BCA-cajas rurales: el final de la utop¨ªa
Aunque el endeudamiento de la agricultura espa?ola no es todav¨ªa importante en relaci¨®n con el de otros pa¨ªses de Occidente, la organizaci¨®n de canales apropiados para atender la creciente demanda de financiaci¨®n, tanto del propio sector productivo como del medio rural en su sentido m¨¢s amplio, ha sido preocupaci¨®n constante de los poderes p¨²blicos. Baste recordar que en los lejanos Pactos de la Moncloa se hac¨ªa menci¨®n expresa a la mejora de los canales de financiaci¨®n agraria y que todos los partidos pol¨ªticos mantienen en sus programas electorales propuestas referidas a este asunto.Lo cierto es que, habiendo en nuestro pa¨ªs dos redes bancarias especializadas en la financiaci¨®n del campo, lo l¨®gico es que ambas (una oficial, el Banco de Cr¨¦dito Agr¨ªcola, y otra privada, las cajas rurales) actuaran de forma coordinada mediante la constituci¨®n de un grupo financiero potente dise?ado a la medida de las necesidades del mundo rural. ?se ha sido el camino seguido hace muchos a?os en otros pa¨ªses de la Comunidad, a trav¨¦s de modelos diversos que van desde el m¨¢s estatalizado del Cr¨¦dit Agricole franc¨¦s (ahora en trance de privatizaci¨®n) hasta el totalmente privado del Rabobank holand¨¦s, pasando por el mixto del D. G. Bank alem¨¢n. En todos los casos, los bancos cooperativos est¨¢n en los puestos de cabeza del ranking de instituciones financieras de los respectivos pa¨ªses.
En el caso espa?ol, desde que en 1978 se intent¨®, bajo la batuta de Abril Martorell, un moderado desembarco de UCD en la Caja Rural Nacional, abortado con facilidad por Domingo Sol¨ªs Ruiz, mucho y dif¨ªcil ha sido el camino recorrido hacia el objetivo de conseguir ese gran grupo financiero de base cooperativa agraria que pudiera compararse alg¨²n d¨ªa con los europeos. Para llegar hasta aqu¨ª han tenido que ocurrir hechos como el encarcelamiento de Domingo Sol¨ªs, en octubre de 1982, propiciado por Juan Antonio Garc¨ªa D¨ªez semanas antes de ceder su puesto a Miguel Boyer, o la situaci¨®n de cuasi quiebra del sistema de cajas rurales en 1983, pasando por el esfuerzo de muchas personas del Banco de Cr¨¦dito Agr¨ªcola y de las cajas durante el mandato de Jos¨¦ Barea en el primero. L¨¢stima que, en raz¨®n de determinadas circunstancias externas haya que reconocer a estas alturas que ese largo y, fatigoso camino conduc¨ªa a ninguna parte.,
La primera de esas lamentables circunstancias ha sido la coincidencia en el tiempo de tres factores: la debilidad financiera de muchas cajas rurales que se hab¨ªan desarrollado a gran velocidad sin la suficiente profesionalizaci¨®n de sus directivos (por otra parte, honestos en su gran mayor¨ªa); el fuerte inter¨¦s expansionista de las grandes cajas de ahorro, encorsetadas en una legislaci¨®n obsoleta, y los deseos inmoderados del Banco de Espa?a de desembarazarse cuanto antes de unas entidades, las cajas rurales, que nunca han entendido ni conocido ni inspeccionado debidamente. De la combinaci¨®n de estos tres factores emerge un proceso diab¨®lico: el Banco de Espa?a levanta actas de inspecci¨®n con requerimientos inflexibles y a veces de imposible cumplimiento en el plazo concedido; los directivos y personal de esas cajas acosadas se ven amenazados con la p¨¦rdida de sus empleos, y en ese momento aparece la. oferta generosa de cajas de ahorro de gran potencia que consiguen, a cambio de poco dinero en comparaci¨®n con sus recursos, una red territorial muy prometedora, esquivando as¨ª las trabas legales para su expansi¨®n territorial. ?Qui¨¦n es capaz de resistir semejante acoso? Desde 1984 han desaparecido por este procedimiento 14 cajas rurales, 10 de ellas de ¨¢mbito provincial; otras seis o siete lo tendr¨¢n que hacer pr¨®ximamente.
Ante esta circunstancia adversa, no cabe duda de que era necesario un apoyo decidido del Gobierno a la consolidaci¨®n del grupo asociado Banco de Cr¨¦dito Agr¨ªcola-cajas rurales, que -con tantos defectos, pero tambi¨¦n con tan poca arrogancia, comparado con otras acciones de la ¨¦poca- se hab¨ªa constituido en mayo de 1984. Pues bien, jam¨¢s hubo tal apoyo.
