Ganaron los elementos

Tres novilleros con buen corte torero arrumbaron al puerto de Las Ventas para pelear contra los novillos y contra los elementos. Ganaros los elementos. Lo de los elementos no se lo esperaban, en mayo florido. Pero la borrasca, que hizo de las suyas en Madrid durante la ma?ana, volvi¨® a hacerlas por la tarde, a medio festejo, y puso al p¨²blico en desbandada. Tampoco era para tanto. Se ve que el p¨²blico taurino est¨¢ muy consentido -por la costumbre aquella de, los toros, con sol y moscas- y en cuanto agua cae, p¨¢nico le da, y se atropella en el asalto de las gradas cubiertas, donde puede apreciarse que entre aficionados la agilidad escasea, pues la mayor¨ªa a¨²pa esforzadamente el cuerpo y lo tira de cabeza por sobre las barandillas. Las mujeres est¨¢n en igualdad de condiciones que los hombres en estos ejercicios, las de falda se la arremangan hasta donde sea menester, y codorta comprobar que, por dentro, aparecen en perfecto estado de revista.Llov¨ªa, si, aunque ya se apunt¨® que no era el diluvio universal. Ni el comarcal. Peores consecuencias ten¨ªa el viento, que ese s¨ª es enemigo de los toreros de a pie. El viento, racheado y pertinaz, impidi¨® centrar m¨¢s de una faena, que los novilleros de buen corte torero intentaban con valent¨ªa, ilusi¨®n y af¨¢n. Cuando no hizo viento, muy al principio, Jos¨¦ Luis Ramos logr¨® ligar naturales, ligarlos de verdad; es decir, aguantando quieto la nueva embestida tras el remate de cada pase, sin ocurr¨ªrsele ni por lo m¨¢s remoto echar a correr en demanda de otro terreno, seg¨²n acostumbra el ¨ªnclito.

Apenas ten¨ªa novillo delante Jos¨¦ Luis Ramos, tambi¨¦n es cierto, pues se trataba de un inv¨¢lido, que la afici¨®n acept¨® a rega?adientes. Lo dijo a voces uno del tendido siete: "?Se?or presidenteee: este lo pasamos, pero el sig¨¹iente ya nooo!". La verdad es que el siguiente -y el resto- lo pas¨¦ tambi¨¦n la afici¨®n, pese a sus flojedades, que no fueron precisamente escandalosas. Ten¨ªa casta el novillo y bast¨® para dar quebraderos de cabeza a Julio Norte, que estuvo muy voluntarioso, intentando el toreo serio; pero muy preocupado a la vez, porque no pod¨ªa ni sosegar las tandas ni templar las suertes.

Con peor toro, por reserv¨¢n, lo consigui¨® Julio Norte en algunos pasajes de su segunda faena, en la que traz¨® un par de series de redondos seg¨²n mandan los c¨¢nones, y si no hubo continuidad se debi¨® a que el novillo empeoraba progresivamente su embestida. Adem¨¢s llov¨ªa y la gente pululaba por lo enjuto, bajo techado, intentando a¨²n acomodarse entre la clientela propia del lugar, que aceptaba de no muy buen grado la invasi¨®n de su territorio. La mayor¨ªa, ni pudo ver, un rato antes, c¨®mo Jos¨¦ Luis Ramos macheteaba con buen oficio al cuarto, un maso a la defensiva.

Todo el mundo estaba ya acomodado cuando Ra¨²l Zorita se midi¨® con el sexto, que ese s¨ª ten¨ªa manejabilidad suficiente para hacerle el toreo. Y lo hizo, con altibajos. En el tercero, desigual, prob¨®n e incierto, hab¨ªa apuntado alg¨²n detalle, tanto en los lances a la ver¨®nica como en aislados pases de muleta, que ratific¨® y ampli¨® durante su larga faena al sexto.

Tard¨® Zorita en acoplarse con el sexto novillo -el tiempo que le llev¨® advertir su boyant¨ªa- y entonces se par¨® para instrumentar unos naturales de buena factura y a¨²n le salieron mejor los redondos. Era tarde, sin embargo, y hubo de precipitar todo su repertorio cuando ya ten¨ªa el aviso encima y la gente estaba tiritando de fr¨ªo, con ganas de escapar en busca del cafelito.

Los tres novilleros mostraron buen corte torero y merecen recalar de nuevo en Las Ventas, con mejor ganado y m¨¢s bonancibles circunstancias meteorol¨®gicas. La oportunidad ser¨¢ en la isidrada.