Hacia un colegio democr¨¢tico
El pr¨®ximo 9 de marzo se van a celebrar elecciones en el Colegio de M¨¦dicos de Madrid. La repercusi¨®n que el tema est¨¢ teniendo en los medios informativos y las circunstancias en que se desarrolla la convocatoria, adelantada tres meses, vuelven a plantear, para el autor de este art¨ªculo, la necesidad de adaptar los colegios profesionales a una sociedad democr¨¢tica y avanzada.
La campa?a para elegir un nuevo presidente para los m¨¦dicos de Madrid est¨¢ condicionada, aparte de algunos intereses econ¨®micos, por el contenido fuertemente politizado, de manera partidista, de las actuaciones de la actual junta directiva del Colegio de M¨¦dicos de Madrid (CMM): se quiere seguir manteniendo a este organismo como un puntal de la pol¨ªtica de oposici¨®n, como un poder f¨¢ctico tanto en lo pol¨ªtico como en lo sindical.Al hilo de esta situaci¨®n convendr¨ªa reflexionar sobre lo que deber¨ªa ser el papel de los colegios de m¨¦dicos en una sociedad democr¨¢tica del ¨²ltimo tercio del siglo XX.
La primera cuesti¨®n que se plantea es la necesidad de su profunda democratizaci¨®n, para poder responder al pluralismo social, econ¨®mico e ideol¨®gico de la profesi¨®n. Y ello obliga a cambiar su estructura, en la actualidad profundamente antidemocr¨¢tica. Por volver al ejemplo del CMM, se van a celebrar unas elecciones en las que la candidatura que obtenga m¨¢s votos (aunque s¨®lo sea uno) se adjudicar¨¢ todos los puestos de la comisi¨®n permanente, aplastando as¨ª a las opciones que resulten minoritarias. Pero, es m¨¢s, el elemental principio democr¨¢tico de una persona, un voto no se cumple en este caso.
En estas elecciones, algunos colegiados podr¨¢n votar en varias vocal¨ªas (por ejemplo, un m¨¦dico de hospital privado que tenga consulta en un ambulatorio y ejercicio privado podr¨¢ hacerlo en las de hospitales, extrahospitalaria, asistencia libre y asistencia colectiva), mientras otros, varios millares en este caso, que acabaron su carrera hace m¨¢s de cinco a?os y a¨²n contin¨²an en paro, no podr¨¢n hacerlo en ninguna. As¨ª se privilegia el voto de sectores muy determinados de la profesi¨®n, marginando precisamente a los m¨¦dicos m¨¢s necesitados de apoyo.
Esta marginaci¨®n se hace a¨²n m¨¢s intolerable cuando se excluye a los MIR de las mesas electorales ubicadas en los hospitales, estableciendo una discriminaci¨®n que tiene como ¨²nica finalidad el dificultar el voto de los sectores que se piensa menos afines. Si no hay una profunda democratizaci¨®n, los colegios de m¨¦dicos seguir¨¢n siendo un instrumento de poder para unos pocos y funcionando a espaldas de la mayor¨ªa.
Funciones
Los colegios de m¨¦dicos, hasta el momento, han participado de funciones de car¨¢cter p¨²blico y privado al mismo tiempo. Las funciones privadas deber¨ªan desaparecer del campo de actuaci¨®n de los colegios y ser asumidas por asociaciones o sindicatos que los profesionales, de acuerdo con los diversos intereses parciales, creen.
?Qu¨¦ funciones p¨²blicas podr¨ªan abordar los colegios de m¨¦dicos? En mi opini¨®n, cuatro, fundamentalmente: llevar un registro p¨²blico de quienes ejercen la profesi¨®n liberal, como garant¨ªa de que han obtenido una cualificaci¨®n t¨¦cnica que les habilita para ello; la colaboraci¨®n con los tribunales de justicia a la hora de determinar pericialmente si ha existido o no malpraxis profesional; la elaboraci¨®n de informes y estudios cient¨ªfico-t¨¦cnicos sobre los temas a debate o las necesidades de la poblaci¨®n (estudios sobre las necesidades sanitarias, planes de salud, planificaci¨®n de recursos humanos, puesta al d¨ªa de determinados problemas cient¨ªficos, evaluaci¨®n de la calidad asistencial, etc¨¦tera), y procurar que la cualificaci¨®n de los profesionales se mantenga y actualice a trav¨¦s del tiempo, desarrollando programas formativos y cient¨ªficos que aseguren el nivel de los profesionales, usando para ello todos los medios a su alcance (resulta, por ejemplo, estremecedor comparar las revistas cient¨ªficas editadas por los colegios brit¨¢nicos o norteamericanos con panfletos como el Madrid M¨¦dico).
