Los espa?oles afrontan 1988 con menor optimismo que 1987
La inmensa mayor¨ªa de los espa?oles sigue sinti¨¦ndose satisfecho de la vida que lleva y se dispone a entrar en el a?o 1988 con confianza m¨¢s que con temor, aunque ahora sea un 67% los que se declaran en esta situaci¨®n, frente a un 70% que lo hac¨ªan a finales de 1986 cuando ase les preguntaba como afrontaban 1987. La satisfacci¨®n en la vida est¨¢ fuertemente anclada en la situaci¨®n de clase social, aunque no sea s¨®lo efecto de ella ni emane directamente de la misma.Son el factor de clase y el factor de religiosidad los que m¨¢s fuertemente suelen aparecer en la investigaci¨®n comparada asociados con las actitudes de satisfacci¨®n vital e integraci¨®n social.
En un a?o de relativa recuperaci¨®n econ¨®mica, a pesar del crash burs¨¢til de octubre, la valoraci¨®n de la situaci¨®n general de la econom¨ªa nacional no se ha modificado respecto de septiembre, cuando constatamos una mejora relativa: aproximadamente uno de cada 10 espa?oles cree que es buena, y uno de cada tres la ven mala, situ¨¢ndose la mayor¨ªa en lo regular.
Siguiendo la pauta ya conocida, la opini¨®n negativa sobre el particular es especialmente frecuente en algunas de las regiones m¨¢s pobres, como Andaluc¨ªa (41%) o Castilla y Le¨®n (38%), y tambi¨¦n de las m¨¢s ricas, como Madrid (40%), el Pa¨ªs Vasco (45%) o Asturias (47%).
Aunque estas desviaciones regionales sobre la media nacional est¨¢n sometidas a m¨¢rgenes de error superiores a los del conjunto de la muestra y no deben tomarse estrictamente, sin embargo, tienen alguna significaci¨®n.
Peor en lo personal
Si bien la valoraci¨®n de la coyuntura nacional no ha cambiado respecto de septiembre, la percepci¨®n de las situaciones individuales ha empeorado: un 26% de la poblaci¨®n adulta piensa que la situaci¨®n econ¨®mica de su casa ha ido a peor, frente a un 21% en el mes de septiembre. Se trata de un incremento de la opini¨®n negativa en casi un 25%, equivalente a 1,5 millones de personas. Es en este tipo de indicador donde hay que ver las huellas del crash burs¨¢til del oto?o. No s¨®lo el n¨²mero de afectados directamente asciende a millones de personas, sino que el efecto psicol¨®gico y tambi¨¦n sobre el consumo se extiende a otros sectores sociales que no poseen acciones. De hecho, no es en los estratos sociales m¨¢s elevados donde el pesimismo econ¨®mico se manifiesta con mayor frecuencia, sino en los m¨¢s bajos.
Existen otros indicadores de relativo des¨¢nimo individual, como la menor satisfacci¨®n en la vida o la confianza en el a?o que va a comenzar, donde las variaciones hacia abajo est¨¢n en el l¨ªmite del error estad¨ªstico establecido, pero resultan consistentes con la hip¨®tesis de que la crisis burs¨¢til ha afectado m¨¢s, por el momento, a las econom¨ªas individuales que al conjunto de la econom¨ªa nacional. Interesa destacar que la pauta de opini¨®n emergente es inhabitual y opuesta a la que normalmente se produce cuando hay un rev¨¦s general de situaci¨®n: los sujetos individuales tienden a enjuiciar peor la situaci¨®n econ¨®mica nacional que la suya propia. Ahora ha sucedido lo contrario. Nada entre septiembre y diciembre ha ocurrido con la significaci¨®n del crash para explicarlo.
Finalmente, en el term¨®metro de tono vital, que se examina m¨¢s adelante, y donde se registra un alza de temperatura, el movimiento de sus indicadores avala tambi¨¦n esta hip¨®tesis.
Nuestros datos espa?oles en las coordenadas navide?as no son excepci¨®n a la regla: la situaci¨®n econ¨®mica desahogada y la pr¨¢ctica religiosa de mayor aceptaci¨®n constituyen condiciones favorables de satisfacci¨®n vital. Sin embargo, la actitud optimista respecto a a?o nuevo tiene una connotaci¨®n puramente econ¨®mica, como se ha demostrado en los ¨²ltimos 30 a?os en la RFA, de donde se ha tomado el indicador. All¨ª result¨® el mejor predictor de la evoluci¨®n econ¨®mica. Entre nosotros est¨¢ por probar, pero es interesante observar la fort¨ªsima correlaci¨®n de este optimismo con la clase social y la pr¨¢cticamente nula correlaci¨®n con el factor religiosidad.
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