De Mita y Craxi, un Estado y dos proyectos
![Juan Arias](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F5a86bcd5-e5fc-49ab-b292-f3043b0fbfd4.png?auth=2d48be4f56908c68f3c88d7da3c4bd83b9078e68267346b6bac73e371847252d&width=100&height=100&smart=true)
Un solemne funeral de Estado despidi¨® ayer en Forli (en la regi¨®n de Emilia-Romagna) al senador democristiano Roberto Ruffilli, catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas en la universidad de Bolonia, asesinado el s¨¢bado por las Brigadas Rojas. La asistencia del jefe del Estado, Francesco Cossiga; del presidente del Senado y segunda autoridad italiana, Giovanni Spadolini, y el nuevo jefe del Gobierno, Ciriaco de Mita, revela la importancia del personaje desaparecido.De ¨¦l ha quedado en las librerias su ultima obra, El ciudadano como ¨¢rbitro, en el que expone su teor¨ªa acerca de las reformas institucionales que se est¨¢n barajando en Italia. A su lado aparece tambi¨¦n la reciente obra de De Mita Las instituciones de la Italia republicana, que al parecer el l¨ªder democristiano hab¨ªa escrito en colobaraci¨®n con Ruffilli. De ah¨ª el eco que ha despertado la nueva acci¨®n criminal de las Brigadas Rojas, que han ido a golpear, como s¨ªmbolo, al personaje que encarnaba el nudo gordiano de la actual lucha pol¨ªtica.
La primogenitura de la intuici¨®n de que es urgente una reforma institucional a fondo para que la vida pol¨ªtica italiana se pueda desbloquear se la adjudican tanto De Mita como el l¨ªder socialista, Bettino Craxi, los dos grandes antagonistas pol¨ªticos del momento.
Sin embargo, sobre la necesidad de tal reforma todos est¨¢n hoy de acuerdo si se quiere que la Italia moderna, econ¨®mica y socialmente, salga de la Edad Media de su estancamiento pol¨ªtico.
Donde surge el problema es en el modo de concebir y, sobre todo, de plasmar tal reforma. Queda descartada la posibilidad, por el momento, de una reforma constitucional, contra la que han levantado sus armas los a¨²n vivos padres de la Constituci¨®n, empezando por el anciano Sandro Pertini. Piensan que lo que hace falta es s¨®lo "ponerla en pr¨¢ctica" y centran su atenci¨®n en las llamadas reformas institucionales. Lo que ocurre es que aqu¨ª se contraponen dos proyectos pol¨ªticos, que es lo que enfrenta, m¨¢s que problemas de car¨¢cter o antipat¨ªas rec¨ªprocas, a Craxi y De Mita.
Pretensiones socialistas
A Craxi, que cuenta con un partido electoralmente peque?o, pero llamado a crecer por representar la modernidad reformista, le gustar¨ªa una reforma inmediata que se concretara en la elecci¨®n directa del presidente de la Rep¨²blica y del jefe de Gabinete por parte de los electores y la abolici¨®n total del voto secreto en el Parlamento. Con ello, Craxi y su partido piensan en una Italia de tipo presidencialista.En el polo opuesto se mueve De Mita y, con ¨¦l, los comunistas. El l¨ªder democristiano, que es el heredero intelectual del reflexivo y fil¨®sofo Aldo Moro, de las estrategias a largo plazo, piensa que la reforma principal que necesita este pa¨ªs es la de permitir a los dos grandes partidos de inspiraci¨®n popular, Democracia Cristiana (DC) y Partido Comunista (PCI), poder medir sus fuerzas en una competici¨®n democr¨¢tica y libre que les lleve a alternarse en el poder.
De ah¨ª el que la reforma imaginada por el asesinado Ruffilli, y que De Mita hizo suya, sea la de una reforma electoral especial que permita al ciudadano decidir anticipadamente, cuando se acerca a las urnas, por uno de los dos grupos que se enfrentan y que se disputan el Gobierno, cosa que hoy no sucede, ya que los partidos no deciden qu¨¦ tipo de alianza formar hasta despu¨¦s de las elecciones.
En esta clave, el problema se le plantea, sobre todo, al Partido Socialista (PSI), que se ver¨ªa obligado a decidir definitivamente si pedir votos a los electores para gobernar con el PCI o con la DC, cosa que hoy no necesita hacer y, por tanto, puede al mismo tiempo hablar de "alternativa reformista" y de alianza con la DC y con los partidos laicos.
De ah¨ª el que la pugna consista en que mientras Craxi querr¨ªa que las reformas planteadas las formularan s¨®lo los partidos que apoyan al Gobierno, De Mita insiste en que en este proyecto deben intervenir directamente tambi¨¦n los comunistas, con cuyo apoyo se hab¨ªa aprobado tambi¨¦n la Constitucion.
Lo que ocurre es que, por ahora, en la lista de las reformas aprobadas en el nuevo programa
de gobierno, por presiones socialistas, no figura la reforma electoral tal como la querr¨ªa De Mita.
Las reformas posibles son: la revisi¨®n del sistema bicameral, ya que el Senado es casi una repetici¨®n en sus funciones de la C¨¢mara baja, alargando in¨²tilmente el camino legislativo; la abolici¨®n total o parcial del voto secreto en el Parlamento para evitar el fen¨®meno de los francotiradores, que desobedecen en el secreto del voto las consignas de los partidos. Y, por ¨²ltimo, la reforma de la presidencia del Gobierno para dar al primer ministro mayores poderes.
Ahora el temor del partido socialista, frente a la ola de emotividad creada por el asesinato de Ruffilli, el teorizador de la apertura a los comunistas en el debate sobre las reformas y el gran defensor de una nueva ley electoral en la clave que no gusta al PSI, es que pueda volver a plantearse la necesidad de cambiar la ley para que la mediaci¨®n pol¨ªtica siga haci¨¦ndose a trav¨¦s de los partidos que encarnan las dos grandes fuerzas populares del pasado y no directamente a trav¨¦s de mecanismos electorales.
De ah¨ª el que ayer el diario Il Corriere de la Sera, con un editorial firmado por su principal comentarista pol¨ªtico, Gianfranco Piazzesi, y seg¨²n algunos inspirado por Craxi, saliese al paso de dicho peligro. Con el significativo t¨ªtulo Tres golpes de pistola y demasiadas palabras precipitadas, el diario de Mil¨¢n escribe que tras el asesinato de Ruffilli "no debe cambiar nada". Por dos motivos. "Primero, porque no parece plausible atribuir a los criminales profesionales una sofisticada sensibilidad jur¨ªdico-institucional que les empujara a intervenir en la delicada cuesti¨®n, y segundo, porque, aun cuando ello resultara cierto, tres golpes de pistola no deber¨ªan influir ni sobre lo poco que ya se ha decidido ni sobre lo mucho que a¨²n queda por dilucidar".
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