuras de Elgar, Delius, Holst o Britten, por citar s¨®lo algunos de los m¨¢s conocidos, se enfrentan al handicap de ser asimilados a unas pocas obras.

Hay, sin embargo, en la m¨²sica inglesa momentos bellos y de inter¨¦s, habitualmente dentro del estilo conservador, y conceptos en los que se funden la frialdad del Norte con ciertas pinceladas de color latino que los compositores, se sienten obligados a introducir, pero su dificultad para el gran p¨²blico viene de la ausencia de temas cantabiles. As¨ª sucede con el colorido de la obertura En el Sur, de Elgar; el impresionismo de Las iluminaciones, de Britten, e incluso en la densidad orquestal de la Primera sinfon¨ªa de Walton, ejemplo t¨ªpico de m¨²sica inglesa.

Puestas as¨ª las cosas, hubiera sido conveniente una cierta dosificaci¨®n, porque la frialdad de la acogida no debi¨® resultar agradable para una solista y un director que apenas tuvieron ocasi¨®n de salir a saludar a pesar de realizar una digna labor. La soprano Sheila Armstrong supo pasar del vigor de algunas canciones de Britten a la suave delicadeza de otras por medio de una voz agradable, si no extensa, y un buen sentido musical e interpretativo. Dirigi¨® Edward Downs con un sentido dram¨¢tico que trasluc¨ªa su amor por la ¨®pera y que se aven¨ªa m¨¢s con los tempos impetuosos de las obras que con los l¨ªricos. La orquesta de RTVE son¨® ajustada y segura en la complejidad de un programa con dos piezas nuevas para ella.

El concierto de la Nacional ten¨ªa el inter¨¦s de dar a conocer a David Wehr, el pianista que se alz¨® con el primer premio en el pasado concurso Paloma O'Shea, con la misma partitura de su triunfo y la agrupaci¨®n que le acompa?¨® en aquella final. Pero Wehr dej¨® claro en su interpretaci¨®n del Primer concierto para piano, de Brahms, que dar nota tras nota con buena t¨¦cnica no es suficiente para crear y transmitir arte, falt¨¢ndole a su versi¨®n sutileza, garra y poder de comunicaci¨®n, por lo que result¨® correcta pero ins¨ªpida.

El maestro vien¨¦s Walter Weller demostr¨® haber sido un d¨ªa concertino de la Filarm¨®nica de aquella ciudad, al conseguir tanto en Las vistas al mar, de Toldr¨¢, como en m¨²ltiples pasajes de As¨ª habl¨® Zaratustra o al citado Brahms que la problem¨¢tica cuerda de la Orquesta Nacional sonase con empaste y redondez. Esto es algo que realmente necesita la agrupaci¨®n y en donde WeIler puede basar una buena parte de su labor en su nuevo cargo como principal director invitado.