La ayuda espa?ola al desarrollo
Aprovechando la Campa?a Europea sobre la Interdependencia y la Solidaridad Norte-Sur, el autor analiza el escaso nivel de ayuda al desarrollo que Espa?a moviliza hacia los pa¨ªses pobres, a pesar de los esfuerzos desplegados por la Secretar¨ªa de Estado para la Cooperaci¨®n Internacional, la comisi¨®n interministerial y la redacci¨®n de los planes anuales, poniendo asimismo de relieve que tal campa?a debe ayudar a doblegar ciertas reticencias respecto a este tipo de ayudas.
El lanzamiento en el palacio del Senado, y con presencia de los Reyes -que actualmente se encuentran en visita oficial en Tailandia y Nepal-, de la Campa?a Europea sobre la Interdependencia y la Solidaridad Norte-Sur, impulsada por el Consejo de Europa, la Comunidad Europea yuna serie de organizaciones no gubernamentales que llevan a cabo acciones en favor del Tercer Mundo, se me antoja un hecho muy relevante en el contexto de lo que est¨¢ siendo la actitud espa?ola respecto a los pa¨ªses en desarrollo.No descubro nada nuevo diciendo que el papel que Espa?a ha venido teniendo respecto al problema del subdesarrollo en el mundo actual ha sido siempre m¨¢s que modesto.
Es bien cierto que a ello han contribuido nuestro nivel no excesivo de renta y los problemas que durante largos per¨ªodos de tiempo padece nuestra balanza de pagos, pero ello s¨®lo sirve de excusa circunstancial, sin demasiado fundamento, ya, en la actualidad.
Los niveles de desarrollo econ¨®mico, social y tecnol¨®gico de la Espa?a actual y el posicionamiento institucional entre los pa¨ªses desarrollados que de hecho ha supuesto nuestro ingreso en la Comunidad Europea abogan por una actitud de apoyo a. los pa¨ªses pobres de mayor envergadura que la que hasta ahora hab¨ªamos venido teniendo y que solamente en los ¨²ltimos a?os se est¨¢ modificando por parte del Gobierno, en contra, a veces, de actitudes insolidarias de ciertos grupos de la sociedad espa?ola que a¨²n siguen pensando que la importancia de algunos de nuestros problemas econ¨®micos internos obliga a destinar nuestros recursos presupuestarios a los temas internos, dejando poco margen a la solidaridad internacional.
El balance de lo que Espa?a ha estado haciendo y hace en esta tem¨¢tica no es excesivamente boyante.
Nuestra antigua labor de ayuda t¨¦cnica hacia ciertos pa¨ªses o nuestra presencia en ciertos organismos internacionales de ayuda al desarrollo tales como el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo se han visto completadas en estos ¨²ltimos a?os por nuestro ingreso en el resto de bancos regionales y en la participaci¨®n en los mecanismos de ayuda al desarrollo de la Comunidad Europea. Desde el a?o 1976, adem¨¢s, vienen otorg¨¢ndose ciertos cr¨¦ditos blandos a determinados pa¨ªses en desarrollo, ligados, desde luego, a la adquisici¨®n de exportaciones espa?olas.
Con ello, con la participaci¨®n en las reposiciones de fondos de la Asociaci¨®n Internacional de Fomento y con los planes de apoyo del Instituto de Cooperaci¨®n Iberoamericana y de diversos ministerios, sin embargo, nuestro plan anual de cooperaci¨®n internacional para 1987 solamente se sit¨²a en 43.000 millones de pesetas, lo cual viene a suponer que nuestra ayuda oficial al desarrollo est¨¢ suponiendo algo as¨ª como el 0,15% de nuestro producto interior bruto.
Esto es mucho si pensamos que antes de que se crearan la Secretar¨ªa de Estado para la Cooperaci¨®n Internacional y la Comisi¨®n Interministerial de Cooperaci¨®n Internacional nuestro volumen no llegaba ni al 0,1%, pero es muy poco si pensamos que el objetivo que se llegaron a marcar los grandes organismos internacionales de ayuda al desarrollo situaba el list¨®n en el 1 % del producto interior de los pa¨ªses donantes, y que la media de los pa¨ªses integrados en el Comit¨¦ de Ayuda al Desarrollo (CAD) de la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®mico (OCDE) est¨¢ situada en el 0,36%.