Queda el problema de las labores deontol¨®gicas de los colegios de m¨¦dicos. En teor¨ªa tienen su sentido en la defensa de los intereses de los ciudadanos, pero ?ha sido as¨ª? La realidad es que se han usado para defender a una parte, ni siquiera la mayor¨ªa de los colegiados, y han servido para imponer sanciones a personas que disent¨ªan de las posturas del aparato de los colegios de m¨¦dicos (por ejemplo, el caso de los sancionados en C¨¢diz por defender las consultas de enfermer¨ªa).
Hay dos razones que parecen descalificar esta actividad deontol¨®gica. La primera es obvia y de orden sociol¨®gico: cuando un grupo se organiza separadamente dentro de la sociedad, su tendencia es a defender sus propios intereses y no los generales, especialmente cuando ¨¦stos entran en conflicto. La segunda es que los ciudadanos ya tienen suficientes resortes civiles y penales para defender sus intereses. As¨ª, todas las faltas tipificadas en los estatutos de la Organizaci¨®n M¨¦dica Colegial en defensa de los ciudadanos (por cierto que siete, frente a las ocho que dedica a defenderse a s¨ª misma) est¨¢n incluidas como delito en el C¨®digo Penal. Pero, es m¨¢s, se rompe un principio jur¨ªdico elemental, que es el de que una persona s¨®lo puede ser sancionada una vez por el mismo hecho, lo que ocurrir¨ªa en actuaciones tipificadas a la vez como delitos y como faltas'en el c¨®digo deontol¨®gico.
Libre colegiaci¨®n
Naturalmente, los colegios de m¨¦dicos sustentan su supuesta representatividad en la obligatoriedad que todos tenemos de colegiarnos para el ejercicio profesional. Parece ?l¨®gico que despu¨¦s de la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n siga oblig¨¢ndose a un sector profesional a pertenecer a los colegios m¨¦dicos, m¨¢s a¨²n cuando ello no sucede en todos los sectores profesionales; por ejemplo, los abogados, que de acuerdo con la ley org¨¢nica del Poder Judicial pueden no estar colegiados cuando "act¨²en al servicio de las administraciones p¨²blicas o entidades p¨²blicas por raz¨®n de dependencia funcionarial o laboral", estableci¨¦ndose as¨ª un agravio discriminatorio para los m¨¦dicos.
La colegiaci¨®n hoy d¨ªa no asegura ni una mayor cualificaci¨®n (los t¨ªtulos los expiden la universidad y el ministerio) ni un mejor control. S¨®lo cuando los profesionales y los ciudadanos reconozcan que la pertenencia a un colegio m¨¦dico es consecuencia de una solvencia profesional y cient¨ªfica y no s¨®lo de la posesi¨®n de un t¨ªtulo acad¨¦mico o de la necesidad de trabajar, y cuando los colegios m¨¦dicos desarrollen actividades profesionales y cient¨ªficas que sean interesantes para los m¨¦dicos, entonces, aunque voluntaria la colegiaci¨®n, la mayor¨ªa de los profesionales desear¨¢ pertenecer a esta instituci¨®n, como ya sucede hoy en los pa¨ªses donde hay libre colegiaci¨®n, porque la colegiaci¨®n voluntaria establecer¨¢ un control de la mayor¨ªa sobre las actividades de los colegios m¨¦dicos, que se ver¨¢n obligados a responder realmente a los intereses e inquietudes de la mayor¨ªa de los profesionales.
No quisiera finalizar sin sefialar que en este tema, fundamental para ese cambio democr¨¢tico de la sociedad espa?ola que un d¨ªa nos prometiera el actual Gobierno, ¨¦ste ha demostrado la incapacidad de afrontar los problemas y dar soluciones que realmente permitan la adecuaci¨®n del pa¨ªs a las necesidades de una sociedad moderna, y ha dejado pendiente la nueva ley de colegios profesionales, que la propia Constituci¨®n obliga a realizar. Parece que aqu¨ª, como en otros terrenos, tendr¨¢ que ser la sociedad la que obligue a la Administraci¨®n a afrontar las reformas que prometi¨® realizar.
es m¨¦dico, miembro de la Federaci¨®n de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad P¨²blica.
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