El a?o del vaco
JOAQUIN VIDAL Las corridas falleras han inaugurado el a?o del vaco. En las corridas falleras no se lidian toros, se mantean vacos. Sale el vaco haciendo ?ful, el matador le larga tela grit¨¢ndole ?j¨¦!, el vaco se asusta, le temblequean las patas, pierde pezu?a y se pega un morr¨®n. El presidente se precipita entonces a sacar el pafluelo, por si alguien de los que pagan protesta m¨¢s de la cuenta. Los presidentes siempre les ganan por la mano a los que pagan, y protegen la hacienda de los que cobran. Son list¨ªsimos.
Al pa?uelazo, aparece la acorazada de picar, ingenio armado para invadir Normand¨ªa, y al vaco le da otro soponcio, del que ya no se recuperar¨¢ nunca jam¨¢s. Banderilleros parean, o medio parean, qu¨¦ m¨¢s dar¨¢ si el vaco ni se entera, a lo mejor es sordo foliii! ' gritan valencianos, si los hay; el caso es que el tr¨¢mite sea breve. Y sobreviene el momento cumbre de la funci¨®n, que es -?oh!- la faena de muleta.
Montalvo / Dom¨ªnguez, Vera, Vi?a
Cuatro toros de Montalvo, discretos de presencia, algunos sospechosos de pitones; 5? y 6? de Concha Navarro, con trap¨ªo. Todos aborregados. Roberto Dom¨ªnguez: pinchazo y descabello
C¨®mo torear -ioh.!- de muleta un vaco muerto-miedo, amodorrado y seguramente sordo, es misterio que pocos coletudos penetran, y si lo penetran, llegan a figuras. Los que hubo ayer en Valencia a¨²n no son figuras en sentido estricto. Los que hubo ayer en Valencia -dos de ellos- se hab¨ªan comprometido a torear toros, esos que llaman Wctorinos, y estaban mentalizados para la empresa torera. Como los victorinos fueron rechazados en el reconocimiento, otro coletudo, el famoso D¨¢maso Gonz¨¢lez, se quit¨® del cartel y prefiri¨® quedarse en Albacete haciendo crucigramas, antes que verse en la obligaci¨®n de mantear vacos medio rnuertos de miedo, amodorrados y seguramente sordos.
Un paisano le sustituy¨®, joven espada llamado Rafael de la Vi?a, buen torero con ganado piaro de lidia, seg¨²n tiene acreditado, vaquero inexperto seg¨²n se piado apreciar. Tambi¨¦n debi¨® quedarse en Albacete haciendo crucigramas, pues cuajar faenas en Valencia le fue imposible y adem¨¢s sufri¨® el sobresalto de un pitonazo traicionero, que le levant¨® los pies del suelo. Al ya veterano Roberto Dom¨ªnguez le ocurri¨® otro tanto cuando trazaba parsimoniosamente ayudados para cuadrar el cuarto vaco. Ninguno de los dos result¨® herido, por fortuna; los respectivos ternos s¨ª, con sendos sietes.
La parsimonia del veterano Roberto Dom¨ªnguez era culminaci¨®n de anteriores parsimonias con las que hab¨ªa estado dando coba al vaco y al p¨²blico. El veterano Roberto Dom¨ªnguez sabe que a un vaco muerto-miedo, amodorrado y seguramente sordo no hay que atosigarlo ni precipitarlo; hay que darle pases poco a poco y con disimulo, y componer pintureras posturas, igual que si esos pases se los estuviera dando divinos ar toro der co?¨¢. En su primero, que hocicaba de continuo, la faena le qued¨® aceptable; en el cuarto, que no hocicaba de continuo, vistosa. El p¨²blico le aclam¨® por eso y a¨²n m¨¢s por la afrenta del presidente, que no le concedi¨® el trofeo solicitado, y para vengarla, le oblig¨® a dar dos vueltas al ruedo, la segunda al grito guerrero de "?la-otra, la-o-tra.1"
Tampoco concedi¨® el presidente la oreja que el p¨²blico solicit¨® para Juan Carlos Vera en el segundo vaco, pero esta vez no hubo doble vuelta al ruedo, ni gritos guerreros de "la-o-tra, lao-tra.!", qui¨¦n sabr¨¢ el motivo: Juan Carlos Vera hab¨ªa toreado al natural con quietud, temple y ligaz¨®n, ?qu¨¦ m¨¢s se pod¨ªa pedir? En el quinto tore¨® con menos temple y ligaz¨®n, y a la gente le dio lo mismo. La gente estaba harta y al final llen¨® el ruedo de almohadillas. All¨¢ ella,. claro, aunque mejor har¨ªa en tom¨¢rselo con calma. Si los taurinos han decidido que este sea el a?o del vaco y aqu¨ª no hay autoridad, va a tener vaco hasta el atrac¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.