Pa¨ªses no tan alejados de nuestro nivel como, por ejemplo, Italia tienen un nivel de ayuda oficial al desarrollo del 0,3%, y pa¨ªses con convicci¨®n en el tema de la ayuda como Suecia u Holanda llegan al 0,8% o 0,9%.La campa?a europea sobre la solidaridad norte-sur
En los casos de estos pa¨ªses tendr¨ªamos que contar adem¨¢s con que,por el hecho de tener algunas multinacionales actuando en pa¨ªses pobres, contribuyen tambi¨¦n al esfuerzo global de inversiones en tales pa¨ªses mucho m¨¢s de lo que puede suponer la presencia de las inversiones espa?olas en tales mercados.
La cuesti¨®n de si las multinacionales suponen o no una v¨ªa de ayuda es, desde luego, una cuesti¨®n controvertida, pero la constataci¨®n que he hecho resulta evidente.
La falta, precisamente, de dedicaci¨®n nuestra hacia las cuestiones del desarrollo internacional hace que no podamos entrar por el momento en el Comit¨¦ de Ayuda al Desarrollo de la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®mico, pues el resto de pa¨ªses quiere que mejoremos nuestros porcentajes de dedicaci¨®n antes de aceptar a un pa¨ªs que "les hace bajar el promedio" de esfuerzo global en pro del desarrollo que pueden mostrar como dato global del mundo rico capitalista hacia el mundo pobre.
Si el primer plan anual de cooperaci¨®n internacional, en 1986, tuvo la virtud de hacer una recopilaci¨®n de lo que se est¨¢ haciendo desde todas las administraciones p¨²blicas en favor de los pa¨ªses pobres, y el segundo ha asumido ya mejoras importantes en ciertas transferencias a pa¨ªses pobres y a organismos internacionales de ayuda al desarrollo, hay que pensar que en estos pr¨®ximos a?os no bastar¨¢ con la maquinaria actualmente existente en Espa?a para coordinar los esfuerzos de ayuda al desarrollo que se hacen y que se van desarrollando.Viejas reticencias
En la medida en que se vayan superando las viejas reticencias de ciertos reinos de taifas a¨²n existentes en nuestra Administraci¨®n se va a poder, seguramente, avanzar en el planteamiento de una estrategia global a medio y largo plazo para poder alinearnos a lo que est¨¢n haciendo otros pa¨ªses miembros, como nosotros, de la Comunidad Europea o del mundo desarrollado.
Hace unos d¨ªas dec¨ªa en estas mismas p¨¢ginas, a ra¨ªz del viaje del presidente Felipe Gonz¨¢lez a Latinoam¨¦rica (v¨¦ase EL PAIS del 7 de noviembre), que Espa?a no puede hacer solamente de valedor de Latinoam¨¦rica en las instancias comunitarias y que debe llevar a cabo acciones espec¨ªficas de ayuda al desarrollo equivalentes, dentro del l¨ªmite de nuestras posibilidades, a lo que hacen los otros pa¨ªses de nuestro entorno. Si ello es cierto para Latinoam¨¦rica, lo es tambi¨¦n para otros pa¨ªses subdesarrollados de otros lugares del mundo.
A quienes defendemos la necesidad de que Espa?a lleve adelante una pol¨ªtica de cooperaci¨®n internacional activa se nos dice, a veces, que mejor nos preocupemos m¨¢s del pa¨ªs, pero yo me atrever¨ªa a decir que una parte de la preocupaci¨®n por la econom¨ªa del pa¨ªs pasa precisamente por hacer m¨¢s ayuda al desarrollo y por aprovecharse de las oportunidades que directa o indirectamente ello genera en nuestra econom¨ªa dom¨¦stica.
Aportar m¨¢s a ciertos organismos internacionales de ayuda puede suponer posibilidades de empleo para nuestros j¨®venes o nuestros cooperantes -a la espera, por cierto, a¨²n de su estatuto- o puede suponer m¨¢s acceso a las licitaciones internacionales por ellos promovidas por poco que el Instituto Nacional de Fomento de la Exportaci¨®n siga con su pol¨ªtica actual de hacer conocer la manera de sacar provecho de ellas. Ello es un cierto contravalor siempre a cualquier esfuerzo de desarrollo, como lo es tambi¨¦n el ir teniendo m¨¢s amigos en el mundo.
Por ello, y porque un pa¨ªs de la Comunidad Europea como el nuestro debe ir aceptando cada vez m¨¢s las responsabilidades que le corresponden por su nivel de desarrollo, el lanzamiento por el Rey de la Campa?a Europea sobre la Interdependencia y la Solidaridad Norte-Sur contribuir¨¢, estoy seguro, a facilitar que nos vayamos poniendo, en temas de ayuda al desarrollo, al nivel que nos corresponde. es catedr¨¢tico de Organizaci¨®n Econ¨®mica Internacional de la universidad de Barcelona.
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