Una visi¨®n en carne viva
En funci¨®n de la irracionalidad o las interminables lagunas que caracterizaron hasta hace bien poco en el panorama espa?ol las perspectivas de acercamiento a los fen¨®menos de la creaci¨®n art¨ªstica contempor¨¢nea, seguimos con frecuencia reclamando -y por tanto content¨¢ndonos con ello- un tipo de lectura en exceso mec¨¢nica, inclusoacademicista, cuyo concepto de rigor no suele pasar de una escrupulosa ordenaci¨®n, clasificaci¨®n y relato funcional de los temas en cuesti¨®n. Se genera as¨ª un tipo de inercia que se resiste a entender la voluntad de rigor como la necesidad continua de volver a pensar, desde nuestro contexto temporal y de una forma creativa, dichos fen¨®menos, articulando una nueva visi¨®n cr¨ªtica de mayor complejidad que no s¨®lo vaya m¨¢s all¨¢ de perspectivas sociol¨®gicas o caracteriolog¨ªas estil¨ªsticas, sino que a partir de ellas sea capaz de rastrear se?as de identidad de significaci¨®n m¨¢s profunda, al tiempo que deja abierta la puerta a una multiplicidad de referencias y posibilidades de relaci¨®n complementarias que iluminen la riqueza de matices que cada situaci¨®n posee.
Naturalezas espa?olas 1940-1987
Centro de Arte Reina Sofia. Santa Isabel, 52. Madrid. Hasta el 10 de enero.
Valor de argumento
En este sentido resulta excep cional una iniciativa de la calidad, complejo rigor y emocionante y poderosa invenci¨®n como la de la muestra Naturalezas espa?olas, 1940-1987, que actualmente se presenta en el Centro de Arte Reina Sof¨ªa. A trav¨¦s de unas 200 obras de 70 artistas, la exposici¨®n ofrece una de las lecturas m¨¢s sugerentes y enriquecedoras que recuerdo -si no la m¨¢s- sobre el arte espa?ol de esas d¨¦cadas. En el planteamiento cr¨ªtico y expositivo ejemplar de sus comisarios, Ana V¨¢zquez de Par ga y Francisco Calvo Serraller, la muestra se centra en un temaaparentemente particular -el de las distintas actitudes que con respecto a la idea de lo natural se dan en la pl¨¢stica espa?ola de esos a?os- pero acaba por extraer de ¨¦l un an¨¢lisis de car¨¢cter integral sobre el deve nir de nuestro arte contempor¨¢neo y sus problemas esenciales, en un balance que es distinto, y al tiempo m¨¢s ¨ªntimamente re velador, que una catalogaci¨®n exhaustiva del arte de ese per¨ªodo. A tenor de esa dualidad, m¨¢s de un avispado intentar¨¢ rastrear aqu¨ª ausencias significativas, incluso vinculadas al tema concreto, pasando por alto el valor de argumento que cobra aqu¨ª cada caso particular, siempre en funci¨®n del brillante discurso te¨®rico que articula la muestra. Con todo, la selecci¨®n de obras resulta de por s¨ª impresionante tanto por la pertinencia de cada ejemplo y la labor de rastreo que su reuni¨®n implica como por la impactante fuerza que la mayor parte de ellas poseen, encontr¨¢ndose a menudo entre lo mejor de la producci¨®n de sus autores.
Me he referido con anterioridad a la naturaleza particular del tema que aborda esta muestra como algo meramente aparente. Y, en efecto, la propia visi¨®n de la exposici¨®n y el discurso te¨®rico que la acompa?a abren las puertas a una comprensi¨®n mucho m¨¢s global y reveladora de las corrientes, conceptos y conflictos del panorama art¨ªstico espa?ol de este amplio per¨ªodo. Ello resulta posible gracias al lugar central que, como bien se?alan los organizadores, ocupa en nuestra tradici¨®n art¨ªstica el problema del naturalismo y la compleja supervivencia que el tema de la naturaleza tiene, en cuanto referente de identidad, en el seno de una modernidad tan singular y exc¨¦ntrica como la nuestra.
Por otra parte, a los valores del argumento de esta muestra y de esa selecci¨®n, que ya de por s¨ª compondr¨ªa la base de un museo ideal sobre el arte espa?ol de este per¨ªodo, es
preciso sumar los de un montaje de concepto y dise?o excepcionalmente brillantes. Aunque es de sobra conocida la talla profesional de Juan Ari?o en este tipo de lides, aqu¨ª parece haber actuado a¨²n en una m¨¢s ¨ªntima complicidad con los organizadores, no s¨®lo potenciando en grado m¨¢ximo las innumerables y complejas posibilidades de relaci¨®n y di¨¢logo que la selecci¨®n llevaba intencionalmente impl¨ªcitas, sino creando una resoluci¨®n espacial de insospechada, refinad¨ªsima y dram¨¢tica belleza. En esa labor conjunta, el sentido revelador del recorrido, los enfrentamientos o analog¨ªas, que rompen ocasionalmente el hilo cronol¨®gico, las transiciones y sorpresas, componen un itinerario magistral que quiebra incluso el mito de la inadecuaci¨®n de estas salas. Baste con referirnos a un ejemplo puntual, el de ese eje transversal que conduce desde el ¨¢mbito de la instalaci¨®n de Schlosser a la secuencia formada por las esculturas de Alfaro, y que se prolonga visualmente, a trav¨¦s de una ventana, hasta la pieza que se yergue en el centro del jard¨ªn. Y en esa afortunad¨ªsima conjunci¨®n, el arte espa?ol de las ¨²ltimas cinco d¨¦cadas, del paisajismo de la escuela de Madrid a la herencia conceptual, del informalismo a la figuraci¨®n madrile?a de los setenta, de T¨¢pies a Sicilia, cobra, a trav¨¦s de los ecos de la naturaleza, nuevo vigor y sentido ante nuestros ojos. Se nos manifiesta, por as¨ª decirlo, en carne viva.
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