El nacimiento del grupo asociado fue at¨ªpico, porque consisti¨® en un proyecto muy personal de Jos¨¦ Barea, conducido de una forma estrictamente profesional y, por tanto, mal visto en las instancias pol¨ªticas, que, o bien no comprend¨ªan la importancia de la operaci¨®n, o bien la desechaban por la dificultad de convertirla en una palanca de poder pol¨ªtico para el partido gobernante. Posiciones de inhibici¨®n e incluso de franco rechazo han sido las habituales durante estos a?os en los ministerios de Econom¨ªa, Agricultura y Trabajo, as¨ª como en el Instituto de Cr¨¦dito Oficial, donde no llegaron a valorar la importancia de la red comercial que ten¨ªan ante sus ojos.
Pues bien, a pesar de este c¨²mulo de circunstancias adversas me atrevo a afirmar que a la fecha del cese de Barea (l¨®gico por lo que acabamos de se?alar), en febrero de 1987, el grupo asociado gozaba de una salud, si no ¨®ptima, aceptable; no s¨®lo en resultados econ¨®micos, sino en cohesi¨®n interna. Las cajas m¨¢s importantes hab¨ªan superado el enorme recelo con que se vivi¨® la formaci¨®n del grupo -que hab¨ªa comenzado a las pocas semanas de la expropiaci¨®n de Rumasa- y la contestaci¨®n interna se reduc¨ªa a cuatro o cinco cajas recalcitrantes, que no eran, desde luego, capaces de arrastrar a las dem¨¢s en contra del proyecto. Ademas, en esas fechas se estaba avanzando muy r¨¢pidamente en la l¨ªnea de proponer la privatizaci¨®n del banco, en todo o en parte, para aproximarse a los modelos imperantes en Europa.
V¨ªa de privatizaci¨®n
No s¨¦ si esa v¨ªa de privatizaci¨®n del banco para dotar de personalidad jur¨ªdica al grupo asociado era o no la adecuada; tiene ventajas e inconvenientes. Pero lo que s¨ª s¨¦, porque fui testigo de ello, es que las cajas asociadas y el banco estaban hace poco m¨¢s de un a?o trabajando conjuntamente en esa l¨ªnea, con la confianza mutua que deben tener los socios, aunque tambi¨¦n, como es l¨®gico, con sus problemas y diferencias.
Y es en ese momento cuando aparece la tercera de las circunstancias adversas m¨¢s arriba anunciadas, que, sumada a las anteriores, convierte el proyecto de consolidaci¨®n en Espa?a de un gran grupo financiero agrario de base cooperativa en una simple utop¨ªa. Se trata del estilo de gesti¨®n que impone el nuevo presidente, Luis Garc¨ªa de Blas.
La confianza entre cajas y banco, tan trabajosamente conseguida entre 1983 y 1986, comienza a erosionarse desde el primer d¨ªa del nuevo mandato. De ello se encarga el propio presidente, que anuncia, sin que nadie se lo hubiera pedido, que es un hombre de partido y que, como tal, actuar¨¢ siguiendo las consignas que le sean impartidas. ?Qu¨¦ poco sab¨ªa que ni si quiera recibir¨ªa tales consignas!
Mientras tanto, en el banco, cabecera del grupo asociado, se produce el mayor desbarajuste interno de sus 25 a?os de historia, con la barrida de 14 totalidad del equipo directivo de Barea y la contrataci¨®n de personas sin experiencia en el sector, y en su mayor¨ªa altamente politizadas, que no llegan a conectar ni con el personal del banco ni con el de las cajas. Si a eso se le a?ade la aparici¨®n de lujos y derroches innecesarios, obsesi¨®n por la imagen, cacicadas laborales, manipulaci¨®n de la informaci¨®n, se podr¨¢ comprender la p¨¦rdida de respeto de las cajas hacia el banco y el des¨¢nimo que cunde en ellas frente al futuro. Los muchos y buenos profesionales que hay en las cajas rurales ya no se f¨ªan del banco, y por eso piden tiempo para reflexionar y poder elaborar una estrategia de supervivencia frente a la amenaza del t¨¢ndem Banco de Espa?a-cajas de ahorro. Lo malo para ellas es que no es f¨¢cil desengancharse del BCA, porque durante la etapa de Barea hab¨ªan ya dado pasos decisivos. . En los pr¨®ximos meses se hablar¨¢ de nuevas sociedades de servicios, de posibles fusiones, de acuerdos entre las cajas, pero, ?ay!, ser¨¢ dif¨ªcil realizar el proyecto que se "inici¨® en 1983, al que se hab¨ªan adherido ya sin recelos m¨¢s de 60 entidades cooperativas de derecho privado para unir sus 800.000 millones de dep¨®sitos del campo con los fondos de una empresa estatal, el banco, que pudiera canalizar toda la ayuda financiera. Ojal¨¢ me equivoque y el proyecto sea a¨²n recuperable.
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