De 'perro amarillo' a nada
La II Guerra Mundial convirti¨® el cine b¨¦lico en un g¨¦nero popular, visi¨®n espectacular de la historia con su carga ¨¦pica e ideol¨®gica. El enemigo exist¨ªa, ten¨ªa rostro ideas. Se le descalificaba no s¨®lo a base de balas victoriosas, sino tambi¨¦n gracias a grandes argumentos -democracia contra dictadura- y el fomento del nacionalismo y el racismo -los orientales o eran sumisos o se transformaban en rabiosos perros amarillos o limones.Las, pel¨ªculas de Vietnam -El regreso, Full metal jacket, El cazador, Apocalypse now o Platoon-, en unos casos toman la guerra como pretexto para discursos m¨¢s o menos gen¨¦ricos sobre la amistad y el mal, mientras que en otros ,e dedican a contamos que muchos j¨®venes americanos murieron ah¨ª, en Vietnam.
La colina de la hamburguesa
Director John Irvin. Int¨¦rpretes: Anthony Barrile, Michael Patrick Boatman, y Don Chadle. Gui¨®n: Jim Carabatsos. M¨²sica: Philip Glass. Estadounidense, 1987. T¨ªtulo original: Hamburger hill. Estreno en cines Paz y Vaguada M-2. Madrid.
Todas tienen en com¨²n -hay que exceptuar el filme de Cimino, que juega con el racismo- el borrar al enemigo, el convertirlo en sombras sin rostro, en hormigas a las que se puede brasear con napalm, sin que se reclame del espectador otra actitud que la del tranquilo contemplador de fuegos artificiales.
El campo de batalla
Sin duda, el campo de batalla se parece mucho a lo que muestra una pel¨ªcula como La colina de la hamburguesa, pero la guerra no fue eso. La retah¨ªla de t¨®picos destinada a personalizar cada uno de los integrantes del batall¨®n norteamericano contiene esa parte de verdad que s¨®lo sirve para desgranar obviedades. Uno est¨¢ ah¨ª porque su esposa le abandon¨®; otro, por solidaridad; un tercero, porque es negro; los dem¨¢s, por razones igualmente peregrinas, y matan y mueren porque se lo mandan.Nada de discursos ni justificaciones; son chicos duros que saben deI sinsentido de la guerra, pero que se apresuran a dejar bien claro que si hacen aquello es porque hay que hacerlo.
El recobrado orgullo norteamericano al que apelan algunas de esas pel¨ªculas -La colina de la hamburguesa lo hace en tonos netamente fascistas- se funda en un vergonzoso silencio: el enemigo tambi¨¦n mor¨ªa y era humano.
De las razones, confusas y cargadas de historia e intereses, que explicar¨ªan los motivos de la guerra, nada se dice ni se ha dicho en cintas anteriores.
El protagonista de La colina de la hamburguesa -lo es porque logra sobrevivir: la l¨®gica b¨¦lica se impone a la de la ficci¨®n defiende ante un periodista especialmente siniestro -la elecci¨®n del personaje es significativa, as¨ª como su impoluta apariencia, pues hay una teor¨ªa seg¨²n la cual la Prensa y la televisi¨®n fueron los ej¨¦rcitos que derrotaron a los marines- que nadie tiene derecho a opinar sobre la guerra si no est¨¢ en el frente con la ametralladora en la mano y matando vietnamitas.
Es una argumentaci¨®n que hace suya la pel¨ªcula y que no es otra cosa que una variante del salvaje "primero, disparo; luego preguntar¨¦".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.