Inh¨®spito hospedaje
21ancianos y enfermos, hacinados en dos residencias de Colmenar
Las residencias Las Torres, ubicadas en dos chal¨¦s en la localidad madrile?a de Colmenar Viejo, se dedican al cuidado de ancianos y enfermos. Los centros son privados y los internos pagan 50.000 pesetas al mes. En los dos chal¨¦s est¨¢n alojadas 21 personas, entre ellas un joven de 26 a?os. Empleados y vecinos de la zona han denunciado en varias ocasiones el hacinamiento de los enfermos. Francisca Uceda, directora de las residencias, asegur¨® ayer que "la atenci¨®n no puede ser mejor, y una prueba de ello es que el padre del jefe de polic¨ªa de Colmenar est¨¢ internado aqu¨ª".
Los trabajadores entran, a la que se conoce como la residencia de abajo, desde la carretera. Un somier amarrado a una valla sirve como puerta de acceso al jard¨ªn. En el jard¨ªn, descuidado y lleno de basura, hay una bombona de butano y una silla de ruedas abandonada. La residencia es un chal¨¦ de una sola planta. Dentro hay 10 enfermos y una empleada, que est¨¢ de guardia desde las nueve de la noche a las nueve de la ma?ana. Una de las residentes duerme en la cocina, en una cama destartalada, con los pies pegados a un mueble y al lado del cubo de la basura. La anciana duerme vestida y sobre las finas mantas se ha echado algo de ropa para mantener mejor el calor. Hace un fr¨ªo que pela y en la calle est¨¢ nevando. Al lado de la cabeza de la anciana, en un peque?o cuartito, hay un almac¨¦n en el que se ubica la nevera. En el suelo hay patatas, trozos de pan y ¨²tiles de limpieza.El botiqu¨ªn, instalado en el lavadero, se guarda sobre una peque?a balda. Los medicamentos a la vista son unas gasas, un frasco de alcohol, mercromina y unas pastillas blancas.
En la sala, amueblada con un sof¨¢, unas sillas, una mesita y una televisi¨®n, hay una chimenea encendida. Lorenza Bueno, una de las residentes, de 64 a?os, est¨¢ sentada al calor del hogar. Lorenza asegura que lleva all¨ª cuatro a?os y que est¨¢ contenta porque "tengo lumbago y hace un momento que se ha ido el dolor". Cuando se le pregunta si le gusta estar ah¨ª no responde, pero sus ojos se nublan. De las tres habitaciones de la residencia, una est¨¢ ocupada por dos hombres -uno de ellos, Pablo Nu?ez, de 26 a?os, que asegura haber perdido la comunicaci¨®n con su padre, que vive en Vigo-; en otra habitaci¨®n hay un matrimonio mayor, y en la tercera estancia duermen cuatro mujeres.
En la residencia no hay calefacci¨®n ni agua caliente, pero algunas de las personas que han trabajado en este centro aseguran que "es un para¨ªso comparada con la otra residencia, la de arriba, como se la conoce en el pueblo, propiedad tambi¨¦n de Francisca Uceda". En el chal¨¦ de arriba, en el n¨²mero 6 de la calle de Torre de Pisa, "se ha habilitado como dormitorio un garaje que carece de ventilaci¨®n, y las condiciones de habitabilidad son peores", asegura J. V. V., ex empleado del centro.
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